====== Más allá de la ley: el aborto desde una perspectiva moral ======
Autora: Eva María Sáez Chevrier
===== Introducción =====
El aborto ha sido, y sigue siendo, un tema profundamente polémico. La discusión sobre si debe ser legalizado, ilegalizado o regulado adecuadamente continúa sin llegar a un consenso claro. En España, esta falta de acuerdo se refleja en los constantes cambios legislativos. Hasta 1985, el aborto era considerado un delito. Durante ese año, se introdujeron modificaciones que permitían la interrupción del embarazo en casos de violación o malformaciones graves del feto, limitadas a las primeras 12 y 22 semanas de gestación, respectivamente. En 2010, se aprobó una nueva ley que permitió el aborto libre hasta las 14 semanas y estableció la posibilidad de que las mujeres de 16 y 17 años pudieran abortar simplemente con el consentimiento de uno de sus tutores legales. Sin embargo, en 2015, esta legislación fue modificada, exigiendo el permiso de ambos tutores legales para las menores. Finalmente, en 2022, se aprobó una reforma que permitió a las mujeres a partir de los 16 años acceder al aborto sin necesidad de autorización paterna y eliminó el periodo de reflexión obligatorio de tres días1. Conviene señalar también que, independientemente de si el aborto está legalizado o ilegalizado, las prácticas abortivas se pueden realizar de forma clandestina.
En este ensayo, no me centraré en la cuestión de si el aborto debe ser ilegalizado o no, sino que defenderé la tesis de que el aborto es moralmente incorrecto. En primer lugar, es necesario aclarar a qué me refiero con "aborto". Según la Real Academia Española, el aborto es la interrupción del embarazo, ya sea por causas naturales o provocadas2. En este texto haré una distinción entre el aborto espontáneo (causado por motivos naturales) y el aborto inducido (realizado por decisión personal). Esta diferencia es crucial, ya que no es lo mismo un evento accidental que una acción premeditada. En este ensayo me referiré exclusivamente al aborto inducido, ya que el aborto espontáneo no involucra una decisión voluntaria.
===== Impacto del aborto en la vida del feto =====
La principal razón por la que considero que el aborto es inmoral es porque implica el asesinato de un ser humano inocente. Esta afirmación puede ser polémica, ya que a menudo surge la pregunta de cuándo comienza realmente la vida y nos cuestionamos si un feto puede considerarse una persona. Para responder a estas dudas, me baso en un estudio realizado por Steven Andrew Jacobs, en el que se preguntó a 2.899 estadounidenses quiénes serían las personas más cualificadas para determinar cuándo inicia la vida humana. El 81% de los encuestados respondieron que los biólogos deberían ser los encargados de resolver esta cuestión. Posteriormente, encuestaron a 5.502 biólogos de diferentes partes del mundo y el 95% de ellos coincidían en que la vida humana comienza en el momento de la fertilización3. Esto se debe a que desde el momento de la concepción aparece una persona con un código genético único que jamás existió antes. En consecuencia, aunque el feto no esté plenamente desarrollado, interrumpir el embarazo equivale a poner fin a una vida humana.
En segundo lugar, dado que el feto es considerado un ser humano, también debemos reconocer sus derechos fundamentales, siendo el derecho a la vida el más importante de todos. Sin el derecho a la vida, los demás derechos pierden su sentido. Por ejemplo, no tendría ningún valor reivindicar el derecho a la libertad de expresión o a la educación si no existiese un ser viviente para el cual reivindicar esos derechos. Cuando se interrumpe voluntariamente un embarazo, se está vulnerando el derecho fundamental a la vida del no nacido.
