Desde hace años, sigo con mucho interés las publicaciones de Chantal Mouffe y Ernesto Laclau, una pareja intelectual y sentimental que ha engendrado obras de pensamiento político muy valiosas.
Acabo de leer las dos últimas publicaciones de Chantal Mouffe aparecidas en español: el libro En torno a lo político (Buenos Aires, FCE, 2007) y el librito Prácticas artísticas y democracia agonística (Barcelona, MACBA-UAB, 2007), en el que se recogen una conferencia, una entrevista y un artículo.
En ambas obras, Mouffe sigue fiel a lo que ella denomina una “democracia agonística, plural y radical”, una propuesta política inspirada en Carl Schmitt, en Antonio Gramsci, en los movimientos sociales de los años sesenta y setenta, y en pensadores como Jacques Derrida y Michel Foucault.
Con todos estos ingredientes, Mouffe ha elaborado un pensamiento original y coherente, que ha venido defendiendo desde hace más de dos décadas, tanto frente al marxismo leninista como frente a las diversas variantes del liberalismo, sea el liberalismo “agregativo” (que concibe la democracia como una pacífica competición, negociación y agregación de intereses particulares) o el liberalismo “deliberativo” (que concibe la democracia como un debate racional tendente a un consenso normativo universal). Ambos tipos de liberalismo incurren, según Mouffe, en un individualismo y un racionalismo que ignoran la esencia de lo político: la formación pasional de identidades colectivas antagonistas y la condición hegemónica y excluyente de todo orden socio-político históricamente instituido.
En sus últimas publicaciones, Chantal Mouffe dirige sus críticas contra los teóricos progresistas de la globalización (Anthony Giddens, Ulrich Beck, Jürgen Habermas, David Held, etc.), por anunciar la formación de una sociedad civil global y proponer una democracia y una ciudadanía cosmopolitas. Frente a ellos, Mouffe sigue fiel a las tesis de Schmitt: la esencia de lo político es el antagonismo entre “nosotros” y “ellos”, por lo que no cabe ningún “nosotros” mundial, ningún orden jurídico-político que abarque a toda la humanidad, ninguna democracia de alcance cosmopolita, sino que más bien hay que promover un “orden mundial multipolar”.
En mi opinión, el excesivo apego de Mouffe a Schmitt le lleva a incurrir en un error de bulto: creer que el “nosotros” debe ser necesariamente un demos cerrado, delimitado, circunscrito desde el punto de vista étnico y territorial, concebido como un “pueblo” en cuanto sujeto político soberano y confrontado con otros pueblos igualmente cerrados y soberanos. Ese viejo presupuesto de la tradición política occidental, que va de Platón a Schmitt, está siendo cada vez más problematizado por el pensamiento contemporáneo y por la propia experiencia de la globalización.
Ya Hannah Arendt, tras la experiencia totalitaria, había reclamado una “nueva ley en la Tierra” que acabara con el desajuste entre los derechos humanos (que son universales) y los derechos de ciudadanía (que son nacionales). La posición de Mouffe le impide comprender que las grandes formas de dominación social son cada vez más globales (como lo prueban las nuevas corporaciones transnacionales y los nuevos movimientos migratorios) y que por tanto no pueden ser combatidas más que mediante la institucionalización de procedimientos democráticos y derechos de ciudadanía igualmente globales, que no sustituirán a los de ámbito nacional y local, sino que más bien habrán de solaparse con ellos. De hecho, el movimiento socialista nació ya en el siglo XIX como un movimiento internacionalista y federalista, pues se enfrentaba a un régimen capitalista que desde su origen era y es de alcance mundial.
El reciente acuerdo de la democrática Unión Europea para cerrar las fronteras a los inmigrantes y facilitar la deportación de los ocho millones de “sin papeles” que residen en Europa es una buena prueba de que hoy en día una democracia definida en clave exclusivamente nacional (e incluso en clave exclusivamente europea) es una contradicción en los términos. El desaparecido Derrida, al que Mouffe aprecia tanto, denunció en repetidas ocasiones esta contradicción cada vez más intolerable.
