En general me interesa todo lo referente al Mundo Antiguo, desde las perspectivas filológica, histórica, antropológica, filosófica…, pues todo ello se conjuga a la hora de enfrentarse a la traducción e interpretación de los textos antiguos, así como al abordar las razones y formas de proyección y pervivencia del ubérrimo legado grecolatino. Si he de ceñirme a algún aspecto en particular sin duda la Mitología y cualquier manifestación de la pervivencia de Grecia y Roma en las Literaturas y el resto de Artes son objeto de interés especial. Muchos son los autores, tanto griegos como latinos, que me han fascinado, pero entre ellos ocupa un lugar de honor el incomparable Ovidio. Su Ibis fue el tema de mi tesis doctoral, y de un modo u otro, ya sea a través de sus obras, ya por su influjo en la posteridad, sigo revisitándolo, aprendiendo y disfrutando con su lectura, descubriendo siempre novedades entre sus líneas, consciente siempre de que es mucho lo que aún se me escapa, porque, como dijera Ezra Pound, “Ovid is one of the most interesting of all enigmas”.

Muestra de que la Antigüedad continúa viva y omnipresente en nuestros días es el hecho de que no hay campo en el que ésta no haya dejado su huella. Sólo conociendo el pasado seremos capaces de entender el presente.

La importancia de los autores clásicos grecolatinos está patente en multitud de facetas de nuestra vida cotidiana, y naturalmente continúa viva y en continua revisión en todos los ámbitos del saber. Su riqueza inabarcable la hace materia privilegiada y referente inexcusable especialmente en las disciplinas artísticas. Escritores, pintores, escultores, músicos, cineastas… han vuelto sus ojos al pasado para reinterpretar el presente.

La innegable vigencia del mundo antiguo es un argumento irrefutable contra quienes, amparándose en la ignorancia, hablan de forma despectiva de “lenguas muertas” para referirse al latín y al griego, inapreciable instrumento en la transmisión de los saberes antiguos y en la adquisición de otras lenguas, especialmente aquellas que provienen del rico tronco indoeuropeo. Los clásicos nos enseñan cada día que sólo hay un afán más noble que el ansia de conocimiento: el de compartir lo aprendido y tratar de transmitir nuestros conocimientos en la medida de lo posible.

Disfrutar del patrimonio universal es un enorme privilegio, y hoy en día los medios técnicos ponen a nuestro alcance recursos casi ilimitados. Renunciar a Grecia y Roma representa para nosotros, occidentales, y aún más si cabe para los mediterráneos, una mutilación de nuestras raíces. Por eso, por la universalidad del conocimiento, por el deleite estético que supone percibir ecos sonoros de voces que jamás se extinguirán, hemos de reivindicar el mundo antiguo hoy y siempre.

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  • Última modificación: 2011/12/19 13:59
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