Las redes sociales como lugares de debate público, no de discusión crítica

Autor: Germán Martínez Cabrera

En el ámbito de la teoría de la argumentación desde el punto de vista dialéctico podemos definir varios tipos de diálogos. Entre ellos, el debate y la discusión crítica son dos tipos que comparten la situación inicial, la diferencia de opinión, pero sus objetivos distan en un elemento: el auditorio. La discusión crítica, por su parte, busca convencer al contrario y en el proceso evaluar las ideas propias. En el debate no se da ninguna de esas dos condiciones, sino que el objetivo principal es convencer a un auditorio. Esta misión, en muchas ocasiones, se rige por un aparato institucionalizado y regulado por normas -como en el caso de los juicios o los debates académicos-.

Las redes sociales (RRSS), espacios digitales creados con el fin de la interacción social, podrían parecer instancias donde el intercambio de ideas y la discusión crítica son favorecidos por sus dinámicas -e incluso el imaginario colectivo parece sugerir tal cosa- ya que su poca institucionalización mantiene alejada la idea de que sea el debate el tipo beneficiado. Sin embargo, yo mantengo que la discusión crítica, lejos de estar privilegiada, está despreciada en favor del debate, que se muestra de una forma mucho menos institucional y favorecida por las dinámicas digitales y sociales propias.

Queda aclarar que esta posición no significa que no se dé la discusión crítica. Al contrario, un ámbito como el de las redes sociales, en el que el intercambio de información es libre al igual que los códigos utilizados, permite cualquier tipo de diálogo. Simplemente éste no está favorecido por la propia estructura de las RRSS. Además, he de añadir que estoy desarrollando este ensayo teniendo en mente redes sociales cuya forma principal de comunicación es el texto y son públicas como Twitter o Facebook.

En primer lugar, debo referirme a los aspectos más formales del diseño de las aplicaciones web. Al entrar en cualquier red social lo primero que encontramos es el espacio común en el que se sitúan todas las publicaciones de la gente a la que se elige seguir. Este foro público puede ser el muro, en el caso de Facebook, la timeline, en el caso de Twitter, etc. Algo a tener en cuenta es el carácter abierto de todas estas instancias. Cualquier usuario puede subir publicaciones, ver publicaciones y responder a publicaciones, todo ello de forma pública. Es decir, tanto lo que se lee como lo que se publica es un posible objeto de opinión.

Una vez puestos en contexto, considero que es en lo público de cualquier interacción donde la discusión critica se ve afectada. El confort social y la búsqueda de confirmación por parte de iguales adquiere mayor relevancia que, por ejemplo, evaluar las ideas propias gracias al interlocutor. La apertura del diálogo en las redes sociales hace que recibamos mucha más validación por medio de likes de quienes piensan igual que nosotros, relegando a un segundo plano la satisfacción intelectual de autoevaluarnos con ayuda de ideas contrarias. Un claro ejemplo de esto lo encontramos en elementos como la cita; en vez de responder directamente al contrario, se vuelve a publicar su post agregando un comentario propio. Es decir, con la cita se abre la discusión crítica a la opinión pública, manifestando claramente la intención de apelar a un auditorio y transformándola en debate.

Debido a este presupuesto, todas las interacciones se llevan a cabo teniendo ya en mente la idea abstracta de un oyente, un posible auditorio que aprecie la validez de los argumentos. Esta es la idea de la cultura del “zasca”; arremeter contra el contrario buscando inmediatamente una contradicción en su posición con el objetivo último de humillar y desvalorar.

Otro de los aspectos formales relevantes de las redes sociales es la limitación de caracteres -280 en Twitter- para cualquier post. El aforismo que sustenta esta reducción consiste en que “lo que no se pueda decir en 280 caracteres, no vale la pena decirlo”. Esta idea podría defender la discusión critica ya que forzaría a los participantes a limitarse al intercambio de ideas. No obstante, es casi imposible poder estructurar por escrito una buena posición sin que dé lugar a malentendidos en tan limitado número de caracteres.

Esta limitación no hace más que favorecer la superficialidad, las malinterpretaciones y, una vez más, el “zasca”. Contar con menos palabras no fuerza a sintetizar argumentos, sino que solo consigue fomentar la originalidad en las formas de “callar” al contrario para disfrute del auditorio.

Se podría contrargumentar mostrando como ejemplo redes sociales sin limitación de caracteres. Ante ello respondo que la fugacidad de internet provoca que los lapsos de atención se reduzcan. En algunos foros es posible escribir tanto como a uno le plazca, pero la atención que se presta a los posts kilométricos es infinitamente menor que la que se les presta a las publicaciones más sintéticas, lo que fuerza a resumir las ideas a defender y los argumentos utilizados.

En una correspondencia por carta o en un diálogo hablado la extensión no suele representar un problema, se asume que es necesaria para mostrar bien un argumento, pero en las redes sociales quien exponga las ideas de forma más llamativa y capte mejor la atención gana respecto al auditorio. Es decir, que no haya una limitación explícita no significa que no la haya de forma implícita.

