CABEZO DEL CASTILLO DE LOS GARRES

— — — — — — — — — — — — — —

El Cabezo del Castillo de los Garres se sitúa justo encima de la pedanía del mismo nombre. Si bien es la cara norte la que podemos ver desde el pueblo, son sus vertientes sur y oeste las que presentan mejores opciones para la escalada y las que cuentan con un buen surtido de vías, en su mayoría completamente equipadas.

El acceso a pie desde el pueblo se puede hacer fácilmente en unos 15-20 minutos, ya sea por el este, partiendo de la calle Antonio Díaz, o por el barranco de los Garres, al oeste.

El acceso en coche se hace por la carretera que sube desde la pedanía de Los Garres al paraje de la Cresta del Gallo. Su silueta a la derecha de la carretera delata claramente la zona. Apenas un centenar de metros después de dejar atrás la conocida como finca de La Tana podemos encontrar unos pequeños ensanchamientos a ambos márgenes de la carretera para dejar el coche. La aproximación desde estos aparcamientos hasta el pie de la pared apenas nos llevará 3-5 minutos.

Durante los meses de invierno, la cara sureste ofrece las mejores opciones para escalar al sol por la mañana, y a partir de mediodía en el sector oeste. Por el contrario, en verano se puede escalar muy bien a la sombra a partir de las 4-5 de la tarde en la cara sureste, mientras que en el sector oeste se puede escalar a la sombra en verano casi toda la mañana.



Sector La Tana 1

Sector La Tana 2

Sector Pared del Castillo

Sector Pared de la Arista


Un poco de historia

El Cabezo del Castillo de los Garres, pese a ser una pequeña elevación rocosa de modesta altitud (253 m.s.n.m.), constituye un excelente mirador sobre la vega de Murcia. Esta situación privilegiada, unido a lo escarpado de su acceso, hicieron de él un notable enclave de vigilancia y defensa en la época paleocristiana, un periodo en el que lo que hoy es la ciudad de Murcia era una vega pantanosa, sometida a frecuentes crecidas del río. El paso natural y las zonas habitables estaban, por tanto, al pie de la sierra. Muestra de ello es que todas las poblaciones del pie de la sierra, desde Torreagüera hasta El Palmar, se encuentran “comunidadas” a través de la Cañada Real de Torreagüera. Si bien esta vía pecuaria de primer orden está protegida por la ley [1], se encuentra en un lamentable estado de abandono por parte de las administraciones que han permitido, sin mostrar interés alguno por fijar los deslindes [2], a particulares no ya solo el aprovechamiento de dicho terreno sino hasta cortar el recorrido, vallándolo, y su aterrazamiento sin respetar en absoluto su trazado, que constituye un preciado bien común.

Una reivindicación histórica de muchos colectivos ciudadanos es recuperarla para el uso de la ciudadanía (a quien, en definitiva, pertenece), lo que sin duda sería una auténtica joya para el paseo, práctica deportiva y recreo a lo largo de todo el pie de la sierra.

Volviendo al asunto que nos ocupa, el Castillo de Los Garres constituía, en consecuencia un magnífico punto de observación al paso a través de la vega y, particularmente, entre los puertos de La Cadena y Garruchal. Aunque parecen haber indicios de presencia humana previa, el castillo empieza a construirse en el siglo III, primeramente como puesto de vigilancia y más tarde, entre los siglos IV y V como un asentamiento estable (se estima que de hasta de 400 personas). Se abandonó por completo alrededor del siglo VII. No hay indicios de ocupación estable posterior.

En la figura siguiente puede verse una reconstrucción en planta de lo que podría ser la extensión, algunas dependencias y los accesos al castillo.

[1] Las cañadas reales tienen como ancho 75 metros (90 varas castellanas).

[2] Hasta el momento la única actuación emprendida -sobre el papel- es la Orden de la Consejería de Presidencia (BORM Nº 259, de 08/11/2012) por la que acuerda la ampliación de plazo máximo de resolución en la aprobación del deslinde parcial de la vía pecuaria “Cañada Real de Torreagüera” tramo comprendido entre la subida al Puerto de la Cadena y el cementerio de la Alberca (término municipal de Murcia).

Inicios de la escalada

Dada su proximidad a las zonas habitadas, las paredes del cabezo han sido tradicionalmente destino de escaladores de la ciudad de Murcia, aunque su interés queda relegado a un muy segundo plano por la escuela de escalada de la Cresta del Gallo y Panocha, que constituye la verdadera escuela de escaladores murcianos.

Las primera vías de escalada datan de finales de los años 70 del siglo XX y se sitúan en las vertientes Sur y Oeste del macizo rocoso. Es de destacar que, en la primera guía de escalada que se editó en Murcia a principios de los años 80 del siglo pasado, esta era una de las zonas de escalada destacadas en el municipio de Murcia.

Se trata de rutas cortas de dificultad moderada, ideales para iniciación, en un entorno de pinos muy agradable. Este carácter de iniciación, casi familiar, ha contribuido sin duda a la conservación del entorno, a la vez que permite poner en valor la riqueza cultural y paisajística del lugar.

En este sentido, cabe destacar que la sensibilidad entre el colectivo de escaladores que frecuentan esta escuela de escalada es notable, procurando la máxima limpieza de los senderos y accesos. Además, con el fin de preservar la naturaleza original del castillo, en las rutas que llegan a la cumbre, no se instala ningún tipo de anclajes fijos en las reuniones superiores. De este modo, el visitante, en su paseo por la meseta cimera, no verá ningún elemento ajeno o añadido al entorno.

Portada de la guía y planos con la localización de las zonas de escalada

  • cabezo_del_castillo_de_los_garres.txt
  • Última modificación: 2024/03/09 12:52
  • por gdleon@um.es