¿Sabes de dónde provienen las palabras?

Los castellanoparlantes (al igual que los hablantes de cualquier otra de las lenguas romances) hablamos una variedad de latín, latín del siglo XXI, no exenta de un enriquecedor mestizaje que la dota de particularidades distintivas frente a sus lenguas hermanas -igual que a aquéllas frente a ésta. Las lenguas no mueren, sino que evolucionan (¿recordáis aquello de que “la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”? pues eso). También las palabras se transforman, y no sólo fonéticamente. En ocasiones lo que cambia es -además, o al margen de su forma- su contenido semántico. Todo es pura metamorfosis (como a su manera ya dijera Heráclito, en su célebre “Panta rei”), lo cual no obsta para que, asumiendo la evolución y los avances, no descuidemos nuestras raíces, pues no está en absoluto reñida una cosa con la otra, y lejos de ser contradictorias o incompatibles, se encuentran en estrecha conexión y armonía. Como indicaba “supra” las lenguas acostumbran a ser mucho más tolerantes y receptivas que los hablantes, y a menudo acogen barbarismos, adoptándolos y adaptándolos en muchas ocasiones, así que, como es obvio, no todas las palabras que hablamos provienen única y exclusivamente del latín. Por otra parte, aún es el latín la lengua viva en determinadas parcelas científicas, como la Biología. Y qué decir del griego, y sus étimos en Medicina, por poner el ejemplo más paradigmático.

¡Reinvindiquemos las lenguas griega y latina y su estudio!

Y no menospreciemos jamás el inconmesurable valor de la palabra

(Véase el apartado Etimologizando en nuestro blog Verba volant... scripta manent)

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  • Última modificación: 2008/03/01 02:12
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