No obstante, se podría objetar que, en caso de que el feto tenga graves malformaciones, deberíamos evitar el posible sufrimiento acabando con su vida. En respuesta a esta objeción, cabe destacar que en muchas ocasiones se diagnostican enfermedades fetales erróneamente, es decir, los fetos no presentan realmente tales malformaciones. Por ejemplo, la prueba positiva de Geller, que se usa para detectar el síndrome de Prader-Willi, una enfermedad que impide que la persona lleve una vida independiente, es incorrecta en más del 90% de los casos3. Pero imaginemos que el bebé realmente nacerá con una deformidad genética. Aun así, creo que, al tomar la decisión de abortar para evitar el sufrimiento del no nacido, estamos tomando la decisión de arrebatar el derecho a la vida ajena sin el consentimiento de esa persona.
Además, abortar el feto por el hecho de tener una malformación puede considerarse una práctica eugenésica. La eugenesia es un movimiento que pretende mejorar la supuesta calidad genética de la población a través de la selección de quién puede reproducirse o nacer. En el caso del aborto por motivos de malformación fetal, se está decidiendo qué clase de persona merece vivir y cuál no en función de su condición genética. Esto implica que algunas vidas valen menos que otras y esto es una forma de discriminación. A lo largo de la historia hemos comprobado que establecer jerarquías sobre el valor de la vida humana ha tenido consecuencias devastadoras. Un ejemplo claro de ello son las políticas eugenésicas del régimen nazi, que buscaban eliminar a personas con discapacidades físicas o mentales por considerarlas vidas indignas de ser vividas. Considero que toda vida humana tiene un valor intrínseco, independientemente de su condición física o genética.
===== Impacto del aborto en la vida de la madre =====
Aunque nos hemos centrado principalmente en las consecuencias negativas que conlleva el aborto para el no nacido, podemos considerar ahora el impacto negativo que tiene el aborto en la mujer. Un aborto fallido puede causar daños físicos en la mujer como lesiones en el cérvix y en el útero o riesgo de prematuridad en las siguientes gestaciones. Sin embargo, los traumas psicológicos causados por el aborto suelen ser más frecuentes. Un estudio publicado en la revista de médicos y cirujanos estadounidenses muestra los efectos y secuelas psicológicas que sufrieron algunas mujeres que decidieron abortar. El estudio fue realizado a través de una encuesta a 987 mujeres a las que preguntaron cuáles eran los puntos positivos y negativos de su aborto. Solo un 88% de la muestra respondió a la pregunta sobre los efectos positivos de la interrupción de su embarazo. El 31% respondió que no existía ningún punto favorable. Por el contrario, los efectos negativos eran muchos. Un 23,7 % se arrepentía de haber arrebatado la vida de su propio hijo, un 14,4% de las mujeres entró en depresión, un 14% sentía culpa, un 10,9% sentía vergüenza y un 9% de la muestra terminó haciéndose adicta al alcohol o a las drogas5.
Una objeción que se presenta frecuentemente es que, aunque se reconozca que el feto es humano y tiene derechos, también debe reconocerse el derecho a la autonomía corporal de la madre. Se argumenta que, dado que el feto depende del cuerpo de la mujer para su viabilidad, esta tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Luego la mujer debe poder tener la elección de abortar. Mi respuesta a esta objeción es que la mujer y el feto son dos seres diferentes. Así, cuando la mujer decide abortar, no solo decide sobre su propio cuerpo, sino también sobre el cuerpo de otro ser humano. Considero que nuestra autonomía corporal, es decir, el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo termina cuando nuestras decisiones afectan negativamente a otro individuo. Un ejemplo claro de esto es que todos tenemos la libertad de fumar, puesto que es una decisión que afecta a nuestro propio cuerpo y a nuestra propia salud. Sin embargo, no podemos fumar en una sala de espera de un hospital donde hay personas con problemas respiratorios ya que estamos dañando la salud de otros.
Por otro lado, uno de los principales argumentos que se utilizan para defender el derecho al aborto es el famoso "argumento del violinista" propuesto por la filósofa Judith Jarvis Thomson6. Imaginemos que un día nos despertamos en una cama, conectados a través de cables con otro individuo. Nos informan de que somos la única persona que puede salvar la vida de ese hombre, que es el mejor violinista del mundo y está gravemente enfermo. Pero no debemos preocuparnos porque la terapia solo durará nueve meses. Este argumento se utiliza para mostrar que, aunque tanto nosotros como el violinista tenemos los mismos derechos humanos y dignidad, el violinista no tiene derecho a usar nuestro cuerpo sin nuestro consentimiento. De manera análoga, un feto no tiene derecho a usar el cuerpo de su madre sin su permiso.
