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escritos adMinistratiVos
7 .- Idénticos usos tienen los términos doctor, doctorado, licenciado y
licenciatura .
4.3 Imprecisiones en el emisor
1 . La impersonalidad que expresan las formas de los textos administra- tivos es una manifestación de uno de los desequilibrios del lenguaje admi- nistrativo: la falta de “corporeidad” . Es más genérico y, por tanto, menos comprometido hablar en tercera persona que hacerlo en primera persona . Si no hablo yo, no me contestan a mí: si habla otro, le contestan a otro . Ese “otro” es un ente no personal: el Rectorado, el Decanato, la Sección, el Departamento, la Facultad, el Área, etc . Este desvío al ente institucional está basado en el respeto a los órganos de gobierno, pero tiene el inconve- niente de que se queda en un terreno “despersonalizado” . Es compatible guardar el respeto a la institución con presentarse como la persona que la representa y que, como tal, toma las decisiones .
2 . En otros casos la atención deja fuera de su órbita incluso a la ins- titución y se desvía hacia el anonimato: «se siguen los trámites», «se ha resuelto» . Si un departamento contrata a un autobús, se opta por atribuir la iniciativa a alguien desconocido: «se contó» . Si quien está expuesta a un riesgo es una “persona”, se prefiere concretar y decir, por ejemplo, que está expuesta su salud, su economía, su profesión, etc .; en el fondo es lo mismo, pero la forma habitual nos envuelve en un clima más cerca de lo impersonal que de lo personal .
3 . Además de las formas verbales, los sustantivos también pueden ale- jarse o acercarse a las referencias personales . El término usuario es correc- to, pero tratándose de la comunidad universitaria, convendría especificar más, según los casos . Por razones de generalidad, incluso por no incurrir en vocabulario “sexista”, se elige la palabra alumnado en lugar de alum- nos, profesorado en lugar de profesores . Para el caso del PAS (Personal de
Administración y Servicios), como ya está incluida la palabra personal, se salva el escollo de la frialdad . A pesar de las dificultades señaladas, parece preferible nombrar a la persona, a quienes estudian o dan clase: quien estudia no es el “alumnado”, sino “un alumno” o “una alumna”, y quien imparte clase no es el “profesorado”, sino “un profesor” o “una profesora” .
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