No obstante, considero que sigue siendo muy valiosa la propuesta de “democracia agonística, plural y radical” que Chantal Mouffe y su compañero Ernesto Laclau han ido elaborando durante las tres últimas décadas, y especialmente desde 1985.
En 1985, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe publicaron Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia (Buenos Aires, FCE, 2004). En aquellos años, se debatía sobre la crisis del marxismo en el contexto más general de la crisis de la modernidad, tras la irrupción de los nuevos movimientos sociales (tanto en el Oeste capitalista como en el Este comunista) y de las nuevas propuestas teóricas del estructuralismo y el postestructuralismo. El acierto de Laclau y Mouffe consistió en cuestionar las limitaciones teóricas del marxismo y al mismo tiempo renovar su potencial crítico y emancipador desde la perspectiva abierta por las nuevas luchas sociales y las nuevas filosofías de los años sesenta y setenta.
En cuanto a las limitaciones del marxismo, Laclau y Mouffe señalaron sobre todo su reducción de todos los antagonismos sociales al antagonismo de clase, su desprecio hacia la democracia liberal, su esencialización de la clase obrera como sujeto universal revolucionario y su concepción de la revolución como un final de la historia y una reconciliación definitiva de la humanidad.
Estos dos autores defendieron la pluralidad de los antagonismos y de las luchas, la posibilidad y la conveniencia de que ese pluralismo se manifieste en el marco jurídico-político de una democracia radicalizada, la necesidad de articular “cadenas de equivalencia simbólica” entre las distintas luchas sociales para reconstruir el proyecto político socialista frente a la hegemonía del neoliberalismo, y la convicción de que los antagonismos sociales son inherentes a la condición humana, por lo que todo régimen histórico es y será el resultado contingente de una estructura de poder hegemónica.
Posteriormente, Laclau y Mouffe han desarrollado estas ideas en diversas publicaciones individuales y colectivas. En cuanto a Ernesto Laclau (1935, Buenos Aires, Argentina), aunque inicia su vida intelectual y política en la ciudad porteña, acaba trasladándose a Inglaterra, invitado y apadrinado por el historiador Eric Hobsbawm, y durante las últimas décadas ha sido profesor de Teoría Política en la University of Essex y director del programa de doctorado sobre Ideología y Análisis del Discurso.
Ernesto Laclau ha publicado varios libros, pero me limitaré a destacar su importante y reciente obra La razón populista (Buenos Aires, FCE, 2005), dedicada precisamente a Chantal Mouffe “treinta años después”. Este libro sobre el “populismo”, que toma como referencia el populismo estadounidense, el kemalismo turco y el peronismo argentino, pretende elaborar una teoría política general sobre la formación de las identidades colectivas, inspirada en autores como Gramsci, Lacan y Derrida. La obra concluye con tres atinados comentarios críticos sobre Slavoj Zizek, sobre Imperio (de Antonio Negri y Michael Hardt), y sobre Jacques Rancière. Puede consultarse una entrevista al autor centrada en este libro y sobre todo en sus comentarios críticos finales.
En cuanto a Chantal Mouffe (1943, Charleroi, Bélgica), tras estudiar en Lovaina, Paris y Essex, acaba siendo profesora de Teoría Política en la University of Westminster y miembro del Collège Internationale de Philosophie de Paris. Tras la obra realizada de forma conjunta con Ernesto Laclau, ha publicado tres importantes libros de teoría política, donde debate con muy diversos pensadores contemporáneos (Schmitt, Arendt, Rawls, Bobbio, Wittgenstein, Habermas, Giddens, Beck, Held, etc.) y donde desarrolla de una manera muy clara y muy rigurosa su concepción de una democracia agonística, plural y radical: El retorno de lo político. Comunidad, ciudadanía, pluralismo democracia radical (Barcelona, Paidós, 1999); La paradoja democrática (Barcelona, Gedisa, 2003), y En torno a lo político (FCE, Buenos Aires, 2007). A estas obras hay que añadir, como ya he dicho antes, el reciente librito Prácticas artísticas y democracia agonística (Barcelona, MACBA-UAB, 2007), que recoge una conferencia, una entrevista y un artículo.
