Inquisiciones

Inquisiciones: refiérese a la acción de indagar, averiguar o examinar cuidadosamente algo.
Hacer inquisiciones: examinar los papeles, y separar los inútiles para quemarlos.


Sánchez no da marcha atrás sobre la publicación del 'ranking' de colegios

Jugando con las cartas marcadas, siempre gana la banca.

Recientemente hemos asistiendo a un debate o a una polémica no sólo desde la Consejería de Educación de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, sino también desde el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte referido a la publicación de un ranking de centros tras la prueba de diagnóstico recientemente realizada en los centros de primaria y secundaria de nuestra región.

Un ranking que a priori no parece que sea malo si lo entendemos como una herramienta para identificar dónde se producen los cuellos de botella de nuestro modelo educativo, o saber qué es lo que se le pide al alumnado, y si éste responden al nivel de exigencia propuesto desde las instituciones públicas. Pero la realidad es más tozuda. Detrás de este discurso amparado en la transparencia, en la libre elección de centro, o en la eficiencia hay otros intereses no tan claros.

Les puedo adelantar los resultados de dicho ranking. No porque tenga los datos, o una varita mágica que me permita saberlo, ni mucho menos; pero es una realidad científica que los sociólogos venimos demostrando, verificando y repitiendo desde hace mucho tiempo, y que los políticos y los medios de comunicación tienden a obviar. Desde que Coleman, en 1966 a través de un informe que lleva su nombre, solicitado por el Presidente y el Congreso de los Estados Unidos afirmara que las diferencias en los resultados educativos en las escuelas de este país no dependían de la cantidad de recursos económicos destinada a los centros, ni tampoco de las diferencias raciales entre blancos y negros, sino más bien del origen social del alumnado; las evidencias empíricas en esta materia han sido numerosas. En otras palabras, Coleman y otros muchos científicos sociales vienen a decir que en centros educativos homogéneos cuyo alumnado proviene de clases medias, acomodadas o altas, los resultados serán mejores en éstos que en aquellos centros heterogéneos, desde la perspectiva de clase. Y lo explicaba de la siguiente manera: “El handicap del alumno negro no es únicamente que debe hacer frente a sus propios problemas socio-económicos de su hogar, sino que está rodeado de gente con las mismas desventajas, que más que animarlo hacia un mejor desempeño académicos le hacen ser más pesimista acerca de su futuro”.

Lo que nos vamos a encontrar con el ranking de centros educativos de la Región de Murcia va a responder a esta imagen. Los centros que estén ocupados por miembros de clases sociales que tengan capital económico suficiente para pagar centros privados o concertados, o aquellos colegios públicos que por localizarse en barrios de clase acomodada, estarán mejor posicionados dentro de este ranking. Entre otras razones porque se produce un filtro previo de su alumnado.

Sin embargo, no todos jugamos con la misma baraja. Como sabemos, la mayoría de los niños y niñas con algún tipo de déficit educativo, ya sea socioeconómico, por su nacionalidad especialmente por el idioma, o bien con algún tipo de déficit intelectual, de desarrollo, motórico, etc… son desviados a los centros públicos, bajo el pretexto de que los centros concertados no están preparados para acoger a este tipo de alumnado. Pero sí están preparados para recoger los costes de financiación de personal que les otorga la Comunidad Autónoma porque supuestamente sale más barato externalizar un servicio público (eufemismo de privatización) que dotar de calidad al mismo. De hecho esto es una forma fácil, indirecta y social y, políticamente aceptada de tamizar el alumnado potencialmente “bueno”, del “malo”.

De aquí, es desde donde parte mi reflexión sobre esos intereses no tan claros que apuntaba antes. La realidad es que el discurso que se intenta promover desde las instituciones conservadoras, públicas y privadas, tanto murcianas, como españolas es que lo público no funciona, y lo privado sí. Yo puedo estar de acuerdo en parte de este axioma; que no lo es tal. La iniciativa privada siempre funciona mejor que la pública en la búsqueda del beneficio, pero no siempre funciona con la misma eficiencia en la búsqueda de la igualdad de oportunidades, ni en la lucha contra la desigualdad. Alguien me podría decir que esa no es su función. Obviamente, para eso están las instituciones públicas, para hacer lo mejor para sus ciudadanos independientemente de los costes. Y la verdad que jugar con las cartas marcadas ayuda a la iniciativa privada a tener más éxito que la empresa pública. Cómo se marcan las cartas: desviando, aunque sea de manera legal, fondos públicos para financiar la escuela privada, cediendo terrenos de manera gratuita, sobresaturando la oferta educativa de centros concertados en zonas escolares con suficientes centros públicos, eliminando la obligación del estado de ofertar suficientes plazas escolares en centros públicos, recortando los recursos destinados a las escuelas públicas, empeorando las condiciones de trabajo del profesorado, reduciendo la inversión en políticas compensatorias de los déficits educativos del alumnado que va a los centros públicos, creando una ley que fomenta la segregación por clase social de nuestros hijos, eliminando del currículo la educación en valores cívicos, la igualdad y el derecho de todos a una educación de calidad, etc…

Y con esto concluyo, ¿iniciativa privada en libre concurrencia? Sí. ¿Con las cartas marcadas? No… porque siempre gana la banca.

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  • Última modificación: 2014/10/02 13:34
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