Diciembre de 2008

Con sus estudios históricos, Michel Foucault nos enseñó que el nacimiento y desarrollo de las llamadas ciencias humanas ha estado inseparablemente ligado al nacimiento y desarrollo de las modernas tecnologías de gobierno de los individuos y de las poblaciones.

Foucault concedió un papel crucial a la medicina, y esto por varios motivos. En primer lugar, por hallarse en un doble punto de intersección: entre las ciencias individualizantes (pedagogía, psicología, psiquiatría, criminología, etc.) y las ciencias globalizantes (estadística, demografía, economía, sociología, urbanismo, etc.); pero también entre las ciencias humanas y las llamadas ciencias naturales, especialmente la biología.

En segundo lugar, porque la medicina clasifica a los individuos y grupos sociales a partir de la contraposición entre lo “normal” o saludable y lo “patológico” o enfermizo. La medicina se ocupa de los seres humanos como organismos vivos, sometidos a los procesos naturales del nacimiento y la muerte, la sexualidad y la agresividad, la alimentación y la reproducción. Pero pretende corregir y modelar esos procesos mediante tecnologías terapéuticas orientadas a combatir la enfermedad y promover la salud, tanto en los individuos como en las poblaciones.

En tercer lugar, porque en el tránsito de los antiguos regímenes de gobierno estamental a los modernos regímenes de gobierno liberal, las nuevas formas de poder ya no se ejercen sólo mediante la coacción y la muerte, sino también -y sobre todo- mediante el cuidado y la preservación de la vida. La medicina deja de ser un asunto privado entre el médico y el paciente, y se convierte en una cuestión de Estado. El poder y la legitimidad del Estado depende cada vez más de la salud, la fertilidad y la productividad de sus habitantes. Es lo que Foucault llamó el paso “del derecho de muerte al poder sobre la vida”, es decir, el nacimiento y desarrollo de la “biopolítica”. Esta nueva “biopolítica”, que se ocupa de los seres humanos como organismos vivientes, ha traído consigo un proceso cada vez más generalizado de “medicalización” de todos los ámbitos de la vida.

Sin embargo, las modernas tecnologías de control social no se ejercen sólo sobre los cuerpos vivos de los individuos y de las poblaciones, sino también sobre los territorios en los que habitan, sobre los otros seres vivos de los que se nutren y sobre las energías naturales de las que se sirven. Más exactamente, el gobierno de los sujetos requiere también el control de los espacios en los que viven, de igual manera que el control de los espacios requiere gobernar a los sujetos que viven en ellos. En otras palabras, las modernas tecnologías de poder no están vinculadas sólo al desarrollo de las ciencias humanas, sino también al desarrollo de las ciencias naturales, que han permitido el control de los territorios, del conjunto de las especies vivientes y de las diversas fuentes de energía.

Esta es la propuesta que he venido defendiendo en diversos escritos, desde mi tesis de doctorado De la guerra a la ciencia. Un estudio de los tratados militares medievales y renacentistas (1984) hasta los artículos “De la guerra: espacio del saber, saber del espacio” (publicado en 1994 y reeditado en mi libro La invención del sujeto) y “El sujeto y el espacio” (publicado en 2000 y reeditado en la segunda edición de mi libro La fuerza de la razón. Guerra, Estado y ciencia en el Renacimiento).

En efecto, junto a la “biopolítica” como gobierno de los vivientes humanos, los modernos Estados europeos desarrollaron desde el Renacimiento la “geopolítica” como control de los territorios (tanto en Europa como en las colonias ultramarinas) y de los recursos naturales que es posible extraer de ellos. Si en el primer caso hemos de hablar de una “medicalización” de todos los ámbitos de la vida, en el segundo caso hemos de hablar de una “militarización” cada vez más generalizada. No es ninguna casualidad que los estrategas de las dos guerras mundiales del siglo XX las concibiesen como guerras “totales”, en las que se trataba de movilizar o militarizar al conjunto de la sociedad, porque ya no cabía distinguir entre objetivos civiles y militares. Ni es casualidad que los principales conflictos militares de hoy tengan que ver con el control de unos recursos energéticos que son de vital importancia para el conjunto de la economía mundial, como es el caso de los combustibles fósiles.

Hay, pues, una estrecha relación entre la medicina y la guerra, entre el saber destinado a dar y preservar la vida y el saber destinado a dar y acrecentar la muerte. No sólo porque ambos proporcionan poder a quienes los ejercen, sino también porque ambos se han desarrollado en estrecha conexión entre sí, desde la Antigüedad hasta el presente.

Esta larga reflexión viene a cuento porque acabo de leer en el diario Público (24/12/2008) que la Fundación Wellcome acoge estos días en Londres una exposición titulada Guerra y Medicina, en la que se muestra cómo los escenarios bélicos han sido, en ocasiones, el lugar donde se han registrado avances médicos y psicológicos. La exposición pone de manifiesto la relación entre dos actividades con objetivos opuestos: matar, mutilar y destruir, la primera; sanar y reconstruir el cuerpo y la mente humanos, la segunda. Con grabados, instalaciones audiovisuales, carteles oficiales e instrumentos de quirófano, se profundiza en las complejidades de “lo mejor y lo peor de la naturaleza humana”, según dice Ken Arnold, responsable de programación de la institución.

