La huerta de Murcia: patrimonio vivo y desafíos para su conservación
Autora: Merche Carrillo Martínez
Introducción
Los veranos en casa de mi abuela, cuando era pequeña, eran un mundo aparte, envuelto en el aroma fresco de los limoneros y el dulzor de los higos maduros. El caserío, con su cocina abierta al huerto, era el escenario de nuestras pequeñas excursiones, donde mis primos y yo salíamos cada mañana a explorar cada rincón. Uno de ellos era la acequia que rodeaba el huerto; la frescura del agua y la sombra de los árboles nos ayudaban a soportar esos calurosos veranos murcianos.
Esa huerta que recuerdo de mi infancia y que ahora está en peligro es, sin embargo, uno de los espacios más singulares del municipio: resultado de siglos de intervención humana para aprovechar los recursos naturales de manera sostenible. Su origen se remonta a un sofisticado sistema de aprovechamiento hidráulico que comenzó con la división del río Segura en múltiples brazos, dando lugar a un ecosistema agrícola en armonía con su entorno. Este modelo forma parte de una cultura del agua ancestral que permitió la creación de más de 500 kilómetros de cauces en la Región de Murcia. Según el presidente de la Asociación para la Conservación de la Huerta (Murcia Huerta Viva), José Antonio Moreno Micol, “si se pierde esta cultura del agua, se pierden conocimientos y técnicas fundamentales para la gestión sostenible de los recursos hídricos” (Moreno Micol, 2011).
En este ensayo se argumentará que la conservación de la huerta de Murcia constituye un objetivo prioritario por sus múltiples valores —históricos, ecológicos, sociales y económicos— y se examinarán críticamente las principales objeciones a esta postura.
Razones para conservar la huerta de Murcia
En primer lugar, la huerta de Murcia posee un valor agrícola único por su continuidad histórica de más de mil años como espacio de cultivo activo. A diferencia de otros suelos agrícolas que han sido transformados por la urbanización o la agricultura intensiva, la huerta ha mantenido una organización tradicional del terreno que permite una producción diversificada a pequeña escala. Este modelo favorece una agricultura de cercanía, donde el productor y el consumidor están conectados sin intermediarios, algo cada vez más valorado por una sociedad que demanda alimentos frescos, de temporada y cultivados localmente.
El suelo fértil, además, es un bien escaso y esencial para la alimentación. Solo un 11% de la superficie del planeta es apta para agricultura (UNESCO, 2020). No es de extrañar que la UNESCO haya advertido sobre la pérdida constante de este recurso fundamental para la alimentación humana. Esto convierte a la huerta en una despensa local para la ciudad de Murcia, reduciendo la dependencia de alimentos procedentes de otros lugares y asegurando la soberanía alimentaria de las futuras generaciones.
Aparte de este valor agrícola, la huerta cumple una función esencial en la regulación ambiental, mitigando los efectos del cambio climático. Al rodear la ciudad de Murcia, actúa como un cinturón verde que ayuda a absorber CO₂ y a regular las altas temperaturas, creando un entorno más fresco y agradable. Su función natural de drenaje favorece la evacuación del agua durante episodios de lluvias torrenciales, reduciendo así el riesgo de inundaciones. Su extensa red de riego a cielo abierto constituye un corredor ecológico que alberga una rica biodiversidad de flora y fauna autóctonas.
En segundo lugar, la huerta es un testimonio vivo de la historia, ya que en su territorio se reflejan las distintas etapas de ocupación y desarrollo que han tenido lugar a lo largo de los siglos. No se trata únicamente de un espacio agrícola, sino de un paisaje cultural de gran valor, donde se entrelazan elementos arquitectónicos, arqueológicos e históricos con una rica tradición etnográfica. En ella se pueden encontrar vestigios del pasado, como castillos, fortalezas, palacios, acequias, acueductos, albercas, norias, molinos y puentes, que coexisten con expresiones culturales intangibles como la música, las costumbres y un léxico característico de la zona.
Por otro lado, desde la perspectiva económica, la huerta ha sido durante siglos el principal motor económico de la región, ya que su industria siempre ha estado vinculada al sector primario, como en el caso de las conservas. A pesar del deterioro que ha experimentado en los últimos años, sigue siendo una fuente de empleo y riqueza. Con políticas adecuadas, podría recuperarse y generar mayores beneficios tanto laborales como económicos.
Este ecosistema agrario no es solo un entorno natural, sino el resultado del esfuerzo continuo de generaciones de agricultores. Su conservación depende de un modelo basado en la calidad, en precios justos para los agricultores que garanticen la sostenibilidad del sector y en la concienciación de la población sobre la importancia de consumir productos locales. De esta manera, la huerta no solo se mantendría viva, sino que seguiría siendo un pilar fundamental para la economía y la identidad de Murcia.
