Reproduzco aquí la introducción del artículo «Hacia una nueva Ilustración ecológica», que será publicado el próximo mes de junio en el Boletín de estudios de filosofía y cultura Manuel Mindán, XVIII, 2025, «Ética ecológica».
La primera versión de este artículo fue presentada como conferencia de clausura en el curso de verano «Ética ecológica», celebrado en el Centro Buñuel de Calanda del 3 al 5 de julio de 2024, dirigido por Rafael Lorenzo y Joaquín Mindán, y organizado por la Fundación Mindán Manero, en colaboración con la Universidad de Verano de Teruel, la Universidad de Zaragoza, la Sociedad Aragonesa de Filosofía, el Ayuntamiento de Calanda y el Centro Buñuel. Una segunda versión se presentó como conferencia inaugural en el III Congreso Internacional de la Red Española de Filosofía, celebrado del 24 al 26 de octubre de 2024 en la Universidad de Salamanca, y organizado por la REF y la Facultad de Filosofía de la USAL. Y una tercera versión se presentó en la UNED de Tudela y en la UPNA de Pamplona, los días 13 y 14 de noviembre de 2024, en sendas conferencias organizadas por la asociación navarra Más Planeta.
1. Introducción
Se han utilizado muchos nombres para referirse a la época en la que vivimos y cuyo inicio podemos fechar en 1945: era nuclear, sociedad postindustrial, del riesgo o global, modernidad tardía o reflexiva, postmodernidad, capitalismo neoliberal, informacional, fosilista o caníbal, y, por último, Gran Aceleración del Antropoceno o del Capitaloceno. Lo cierto es que hoy, ochenta años después, nos enfrentamos a una contradicción extrema que desafía todas las explicaciones antropológicas: una policrisis ecosocial global y, como reacción a ella, un gran retroceso civilizatorio.
En efecto, nos encontramos ante una policrisis ecosocial global que está poniendo en riesgo el porvenir de la humanidad y en la que confluyen cuatro fenómenos estrechamente relacionados:
1. El «sobrepasamiento» acelerado de los nueve «límites planetarios» que han asegurado hasta ahora la vida humana sobre la Tierra (RICHARDSON et al., 2023), entre ellos la temperatura de la atmósfera (RIPPLE, 2024; UNEP, 2024) y la diversidad biológica (WWF, 2024; IPBES, 2019).
2. Las desigualdades cada vez más abismales entre el Norte y el Sur globales (RIDDELL, 2024; CHACEL, 2021), que se gestaron en la época de la expansión colonial (MOORE, 2020), se han visto agravadas en los últimos cincuenta años por las políticas neoliberales (SLOBODIAN, 2021; ESCALANTE GONZALBO, 2016; PIKETTY, 2014) y permiten a los países enriquecidos del Norte mantener su «modo de vida imperial» mediante la «externalización» de los costes sociales y ambientales a los países empobrecidos del Sur (BRAND y WISSEN, 2021; LESSENICH, 2019).
3. La «nueva guerra fría» entre las dos superpotencias mundiales (Estados Unidos y China) y los dos bloques agrupados en torno a ellas: el Occidente euro-atlántico y el grupo creciente de los BRICS+, que reúne a los países más poderosos del Oriente y del Sur global (FISAS, 2022). Esta confrontación fomenta la lucha por los recursos naturales y tecnológicos (RODRÍGUEZ, 2024), las 56 guerras locales que permanecían activas en 2024 (IEP, 2024), el «estado policial global» en nombre de la seguridad (ROBINSON, 2023) y la amenaza de una guerra nuclear (SIPRI, 2024).
