¿Legalización del cannabis?

Autora: Tania Aroca Aroca

La cuestión de la legalización del cannabis ha sido objeto de controversia desde hace décadas entre los políticos, los especialistas y la sociedad en general. Teniendo en cuenta que el uso del cannabis y derivados es uno de los más altos (si no el más alto) entre las drogas ilegales, podemos imaginar la importancia y trascendencia que tiene el debate. Lo que causa alarma social es que afecta sobre todo a la población joven (va desde los 15 a los 34 años). Además, preocupan otros datos, como que el consumo entre los jóvenes tiene una prevalencia alta, o la aparición de diversas publicaciones que asocian el consumo con actos delictivos (sobre todo hurto). Así, los que están en contra alegan que la legalización supondrá un aumento del consumo y supondrá un peligro para la salud pública. Por el contrario, las leyes de países como Holanda defienden que la legalización hace que drogas como la heroína pierdan popularidad, que se fomente la investigación médica con cannabis o que el narcotráfico descienda.

El debate sobre la legalización está abierto y en constante evolución, y se pueden distinguir diferentes posturas respecto a él: una a favor de la legalización total, para su venta, consumo y distribución sin restricciones; otra en contra de la legalización, que ve el cannabis como un peligro para la salud pública y defiende que siga siendo ilegal; otro punto de vista que apoya únicamente su legalización en usos medicinales; y otro que sostiene su despenalización, lo que eliminaría las sanciones penales por su uso y/o posesión.

Voy a defender la legalización del cannabis, aunque teniendo en cuenta las consecuencias negativas, ya que a nivel nacional puede escalar a consecuencias no deseadas. En cualquier caso, no se pueden saber de forma totalmente segura las consecuencias si no se legaliza y se estudia el efecto sobre la población. Desde mi punto de vista, podrían ser muy positivas y ayudar a la sociedad. En cuanto a las consecuencias negativas que se alegan en contra, en gran parte, ya se dan aunque no esté legalizada, ya que los consumidores habituales seguirán consumiendo esté o no legalizada, por no mencionar el problema que el mercado negro supone (aunque de esto hablaré más adelante). No voy a defender que sea una droga buena, ni que sea una droga totalmente inocua, ya que es una droga más y como cualquier otra hay que saber utilizarla.

Muchos expertos coinciden en que lo más efectivo sería la educación y control social, más que medidas legislativas. El cannabis debería ser legal, al igual que el tabaco y el alcohol, pero con la correspondiente educación e información que ello acarrea. Se debe concienciar a los jóvenes sobre lo bueno y lo malo, su uso recreativo y medicinal y también las consecuencias que conlleva. Es una droga y tiene sus efectos negativos, hay evidencia de sus repercusiones fisiológicas y psicológicas, aunque igualmente hay estudios que muestran sus beneficios en tratamientos médicos. Pienso que hay ciertas incongruencias respecto a la opinión que se tiene acerca del cannabis, quizá también debido a la existencia de ciertos mitos, y quizá su ilegalización no esté fundamentada en razones correctas. No hay respuestas definitivas sobre qué pasará si se modifica la ley, ya que eso solo lo puede decir el tiempo, pero presentaré una serie de argumentos a favor y también en contra, y las posibles objeciones a éstos últimos.

Primero, cabe mencionar que la legalización del cannabis puede tener efectos positivos sobre la economía, ya que al estar ilegalizado el cannabis se mueve en el mercado negro. En lo referente a la aplicación de la ley, se reducirían los gastos asociados al cumplimiento de las leyes actuales. Además, se podría recaudar más dinero mediante los impuestos que se apliquen a la venta del cannabis. También hay defensores que exponen que tendremos un nuevo tipo de turismo, el denominado 'turismo de drogas', como ocurre en Holanda, lo que repercutiría positivamente en la economía.