En cuanto a las publicaciones colectivas en las que han participado Laclau y/o Mouffe, citaré solamente dos: Contingencia, hegemonía, universalidad. Diálogos contemporáneos en la izquierda (Buenos Aires, FCE, 2004), con textos de Ernesto Laclau, Judith Butler y Slavoj Zizek, y Desconstrucción y pragmatismo (Barcelona, Paidós, 1998), con textos de Chantal Mouffe, Ernesto Laclau, Jacques Derrida y Richard Rorty.
La línea de pensamiento de Laclau y Mouffe se inscribe en una corriente de teóricos políticos actuales que reivindican la necesidad de repensar y radicalizar la democracia, más allá de la vieja disyuntiva entre el marxismo y el liberalismo. En esta línea se encuentran también Claude Lefort, Jacques Rancière, Etienne Balibar, etc.
Última actualización: mayo_2008 26/05/2008 13:27
El martes 13 de mayo se celebró en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) un debate titulado Las nuevas formas del totalitarismo, organizado por la editorial Herder y moderado por Manuel Cruz, catedrático de Filosofía de la Universidad de Barcelona y director de la colección “Pensamiento” de dicha editorial.
En esta nueva colección se han publicado ya textos de Claude Lefort, Fina Birulés, Javier Echeverría, Helena Béjar, Antonio Valdecantos, Antonio Campillo y Simona Forti. Y están anunciados otros tres libros de Nancy Fraser (Escalas de justicia, Barcelona, 2008), Judith Butler y Roberto Esposito.
En el debate celebrado en Barcelona, intervinimos tres de los autores que hemos publicado recientemente en la colección dirigida por Manuel Cruz: Fina Birulés, profesora de Filosofía en la Universidad de Barcelona y autora del libro Una herencia sin testamento: Hannah Arendt, que presentó la ponencia “¿He dicho totalitarismo?”; Simona Forti, profesora de Historia de la Filosofía Política en la Universidad del Piamonte Oriental (Italia) y autora del libro El totalitarismo: trayectoria de una idea límite, que presentó la ponencia “Los espectros contemporáneos del totalitarismo”; y yo, que acabo de publicar El concepto de lo político en la sociedad global, y que presenté la ponencia “La violencia en la sociedad global”.
El debate se celebró en la Sala Mirador, una amplia estancia situada en la planta más alta del CCCB, rodeada de grandes ventanales y desde la que podía contemplarse Montjuic y las numerosas torres, terrazas y tejados de la ciudad. Asistieron al debate más de cien personas, sobre todo estudiantes y profesores, y tras las intervenciones de los ponentes hubo un coloquio muy animado con varios de los asistentes.
Al día siguiente por la mañana, en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona, situada justo enfrente del CCCB, en la calle Montalegre del barrio del Raval, la profesora Simona Forti dio una charla titulada La cuestión del biopoder: entre Arendt y Foucault, organizada por el Seminari Filosofia i Gênere, que dirige Fina Birulés. Tras la exposición de la filósofa italiana, que había sido previamente traducida al catalán y distribuida por escrito, hubo también un coloquio en el que participamos varios estudiantes y profesores.
Última actualización: mayo_2008 18/05/2008 14:51
Acaba de publicarse el último libro de mi buen amigo José Luis Moreno Pestaña (Linares, 1970), profesor de Filosofía en la Universidad de Cádiz: Filosofía y Sociología en Jesús Ibáñez. Genealogía de un pensador crítico (Siglo XXI, Madrid, 2008). Quiero anotar aquí algunos comentarios sobre el libro, su autor y algunas cosas más.
Conocí a José Luis Moreno cuando presentó en la Universidad de Granada su tesis de doctorado, en la que estudiaba los primeros años de formación del pensamiento de Michel Foucault. Él era entonces un joven profesor de Trabajo Social en la Universidad de Jaén. Su director de tesis fue Francisco Vázquez García, que ya entonces era profesor de Filosofía en la Universidad de Cádiz, cuando aún vivía el muy querido Mariano Peñalver Simó. Francisco Vázquez y yo nos habíamos conocido en París, precisamente en unas jornadas sobre Foucault, y desde entonces nos hicimos muy buenos amigos. El caso es que me invitó a participar en el tribunal de la tesis, y a partir de entonces encontré a un nuevo amigo: José Luis Moreno.