4. Los tres fenómenos precedentes están provocando desplazamientos masivos de población (CAMPILLO, 2022a y 2022b; VELASCO et al., 2021), que son de cuatro tipos: a) los «desplazados y refugiados forzados» por guerras, persecuciones y otras formas de violencia directa, que en junio de 2024 rebasaron los 120 millones de personas, el doble de las que hubo al final de la Segunda Guerra Mundial (ACNUR, 2024); b) los migrantes internacionales que supuestamente se desplazan «libremente» y que en junio de 2020 sumaban 281 millones (McAULIFFE y OUCHO, 2024); c) los migrantes internos que van de las zonas rurales a las urbanas, superan ampliamente a los migrantes internacionales y están contribuyendo al acelerado proceso de urbanización de la población mundial (UN-Habitat, 2022; PAQUOT, 2006); d) por último, los desplazados internos por las catástrofes naturales que en el período 2001-2019 casi se han duplicado con respecto al período 1980-1999, debido al cambio climático antropogénico, y que en 2023 ascendieron a 26,4 millones de personas, seis millones más que los causados por las guerras y otras formas de violencia (IDMC, 2024).
Ante esta policrisis que amenaza el porvenir de la humanidad, nos encontramos con una sorprendente paradoja. En las últimas décadas ha emergido un poderoso movimiento político que no sólo niega esa cuádruple amenaza sino que está contribuyendo a agravarla. Me refiero al auge de las ultraderechas neofascistas, que están fagocitando a las derechas neoliberales y tejiendo con ellas unas alianzas estratégicas cada vez más estrechas, hasta el punto de que el neofascismo puede ser considerado como una nueva vuelta de tuerca del neoliberalismo. En muchos países democráticos están haciéndose con el control de parlamentos, gobiernos, tribunales de justicia, instituciones académicas, medios de comunicación y redes sociales. Es el caso de Estados Unidos, donde Donald Trump, tras haber alentado el asalto al Capitolio (ZEROFSKY, 2024), volvió a ganar la presidencia del país. Un proceso análogo se está dando en la Unión Europea y en otras regiones del mundo.
Según el V-Dem Institute (NORD, 2024), los avances democráticos que se dieron tras el final de la Guerra Fría se han esfumado y «la autocratización del mundo» es hoy la tendencia dominante. El 71% de la población mundial vive bajo «autocracias» y sólo el 29% lo hace en «democracias». Estamos ante un «gran retroceso» civilizatorio (ALBA RICO, 2017). La alianza entre el neoliberalismo y el neofascismo supone un ataque frontal a la democracia, la justicia social, los derechos humanos, el conocimiento científico, la diversidad cultural, en fin, todos los logros que se iniciaron con la Ilustración y las primeras revoluciones políticas de la Modernidad, que fueron ampliados por los movimientos emancipatorios de los dos últimos siglos y que tras la Segunda Guerra Mundial condujeron a las democracias sociales construidas en el Norte y el Sur globales.
Lo más alarmante es la retroalimentación entre ambos procesos: a medida que se agravan los riesgos existenciales antes mencionados, aumenta también la reacción negacionista; y, a la inversa, el auge de las ultraderechas agrava y acelera todavía más la policrisis ecosocial. Un ejemplo muy claro son las inundaciones que el 29 de octubre de 2024 arrasaron varias poblaciones del levante español y cuyo impacto social (228 muertos sólo en la provincia de Valencia) se vio agravado por el negacionismo, la incompetencia y la negligencia del gobierno valenciano del PP apoyado por Vox.
Esta es la dramática contradicción que nos desconcierta y nos atenaza. Para hacer frente tanto a la policrisis ecosocial global como al gran retroceso civilizatorio, necesitamos una revolución cultural análoga a la Ilustración de los siglos XVII y XVIII, pero capaz de responder a los riesgos existenciales y a las demandas emancipatorias del siglo XXI. Somos la primera generación del Antropoceno y eso nos exige construir una civilización planetaria basada en la paz, la justicia, la democracia, la ciencia, la diversidad cultural y la habitabilidad de la Tierra para todos los vivientes.
Bibliografía de la Introducción
Última actualización: marzo_2025 2025/03/09 20:59
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