Agosto de 2021

El pasado 5 de agosto, la plataforma Wikileaks publicó The Intolerance Network (La Red de Intolerancia), es decir, unos 17.000 documentos generados por las organizaciones españolas de ultraderecha Hazte Oír y CitizenGo entre 2001 y 2017.

Ese mismo día, varios medios de comunicación -Il Fatto Quotidiano, (Italia), Taz (Alemania), Público (España) y Contralínea (México)- publicaron de forma conjunta los datos fundamentales aportados por esa enorme documentación. Sobre todo, el hecho de que grandes fortunas y altos ejecutivos españoles financiaron el nacimiento de Vox a partir del grupo ultracatólico Hazte Oír.

Esta valiosa información revela hasta qué punto son estrechos los vínculos entre los más destacados miembros de la élite empresarial española -como Esther Koplowitz (FCC), Isidoro Álvarez (El Corte Inglés) o Juan Miguel Villar-Mir (OHL)-, los grupos ultracatólicos más activos -como Hazte Oír y CitizenGo- y los partidos de ultraderecha como Vox.

Este fenómeno no es exclusivo de España, aunque en nuestro país adquiere una dimensión especialmente grave, dado que el partido Vox cuenta con la connivencia de los otros dos partidos de derecha (PP y Cs), de una gran parte de la jerarquía católica y de varios poderes del Estado: jueces, ejército y policía.

Pero la alianza entre las élites neoliberales y los grupos neofascistas tiene una dimensión claramente global y es uno de los grandes problemas políticos de nuestro tiempo. Unos y otros apelan a la “libertad” (del dinero) para socavar todas las conquistas democráticas de la segunda posguerra europea, y recurren a estrategias “negacionistas” (la mentira como arma política) para no afrontar los grandes retos de nuestro tiempo: el cambio climático (véase el sexto informe del IPCC), la destrucción de los ecosistemas (véase el Mar Menor), las pandemias (véase la Covid-19), el aumento brutal de las desigualdades entre países, clases, etnias y sexos (veánse los estudios de Thomas Piketty), la violencia estructural contra las mujeres (véase Afganistan) o las migraciones forzosas (derivadas de todo lo anterior).

En los últimos años, he venido insistiendo en este punto: la alianza estratégica entre el neoliberalismo y el neofascismo, como los dos grandes enemigos de la democracia. Afortunadamente, han comenzado a publicarse muchos estudios sobre esta cuestión. Citaré aquí solamente dos:

- El libro de la filósofa estadounidense Wendy Brown: En las ruinas del neoliberalismo. El ascenso de las políticas antidemocráticas en Occidente (Traficantes de Sueños, Madrid, 2021).

- El último monográfico de la revista española Política y Sociedad (vol. 58, núm. 2, 2021), coordinado por los sociólogos Antonio Álvarez-Benavides y Emanuele Toscano: "Nuevas articulaciones de la extrema derecha global: actores, discursos, prácticas, identidades y los retos de la democracia".


El lunes 9 de agosto, el grupo de trabajo I del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, dependiente de la ONU) presentó los resultados correspondientes a la “ciencia física” del cambio climático. Esta es la primera parte del Sexto Informe de Evaluación (AR6) del IPCC. En los próximos meses, hasta comienzos de 2022, se irán publicando las partes II y III, más una cuarta parte de síntesis. El anterior informe se publicó en 2013.

Este es el estudio más completo y actualizado sobre el cambio climático, su origen humano (sobre todo, las emisiones de CO2 derivadas de los combustibles fósiles), sus impactos en todos los ecosistemas y regiones de la Tierra (océanos, lagos, casquetes polares, glaciares, suelos fértiles, bosques, etc.) y sus terribles consecuencias para las diversas formas de vida, incluida la propia especie humana: sequías, incendios, huracanes, acidificación de los oceanos, subida del nivel del mar, inundación de islas y ciudades costeras, salinización de acuíferos y tierras de cultivo, extinción de especies, hambrunas, guerras, migraciones, etc.

Muchos de estos impactos ya los estamos sufriendo. Como dice el filósofo Bruno Latour, vivimos bajo un "nuevo régimen climático" desencadenado por la propia especie humana, o más bien por sus élites dominantes: el llamado Antropoceno. Y lo que anuncia el IPCC es que esos impactos se irán agravando a medida que vaya aumentando la temperatura media de la superficie terrestre, un aumento que es ya irreversible y que puede llegar a subir +4,4 ºC e incluso +5,7 ºC en 2100.

Conviene tener en cuenta, como viene señalando desde hace tiempo Ferran Puig Vilar en su blog Usted no se lo cree, que los informes del IPCC suelen ser siempre más moderados de lo que permiten concluir los datos científicos disponibles, en parte por el tipo de modelos predictivos que utilizan, en parte porque se busca el consenso de los especialistas y, sobre todo, porque han de contar con el visto bueno de los gobiernos, cuyos representantes científícos participan en la redacción final de los informes.

A pesar de esa tendencia a la moderación, cada nuevo informe del IPCC es más alarmante que el anterior, porque la curva de las emisiones de efecto invernadero sigue su imparable carrera ascendente y porque la cantidad de CO2 que se encuentra ya en la atmósfera (y que duplica la media de los últimos diez mil años) va a tener efectos duraderos para las próximas décadas, siglos y milenios, como reconoce este último informe.

Si la temperatura media de la superficie terrestre supera los 2 ºC y se acerca a los 4 o 5 ºC, no cabe ya la menor duda de que se producirá un colapso generalizado de la actual sociedad globalizada y, lo peor de todo, un brutal humanicidio, con la muerte de cientos y tal vez miles de millones de personas.

Sin embargo, lo más indignante es la distancia abismal entre lo que ya sabemos sobre nuestro presente y nuestro futuro como especie, y lo que siguen haciendo las élites políticas, militares, económicas y mediáticas del mundo. Vivimos bajo un régimen de negacionismo global institucionalizado. O, más bien, bajo un régimen de hipocresía global institucionalizada, pues pretenden hacernos creer que es posible frenar el cambio climático y al mismo tiempo mantener el sistema tecno-económico que lo ha desencadenado.

Por eso, nuestra única esperanza está en los movimientos de la sociedad civil, en las múltiples resistencias locales encaminadas, por un lado, a limitar la magnitud del colapso y, por otro lado, a preparar alternativas de vida realistas para hacerle frente.


Última actualización: agosto_2021 2021/08/18 12:07

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  • Última modificación: 2021/08/19 12:40
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