Por no mencionar que supondrá más seguridad para el consumidor, ya sea en calidad o en poder acceder a establecimientos seguros. En muchas ocasiones el consumidor debe comprar el producto en barrios marginales, o se expone a tratar con personas que pueden calificarse como 'peligrosas'. Además, no se puede controlar totalmente la calidad del producto que se compra, ya que muchas veces es adulterado con otras sustancias para obtener más cantidad (normalmente ocurre con el hachís/polen). Estos añadidos a menudo son más perjudiciales que la sustancia en sí, y algunos de esos añadidos pueden ser arena, clara de huevo, parafina, goma arábiga (o de neumático), etc. Como se puede comprobar a simple vista, es un gran peligro para el consumidor. Regular la producción y venta de cannabis supone aportar mayor seguridad para el consumidor, ya que el gobierno podría controlar la calidad del cannabis (en todas sus formas). Además se podría establecer un precio justo y fijo, evitando así posibles timos.

Por otra parte, hay quien argumenta que los gastos en sanidad aumentarían también, por lo que, aunque se recaudasen impuestos por la compra del cannabis, no sería algo rentable. El argumento utilizado es que habría mucha más gente con problemas de salud, o que necesitasen tratamiento por adicción. En todo caso, no hay respuestas claras a estas cuestiones ya que la investigación (aunque cada vez menos) es limitada. Aunque hay estudios que pueden refutar en parte esta objeción, ya que se ahorraría en tratamientos para diversas enfermedades. Por ejemplo, el estudio publicado por Health Affairs en 2017 (EEUU) que exponía cómo la legalización del cannabis medicinal reducía en un 11% los gastos en tratamientos para el dolor en comparación con los Estados que no lo habían legalizado. El estudio sugería que los pacientes podían acceder a tratamientos menos costosos y más efectivos para sus necesidades. Aunque, respaldando el contraargumento anterior, otros estudios sugieren que los gastos aumentan en áreas de salud mental y problemas con adicciones. Los prohibicionistas suelen abogar por la salud como justificación de que siga siendo ilegal, pero todo ello sin tener en cuenta otros estudios que podrían desmontar sus teorías. En cualquier caso, se necesita mucha más investigación para comprender de forma plena el impacto que supondría la legalización en los gastos sanitarios, lo cual es complicado porque las investigaciones se encuentran ralentizadas. Esto es producto de que el mundo del cannabis esté estigmatizado, debido a que se dan por hecho los efectos negativos de éste. Desde mi punto de vista, la situación resulta un tanto absurda, ya que si se da por hecho que el cannabis es algo negativo no se legalizará, lo que conlleva la dificultad en la investigación. Así, la falta de investigación lleva al desconocimiento y, ante el desconocimiento, la gente da por hecho que el cannabis es algo negativo.

Por otra parte, existe el temor de que el consumo (sobre todo en gente joven) aumente significativamente, lo que es un riesgo para la salud. Es un pretexto muy usado para apoyar que el cannabis sea ilegal, pero no hay evidencias claras. Los estudios preliminares en países como Holanda parecen apuntar a que inicialmente el consumo aumenta, pero sin olvidar que la mayoría de los consumidores acaban por dejarlo debido a que no conlleva una fuerte dependencia. Los estudios parecen indicar que sólo alrededor del 9% de los consumidores desarrollan dependencia a largo plazo. Además, muchas veces no es por la sustancia en sí, sino que hay otros condicionantes como la predisposición genética, el entorno social, el acceso a recursos, etc. Cabe mencionar que pretextos similares (respecto al alcohol) se usaron para sancionar la ley seca, lo que hizo florecer un poderoso mercado negro, entre otras consecuencias nefastas.