Después de escribir su tesis, José Luis Moreno comenzó a estudiar la obra del sociólogo francés Pierre Bourdieu y entró en contacto con algunos miembros de su escuela en el Centre de Sociologie Européenne, perteneciente a la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París. Esto le llevó a reescribir su tesis adoptando la metodología sociológica elaborada por Bourdieu para el estudio de los campos culturales, y el resultado fue un magnífico libro, editado simultáneamente en Francia y en España: Convirtiéndose en Foucault. Sociogénesis de un filósofo (Barcelona, Montesinos, 2006).
Este doble interés por la obra de Foucault y de Bourdieu, y, de modo más general, este empeño en combinar la reflexión filosófica con la investigación empírica en las ciencias histórico-sociales, lo comparte con Francisco Vázquez, quien, tras la muerte de Mariano Peñalver, convenció a José Luis Moreno para que se fuese a trabajar con él en la Universidad de Cádiz. Ambos han coordinado el volumen colectivo Pierre Bourdieu y la Filosofía (Barcelona, Montesinos, 2006).
Francisco Vázquez García cuenta ya con una amplia y rigurosa obra de investigación histórica y filosófica, que incluye sendos estudios sobre Foucault y sobre Bourdieu, y que en su mayor parte está centrada en la historia de la sexualidad y de la biopolítica en España: desde su impresionante Sexo y razón. Genealogía de la moral sexual en España (siglos XVI-XX) (Akal, Madrid, 1997), en colaboración con Andrés Moreno Mengíbar, hasta La invención del racismo. Nacimiento de la biopolítica en España (siglos XVII-XX), de próxima aparición en Akal.
Desde 2006, Francisco Vázquez coordina un importante proyecto de investigación titulado “Intelectuales y calidad democrática en la España contemporánea. Un estudio sobre el campo filosófico”, en el que participan José Luis Moreno y otros investigadores. Se trata de una historia de la filosofía española contemporánea, desde el final de la Guerra Civil hasta las primeras décadas de la democracia.
Pero es un tipo de historia muy diferente de otras dos que se vienen practicando en nuestros país en los últimos años: el “hispanismo filosófico” de José Luis Abellán y la “historia conceptual del pensamiento político hispánico” de José Luis Villacañas. Metodológicamente, el proyecto que coordina Francisco Vázquez se inspira en tres grandes orientaciones de la llamada “sociología de la filosofía”: la monumental obra del sociólogo estadounidense Randall Collins (Sociología de las filosofías. Una teoría global del campo intelectual, Barcelona, Hacer, 2005), los numerosos estudios del sociólogo francés Pierre Bourdieu y de su escuela, y los trabajos “sociofilosóficos” del filósofo británico Martin Kusch.
Conozco un primer borrador del trabajo que está realizando Francisco Vázquez y me parece una investigación magnífica por el rigor metodológico, por la riqueza de fuentes consultadas y por la libertad de juicio en el análisis de los casos concretos. Cuando se publiquen los resultados de todo el equipo, previsiblemente en un par de volúmenes, va a ser una obra de referencia fundamental para conocer la génesis y las transformaciones del pensamiento español contemporáneo, así como su imbricación en las diversas redes de poder social, económico, académico, religioso, cultural y político, tanto en el período del franquismo como en las primeras décadas de la democracia.
El libro que José Luis Moreno acaba de publicar sobre el filósofo y sociólogo Jesús Ibáñez es un primer resultado de esta investigación genealógica sobre el pensamiento español contemporáneo.
Este breve, enjundioso y muy documentado estudio, me ha interesado por varios motivos. En primer lugar, como ya he dicho, por la amistad que me une a su autor y por lo mucho que aprecio su trabajo y su trayectoria intelectual.
