(texto sacado de mi tesina, ver publicaciones; basado principalmente en Pearson & Vogler, 2001)

De entre todos los órdenes de insectos, los coleópteros constituyen, con cerca de 400000 especies descritas en todo el planeta y un número igual o mayor de especies aun no conocidas, el orden más numeroso del reino animal, y una cuarta parte de todas las especies conocidas (Hunt et al., 2007). La enorme diversidad de especies se traduce en una extraordinaria diversidad ecológica y morfológica, por lo que se encuentran en la gran mayoría de los ecosistemas terrestres, y en los de aguas continentales.

Dibujo de Cicindela fulgida por David Maddison

Un grupo peculiar dentro del orden Coleoptera son los cicindélidos, conocidos comunmente como “escarabajos tigre” por su nombre inglés (tiger beetles). Éstos constituyen uno de los grupos más extensamente estudiados de escarabajos para conocer su sistemática, su biología, su ontogenia, su ecología, su comportamiento, su distribución geográfica, su cariotipo y su filogenia. Hasta el momento, se han descrito unas 2300 especies de cicindélidos. Éstos se encuentran distribuidos sobre toda la superficie terrestre, exceptuando la Antártida, el Ártico norte por encima de 65º de latitud, Tasmania y algunas islas oceánicas tales como Hawái y las Maldivas. Se encuentran en un rango altitudinal desde el nivel del mar hasta los 3500 metros ocupando diversos ambientes. Algunas especies tienen gran valor como indicadores ecológicos debido a su estrecha relación con hábitats específicos. Con sus colores a menudo llamativos, un comportamiento peculiar y su habilidad para vivir en hábitats tan diversos como prados alpinos, desiertos, selvas tropicales y océanos, los escarabajos tigre, han despertado siempre una gran curiosidad entre científicos y aficionados. Se trata de un grupo muy rico en especies con gran capacidad de repartirse temporal y espacialmente los hábitats para evitar competencia.

Ciertas características distinguen a los cicindélidos del resto de adéfagos, suborden al que pertenecen:

1. Largas mandíbulas en forma de hoz.
2. Dientes simples alineados en el borde interior de la mandíbula con un agregado (“molar”) en la porción interior proximal de cada una.
3. Cuerpo alargado, con cabeza y ojos más anchos que el tórax (son cazadores que se guían principalmente por la vista).
4. Largas patas marchadoras.
5. Comportamiento constructor de túneles de la larva.

El estadío adulto de las especies de cicindélidos, sobre todo en las tribus Cicindelini y Megacephalini, presenta grandes similitudes en cuanto a morfología externa, proporciones y comportamiento. Las variaciones se refieren principalmente al tamaño, que varía de 5 mm a más de 4 cm; al color, observándose muchas especies de color negro brillante y otras con varias combinaciones, también brillantes, de diversas tonalidades de verde, violeta, azul, rojo y amarillo. Muchas especies tienen cuerpos cilíndricos y largas patas finas para correr rápidamente por tierra o entre la vegetación.

Los adultos tienen alas transparentes funcionales plegadas y ocultas bajo los élitros, que cubren la parte superior del abdomen y se abren para permitir el vuelo. Las alas son usadas para huidas de los depredadores, siempre cortas y a baja altura. Algunas especies las usan para dispersarse a gran distancia, mientras que otras carecen de ellas y son completamente terrestres.

Los cicindélidos son animales ectotérmicos, cuyo límite superior de temperatura se encuentra alrededor de los 47 o 49ºC. Algunas especies nocturnas tienen mecanismos para mantener la temperatura corporal en ausencia de radiación solar. Otras combaten el exceso de calor mediante iridiscencia, sedas o modificando la relación superficie/volumen o la cutícula (espesor, proporción de lípidos, etc.). También evitan el sobrecalentamiento mediante la posesión de largas patas, buscando sustratos húmedos o encarándose al Sol para reducir la superficie expuesta (Pearson y Vogler, 2001).