Por otro lado, es usada en muchas ocasiones la noción del aislamiento en burbujas, según la cual en internet solo nos relacionamos con personas con ideas similares -como en una burbuja-, para explicar la experiencia de los usuarios de redes sociales. Sin embargo, se ha demostrado que es en la “vida real” donde más ideológicamente aislados nos encontramos. En las RRSS estamos hiperestimulados con posiciones contrarias a las nuestras.

Para algunas personas esto podría resultar muy atractivo, una forma de abrir la mente a nuevas realidades, pero para ciertas minorías las redes sociales se convierten en lugares hostiles. El anonimato hace mucho más sencillo el ataque directo al encontrase uno con una realidad aparentemente opuesta a la propia y que cuestiona su sistema de creencias. La actitud polarizante se convierte en un mecanismo de defensa contra el ciberacoso -acoso por medio de internet- cuando constantemente la identidad propia es puesta en duda o atacada. La confrontación constante con posturas radicalmente distintas genera un clima de hostilidad y por lo tanto se asume que no se va a convencer al contrario por falta de terreno común. Es decir, se da por sentado que es absurdo y un sinsentido intentar entablar conversación con alguien con ideales muy distintos a los propios, ya que la representación mental del otro se construye sobre un gran hombre de paja.

El anterior argumento, la idea de que en las redes sociales el contacto directo con opiniones contrarias es más común, podría utilizarse en mi contra para mantener que gracias a ello la discusión critica es mucho más abundante al poder evaluar nuestras posiciones con ayuda de otros. No obstante, en toda discusión critica es necesario cierto terreno común sobre el cual edificar un clima favorable para el intercambio sano de ideas. Este terreno en común no siempre debe significar ideas en común, puede simplemente referirse a respeto mutuo. La radical diferencia en posiciones presente en las redes sociales suele hacer que este elemento tan necesario, el respeto mutuo, destaque por su ausencia, lo que ya ni siquiera favorece el debate como yo pretendo mantener, sino la pelea.

Algunos podrían argumentar en mi contra que estoy tomando una posición activamente pesimista al describir los medios sociales en internet como espacios hostiles y seno de la radicalización donde la construcción de conocimiento es imposible. No pretendo juzgar si las redes sociales son buenas o malas, si algo las caracteriza es la exposición, tanto positiva como negativa. Las RRSS son un lugar magnífico para muchas actividades distintas al diálogo crítico; encontrar a iguales, educar o desarticular tesis peligrosas como la LGTBfobia, misoginia o racismo. Sin embargo, el intercambio de ideas se agota al salir de la zona de confort ideológica.

Muchos usuarios podrán mostrarme ejemplos magníficos de discusiones críticas en redes sociales y no niego tal posibilidad. Pero tales ejemplos quedan sumergidos bajo la gran cantidad de debates sin sentido. Las redes sociales son un instrumento magnífico y un gran megáfono para muchas realidades, pero considero por lo anteriormente expuesto que tratar de utilizarlas como un medio de discusión crítica es absurdo. Hay espacios, algunos también en internet, que se pueden utilizar mucho más eficazmente para este objetivo.

También se podría poner como ejemplo las cuentas privadas, en las cuales es necesario ser aceptado para poder ver y responder a las publicaciones del usuario, como instancias en las que es mucho más favorable la discusión critica al no ser tan público el dialogo. Sin embargo, la situación es similar. A pesar de que el auditorio se reduzca a su mínima expresión, solo se elimina el factor de que los interlocutores sean absolutos desconocidos -debido a que es requisito ser aceptado por el dueño de la cuenta- pero ello no implica que se deje de intentar apelar al auditorio por muy pequeño que sea.

El único espacio en el cual el auditorio se elimina por completo es el de los chats privados, lugares de intercambio de mensajes en tiempo real entre dos personas - como en WhatsApp-. Por lo tanto, concedo que en tal caso la idiosincrasia de los chats sí permite una discusión crítica gracias a dos características fundamentales: su similitud con el lenguaje hablado -aunque se ha de tener en cuenta la falta de los matices del lenguaje no verbal- y la inexistencia del auditorio.

En definitiva, los principales elementos que se interponen entre las redes sociales y la discusión critica son su carácter público y expositivo, la limitación en sus caracteres -de forma explícita o no- y la radicalidad de las posiciones.

Si bien es cierto que mi tesis se agota en formas como los chats privados, en el resto se mantiene válida mi posición. Otro tema que queda abierto y susceptible de ser desarrollado es cómo se puede construir una red social para que sea la discusión critica la beneficiada, ¿basta con una buena actitud de los usuarios o es necesario un diseño determinado?

Para concluir, no quiero desanimar en el uso de las RRSS sino que busco mostrar honestamente cómo se pueden, o no, utilizar. Tratar de dialogar críticamente con alguien sin éxito puede llegar a ser muy frustrante y entender que las dinámicas juegan en contra de uno mismo y comprender cómo lo hacen puede ayudar en gran medida a detectar cuándo se puede llevar a cabo el dialogo crítico y cuándo no.



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  • Última modificación: 2024/09/24 15:04
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