En segundo lugar, por el tipo de metodología histórica y sociológica que pone en juego, y con la que pretende mostrar que la trayectoria biográfica de un “pensador crítico” como Jesús Ibáñez no puede comprenderse sin reconstruir las complejas redes sociales que la hicieron posible. Esta metodología evita caer en los juicios sumarios y contrapuestos del encomio hagiográfico o el cliché descalificador. Se trata de juzgar al pensador crítico a través de sus diversos rostros y peripecias vitales, no como una figura exenta que trasciende su tiempo mediante el pensamiento, sino como personaje que actúa, habla, escribe y busca el reconocimiento de los otros mediante su participación en diversas redes intelectuales e institucionales.
El resultado de esta reconstrucción genealógica es el esquema que el autor ofrece en la página 132 de su libro, denominado las “Formas de consagración y fases de trayectoria en Jesús Ibáñez”, y en el que se resume un juicio muy matizado, pero también muy claro: según José Luis Moreno, la trayectoria de Jesús Ibáñez va del falangismo disidente al izquierdismo radical y de la filosofía zubiriana a la sociología crítica, con su clímax creativo en la innovación metodológica de los grupos de discusión como procedimiento de investigación cualitativa en sociología; pero, una vez que obtiene su consagración institucional e intelectual, Jesús Ibáñez pierde autonomía creativa, se aleja de la sociología empírica, regresa a la especulación filosófica y se convierte en un ingenioso repetidor del posmodernismo franco-alemán.
Este es el tercer motivo de mi interés por el libro de José Luis Moreno: no es solo un estudio sobre la “vida y obra” de Jesús Ibáñez, sino también sobre el proceso de formación de la sociología española (en su doble vertiente “crítica” y “profesional”), a partir de la filosofía del nacionalcatolicismo y el falangismo de la posguerra. Es un estudio que se inscribe, como ya he dicho antes, en un proyecto más amplio de reconstrucción histórica del pensamiento español de la segunda mitad del siglo XX.
En cuarto lugar, el libro me ha interesado especialmente porque Jesús Ibáñez fue profesor mío a mediados de los años setenta, cuando yo estudiaba la licenciatura de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y la simultaneaba con mis estudios de Filosofía en la misma universidad. Así que también yo me siento vinculado a la historia narrada por José Luis Moreno e interpelado por ella. También mi trayectoria intelectual se ha movido a caballo entre la filosofía y la sociología, con todas las ventajas e inconvenientes de una posición tan excéntrica.
Finalmente, el propio José Luis Moreno también se mueve entre la sociología y la filosofía, y también él reconoce su deuda intelectual con la obra de Jesús Ibáñez. Así que el libro es, en cierto sentido, una especie de autoanálisis y autocrítica, un ejercicio reflexivo por parte del autor, un esfuerzo por objetivar y definir su propia inscripción en los dos campos intelectuales de la sociología y la filosofía españolas, y una defensa de la posición fronteriza que ocupa y que desea seguir ocupando en ellos o entre ellos.
Una prueba de esa posición fronteriza es el trabajo de investigación social que José Luis Moreno viene desarrollando en los últimos años, un trabajo a un tiempo empírico y conceptual, sociológico y filosófico, sobre los trastornos alimentarios y sobre el modo en que afectan a la experiencia del propio cuerpo, es decir, a la identidad personal. Una investigación que, según anuncia el autor, dará lugar a un próximo libro, provisionalmente titulado Cuerpos con clase.
Un último dato: esta línea de trabajo sobre la identidad corporal y sus mediaciones sociales es la contribución con la que José Luis Moreno va a participar en el proyecto de investigación que yo coordino, con el título Transformaciones de lo político, del totalitarismo a la globalización. Así que son muchos y muy diversos los motivos por los que celebro la publicación de su libro sobre Jesús Ibáñez.
Última actualización: mayo_2008 06/05/2008 23:29
He terminado de leer la novela Vida y destino (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2007, traducción de Marta Rebón), del escritor ucraniano-ruso-judío Vasili Grossman. Sobre este autor ha publicado una biografía el historiador británico Antony Beevor: Un escritor en guerra. Vasili Grossman en el Ejército Rojo, 1941-1945 (Barcelona, Crítica, 2006).