Asimismo, se teme el crecimiento de la violencia, la cual se relaciona con el consumo. Sin embargo, hay evidencia de que el consumidor de cannabis no suele estar relacionado con delitos para conseguir la sustancia. En realidad esta relación entre cannabis y delincuencia tiene que ver con organizaciones criminales. El tráfico de cannabis es solo una parte de estas organizaciones, que están sujetas a otras variantes como la desigualdad social, por lo que no dejarán de funcionar con la legalización del cannabis. Así que, en conclusión, en este aspecto no se puede decidir con total certeza lo que pasará, ya que la legalización no acabará con el mercado negro (incluso hay tráfico de tabaco, aun siendo legal), aunque posiblemente solucione alguna de sus consecuencias. En todo caso, esta decisión sería favorable sobre todo para el consumidor.

Otro punto a favor, antes mencionado, es que se podrá experimentar en medicina con más facilidad. El cannabis contribuye a mejorar las condiciones de muchas personas que padecen diferentes enfermedades, por ejemplo la epilepsia. En Reino Unido se realizó un pequeño estudio a diez pacientes (seis de los cuales eran niños de hasta diez años de edad) con epilepsia obteniéndose muy buenos resultados. Todos sufrían ataques de epilepsia a diario y el tratamiento consiguió reducir estos ataques diarios en todos los pacientes en un 97% de media. Aunque apenas hay evidencias basadas en estudios científicos de los efectos de la aplicación del cannabis para tratar epilepsias infantiles (expongo este caso concreto pero hay muchos más), muchas familias buscan este tipo de tratamientos, exponiéndose así a la ilegalidad o a la adquisición de productos no controlados. Un contraargumento que suele darse es que hay otros medicamentos igualmente efectivos. Esto suena un poco vago, ya que no se hace una comparación clara, crítica y eficaz de precios o de cuál podría ser más perjudicial (el cannabis viene de una planta, mientras que un medicamento de laboratorio puede llevar muchos químicos más perjudiciales). A fin de cuentas, el cannabis podría ser una muy buena alternativa a los tratamientos médicos tradicionales; es una herramienta natural sobre la que no se deberían tener tantos prejuicios.

Igualmente se debe mencionar que el cannabis es una droga que se ha usado desde tiempos inmemoriales en rituales espirituales y religiosos, en diferentes culturas y lugares del mundo. Su uso se asociaba a la conexión con lo divino, la curación y la salvación sobre todo. Ya sea fumado en pipa o en forma de té, entre otros métodos, el uso de cannabis sigue siendo recurrente en este tipo de prácticas. También es muy usado para fomentar procesos creativos, para fomentar la concentración, etc. Numerosos artistas coinciden en que les ayuda a pensar de forma más fluida y original, o en cómo ven y experimentan el mundo. Artistas como Bob Marley, Louis Armstrong, Stephen King (el cual admitió que le daban miedo los aditivos que se le podían añadir, fruto de la desregularización) o Maya Angelou. Lo que algunos pueden ver como algo muy peligroso que debería ser ilegal es una parte muy importante y significativa de nuestra cultura, que va a seguir estando aunque no sea legal, por lo que la mejor opción sería regularlo para evitar peligros, como puede ser el uso de aditivos.

El cannabis no es más que un ejemplo de cómo lo desconocido da miedo, ya que sin saber a ciencia cierta los puntos positivos y negativos, se condena. Debería existir una concienciación sobre este tema, ya que ciertas medidas ayudarían enormemente a muchas personas (por ejemplo en los tratamientos médicos). Quiera aceptarse o no, el cannabis es una droga como el alcohol o el tabaco, también muy presente en el día a día y consumido por muchas personas. Las mejores opciones serían las de regular su venta, para que sea más segura, genere beneficio público y la gente pueda disfrutar de un uso recreativo correcto y sano, como se usan el alcohol y el tabaco (lo que no excluye que pueda haber abuso, como ocurre con el alcohol por ejemplo). En el área medicinal se pueden lograr muchos avances; y en el área recreativa no es cuestión de incitar el consumo, simplemente de proporcionar mejores condiciones e información a la gente que lo haga.



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  • Última modificación: 2023/07/05 13:38
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