Podemos contestar a esto diciendo que, a diferencia del caso en el que se nos conecta al violinista sin nuestro consentimiento, en la mayoría de los casos de embarazo se ha consentido la relación sexual al igual que se ha consentido el posible riesgo de quedar embarazada. Si consentimos a jugar a la pelota en la calle con nuestro hijo y sin querer el niño le da un pelotazo a la ventana de nuestro vecino y la rompe, no podemos decirle a nuestro vecino que no le vamos a pagar una nueva ventana porque habíamos consentido a jugar a la pelota, pero no habíamos consentido a que se rompiera el cristal de la ventana.
No obstante, los objetores nos podrían responder que en los casos de violación la relación sexual no es consentida. En estos casos podría parecer que la analogía del violinista es acertada y, por lo tanto, abortar no sería inmoral. O sea, la mujer violada no ha buscado en ningún momento ser brutalmente asaltada y acabar embarazada. Sin duda, el embarazo indeseado en casos de violación es trágico. Sin embargo, aquí entra en juego el deber moral de proteger a los más vulnerables. Lo que hace que una violación sea un acto deplorable es el hecho de que una persona con más fuerza toma ventaja de una persona vulnerable (el violador se aprovecha de la vulnerabilidad de la mujer). Del mismo modo, cuando se aborta, una persona con más fuerza toma ventaja de una persona vulnerable (la madre toma ventaja de la vulnerabilidad del no nacido). Con esto no pretendo minimizar la gravedad y el trauma del delito sexual que ha sufrido la mujer. Pero considero que, aunque ocurra una injusticia como una violación, eso no da licencia a la víctima para hacer lo que quiera, en este caso, matar a otro ser inocente.
Finalmente, también se defiende el derecho al aborto cuando la vida de la madre está en peligro. En respuesta a esto, cabe destacar que las tecnologías actuales en el ámbito sanitario son muy avanzadas y en la mayoría de las situaciones se puede mantener en vida tanto a la madre como al feto. Es cierto que hay casos en los que la mujer puede estar en grave peligro. Por ejemplo, romper aguas prematuramente puede provocar infecciones en el útero. Sin embargo, eso no implica que la única solución posible sea el aborto, cuyo único propósito es acabar con la vida del feto. Si el personal sanitario está suficientemente formado y existen medios y herramientas para poder hacer ciertas intervenciones, los médicos intentarán hacer lo posible para salvar la vida del no nacido. Ahora bien, puede que la intervención se complique y el bebé finalmente muera, pero no lo habrán matado voluntariamente.
===== Conclusión =====
En definitiva, aunque un embarazo indeseado sea una situación increíblemente difícil de afrontar, considero que eso no da el derecho de hacer prevalecer nuestro bienestar sobre la vida del feto. A modo de recapitulación, el no nacido es una persona vulnerable con derecho a la vida. El aborto constituye una supresión de este mismo derecho y tiene efectos perjudiciales en la madre, tanto a nivel físico como psicológico. Espero que en este ensayo haya demostrado por qué considero que esta práctica es inmoral. Es una lástima que la elección del aborto a menudo sea presentada como la única o la mejor opción para lidiar con el problema del embarazo indeseado.
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1 https://www.esadelawreview.com/evolucion-de-la-ley-del-aborto-en-espana-e-implicaciones-constitucionales
2 https://dle.rae.es/aborto?m=form
3 https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/36629778
4 https://www.nytimes.com/es/2022/01/04/espanol/prueba-prenatal-nipt.html
5 https://www.jpands.org/vol22no4/coleman.pdf
6 https://www.jstor.org/stable/2265091

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