Objeción: desarrollo urbano, modernidad y crecimiento económico
Algunos argumentan que la protección de la huerta podría ser un obstáculo para la expansión y modernización de la ciudad. El crecimiento demográfico hace necesario el desarrollo de nuevas infraestructuras, pero el mantenimiento de amplias zonas de suelo agrícola impide la construcción de viviendas, la mejora del transporte y la atracción de nuevas inversiones. Desde esta perspectiva, urbanizar estos terrenos facilitaría la modernización de Murcia, impulsando un desarrollo económico que fortalecería el tejido empresarial y generaría más empleo, elementos clave para consolidar una ciudad competitiva y adaptada a las exigencias del siglo XXI.
Refutación
La conservación de la huerta no es incompatible con un crecimiento demográfico y urbano equilibrado. De hecho, una planificación adecuada puede garantizar tanto la expansión de la ciudad como la preservación del suelo fértil, esencial para la soberanía alimentaria. Diversos estudios han evidenciado el impacto negativo del desarrollo urbano basado en un modelo disperso, que ocupa grandes extensiones de suelo, genera una alta dependencia del vehículo privado y dificulta el acceso a los servicios públicos, afectando la calidad de vida de los habitantes. Además, la urbanización descontrolada altera el microclima local, intensificando los efectos del cambio climático y la desertificación.
Por todo ello, es imprescindible apostar por un modelo de crecimiento basado en la rehabilitación de viviendas tanto en el centro de la ciudad como en sus barrios y en la propia huerta, evitando la construcción indiscriminada de obra nueva. Un crecimiento compacto y dirigido hacia zonas de menor valor ecológico permite conservar los beneficios naturales que aporta la huerta, como mantener un clima más fresco, proteger el suelo de la erosión y seguir produciendo alimentos de proximidad.
Lejos de ser un freno para el progreso, la protección de la huerta debe entenderse como una oportunidad para fomentar un desarrollo urbano sostenible, capaz de equilibrar el crecimiento económico con la preservación del entorno y la calidad de vida de la ciudadanía.
Objeción: problemas económicos para su conservación
Es comprensible que muchos se sientan desencantados con la idea de preservar la huerta, ya que en Murcia ha ido perdiendo su función agrícola tradicional debido a su baja rentabilidad y a que no hay relevo generacional en el sector. Los jóvenes no suelen estar interesados en dedicarse profesionalmente a la agricultura ni la ven como una actividad para su tiempo libre. Aquel huertecico que antes cuidaban nuestros abuelos o padres aún sobrevive en algunos casos, pero cada vez son menos. Esto ha provocado un abandono progresivo de las tierras de cultivo, agravado por la agroindustria, que produce a menor coste y hace que cultivar en la huerta sea poco competitivo. Además, muchos propietarios señalan que mantener el huerto heredado supone un gasto que no pueden asumir porque no obtienen ningún beneficio. En este contexto, la viabilidad económica del uso agrícola de la huerta se pone en duda, pues muchas tierras terminan en desuso y degradándose sin aportar rentabilidad para la población.
Refutación
Tengo que admitir que es cierto que la rentabilidad de la huerta ha disminuido y que muchas tierras han sido abandonadas. No obstante, esto no significa que su conservación sea inviable. Con políticas adecuadas como incentivos a los pequeños productores, apoyo a la agricultura ecológica y la promoción de circuitos cortos de comercialización, la huerta podrá recuperar su papel productivo. Además, cada vez hay más interés por parte de la población en cuidar su salud y tener una buena alimentación, en proteger el medio ambiente y en consumir productos locales, sostenibles y agroecológicos. Esto abre un nuevo mercado para la agricultura tradicional. Una estrategia clave sería apostar por la modernización del sector para que la huerta siga siendo ese motor económico que siempre ha sido, sin sacrificar su valor ambiental y cultural.
Conclusión
Por todo lo dicho, la huerta de Murcia es un ecosistema clave que debe ser protegido por su valor ambiental, cultural y económico. Su conservación ayuda a mantener un clima más agradable, evitar inundaciones, seguir produciendo alimentos de proximidad. En un contexto de cambio climático y desertificación, garantizar su permanencia no es solo una cuestión de identidad sino una estrategia esencial para el futuro de Murcia y sus habitantes.
Referencias
Moreno Micol, J. A. (2011). La Huerta de Murcia: Propuestas y acciones para su conservación desde la movilización ciudadana. Erph: Revista electrónica de patrimonio histórico, (9), 111-123.
UNESCO. (2020). The State of the World's Land and Water Resources for Food and Agriculture (SOLAW) – Main report. FAO: Rome.
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- Última modificación: 2025/07/16 11:45
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