La novela Vida y destino, basada en la experiencia vivida por el propio Grossman como cronista de la Segunda Guerra Mundial, es un libro de 1111 páginas, con unos 150 personajes “principales”. Es lo que suele llamarse una novela coral, en la que se narran las vidas paralelas y entrecruzadas de muy diversos personajes: rusos y alemanes, militares y civiles, políticos y científicos, escritores y campesinos, líderes como Hitler y Stalin y prisioneros de los campos nazis y soviéticos.
En efecto, el autor describe el horror de los campos nazis y el terror del régimen estalinista, pero también el choque frontal entre los dos ejércitos en la decisiva batalla de Stalingrado. Y, sobre todo, describe las vidas de unos cuantos seres desengañados y atormentados que tratan de preservar la vida, la dignidad, la humanidad y el amor, en medio de tanta violencia y tanta insensatez.
Las numerosas historias que Vasili Grossman nos cuenta en esta novela son como hilos sueltos que se van anudando y desanudando, sin que podamos conocer ni el principio ni el final. Son fragmentos de vidas singulares y efímeras que por azar se vieron destinadas a sobrevivir en el gran escenario de la Historia con mayúscula. No hay una trama argumental, una intriga con planteamiento, nudo y desenlace. Hay numerosas y descoyuntadas piezas de un rompecabezas que nunca podrá ser recompuesto, porque está lleno de huecos, ausencias, heridas, recuerdos dolorosos y expectativas frustradas.
La novela es como un gran tapiz deshilachado en el que se pueden encontrar toda clase de texturas y colores, y en el que se van entremezclando el testimonio vivido, la denuncia política, la reflexión moral y la más sobria poesía. Es una obra que llega al corazón y al pensamiento. Merece la pena leerla muy despacio y dejar que vaya calando en el alma poco a poco. Es toda una experiencia de la mejor literatura.
Transcribo a continuación el texto de las solapas del libro.
Vasili Grossman (Berdichev, 1905 - Moscú, 1964)
Escritor y periodista ruso, cubrió con sus crónicas la batalla de Stalingrado y fue el primero en dar noticia al mundo de la existencia de los campos de exterminio nazis. Escritores como Maksim Gorki y Mijail Bulgákov alabaron en su día las primeras obras literarias de Grossman.
Autor de novelas y relatos, Vida y destino es su obra cumbre, el Guerra y paz de la Segunda Guerra Mundial, cuya publicación sería prohibida por el régimen soviético de Jrushov y le valdría a su autor la condena al ostracismo. Su retrato de la sociedad de la URSS con el trasfondo de la guerra, había puesto en evidencia el desmoronamiento moral e ideológico del comunismo y la fortaleza del alma humana ante el terror.
Tras ser recuperada milagrosamente una copia del manuscrito, la obra pudo publicarse allende las fronteras de la URSS en los años ochenta -de donde salió clandestinamente microfilmada- y se convirtió en un referente literario e intelectual. Grossman no llegaría a verla publicada.
Vida y destino
Vida y destino consigue emocionar y perturbar al lector desde la primera línea y resiste -si no supera- la comparación con otras obras maestras como Guerra y paz o Doctor Zhivago. En la batalla de Stalingrado, el ejército nazi y las tropas soviéticas escriben una de las páginas más sangrientas de la historia.
Pero la historia también está hecha de pequeños retazos de vida de la gente que lucha para sobrevivir al terror del régimen estalinista y al horror del exterminio en los campos, para que la libertad no sea aplastada por el yugo del totalitarismo, para que el ser humano no pierda su capacidad de sentir y amar.
En la literatura hay pocas novelas que hayan logrado transmitir esto con tanto intensidad. Vida y destino es una novela de guerra, una saga familiar, una novela política, una novela de amor. Es todo eso y mucho más. Vasili Grossman aspiraba quizás a cambiar el mundo con su novela, pero lo que es seguro es que Vida y destino le cambia la vida a quien se adentra en sus páginas.
Última actualización: mayo_2008 01/05/2008 04:24
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