La muestra se centra en cinco guerras del siglo XX (Crimea, las dos mundiales, Vietnam y Malvinas) y en dos conflictos del siglo XXI: Irak y Afganistán. “La medicina no puede adelantarse a las sofisticadas técnicas bélicas. La guerra es tan brutal que la medicina siempre va por detrás”, explica James Peto, comisario de la exposición. Sin embargo, es la guerra la que fuerza o facilita los avances médicos: cirugía plástica, ortopedia, transfusión de sangre y antibióticos son áreas cuyos avances se deben en parte a ensayos probados en soldados.

“Hay un conflicto ético sin solución entre guerra y medicina. La medicina cumple su función humanitaria y, al mismo tiempo, forma parte de la maquinaria que hace posible la guerra”, resalta Colleen Schmitz, comisaria del Museo de Higiene de Dresden (Alemania), donde llegará la muestra el 15 de febrero. James Peto coincide con ella: “En nombre de la medicina se han hecho cosas terribles”.

La Fundación Wellcome recupera en su exposición el filme documental Let there be light, realizado por John Huston en 1946. La cinta se adentra en un psiquiátrico de Nueva York, donde veteranos de la II Guerra Mundial son tratados de psiconeurosis. Reciben un tratamiento considerado entonces revolucionario –a base de sesiones de hipnosis y drogas de la verdad– y parece que se curan de forma milagrosa. El trabajo forma parte de una trilogía que el director hizo para el ejército estadounidense y que, según algunos expertos, le encaminó hacia su primera película de ficción, la obra maestra El Halcón Maltés. Pero Let there be light fue censurado por el Ejército. Las autoridades militares prohibieron su proyección durante más de 30 años alegando intromisión en la privacidad de los soldados enfermos. Una versión más extendida sugiere que los altos mandos temían que las imágenes de Huston asustaran a nuevos reclutas. La guerra había dejado como secuela hombres amnésicos, paralíticos, tartamudos y en estado de profunda melancolía.

Escribo estas líneas mientras Israel lanza un bombardeo masivo contra la franja palestina de Gaza, dentro de una operación militar a la que ha denominado Plomo Fundido, y que sólo en las primeras horas ha causado casi 300 muertos y más de 900 heridos. La indignación me hace enmudecer momentáneamente.

Última actualización: diciembre_2008 29/12/2008 01:40

El 16 de diciembre se presentó en Murcia el último libro editado por el Foro Ciudadano: La Región de Murcia patas arriba. Historias absurdas de hoy (Murcia, Diego Marín-Foro Ciudadano, 2008, 162 p.). Es un libro colectivo, en el que han participado 22 colaboradores. Los autores se han inspirado en el estilo literario del escritor uruguayo Eduardo Galeano, a un tiempo crítico, poético y humorístico, para denunciar las muchas contradicciones y los grandes absurdos de la situación política murciana.

En estos tiempos de profunda crisis económica, una vez que ha pinchado la gran burbuja inmobiliaria y especulativa con la que se quiso vender a la ciudadanía la quimera del oro, y una vez que han comenzado a ser procesados muchos de los alcaldes, funcionarios y empresarios implicados en las redes de corrupción política, los gobernantes locales y regionales de la comunidad autónoma murciana siguen tratando de eludir sus responsabilidades. Por eso, se hace más necesario que nunca exigir esas responsabilidades y explicar a la ciudadanía, con dolor y con humor, por qué la Región de Murcia sigue estando a la cola de España en la mayor parte de los indicadores económicos, sociales y culturales, tras 13 años de gobierno del PP, y por qué ahora la crisis golpea aquí con más fuerza que en otras regiones españolas.

El libro ha sido coordinado por Alejandro Moreno Lax y prologado por el propio Eduardo Galeano. La portada ha sido diseñada por Antonio Márquez y las ilustraciones cómicas han sido dibujadas por Daniel de la Traba. Los 20 capítulos del libro han sido escritos por otros tantos autores. Yo mismo he redactado uno de los capítulos, dedicado a la Iglesia y a la Universidad Católica San Antonio (UCAM), con el título: "El hijo del carpintero y el negocio de la UCAM".

Algunos autores firman sus textos a título individual y otros lo hacen en representación de diversas asociaciones y colectivos: Plataforma por la Democracia Universitaria, Asamblea de Estudiantes por una Universidad Pública, Coordinadora La Región de Murcia No Se Vende, Plataforma Murcia en Bici y Asamblea de Murcia por una Vivienda Digna.

Cada capítulo es una breve historia de alguna de las muchas contradicciones que se producen cada día en los más diversos ámbitos de la región murciana: la educación, la salud, la vivienda, el urbanismo, la corrupción política, la especulación inmobiliaria, los campos de golf, el agua, el medio ambiente, el tráfico, la economía, el empleo, la inmigración, la juventud, la universidad, la cultura, la Iglesia católica, los medios de comunicación, la democracia, etc. Acompañan a cada capítulo las viñetas cómicas de Daniel de la Traba y unas breves cuñas informativas redactadas por el coordinador del libro, Alejandro Moreno Lax.

El libro concluye con el documento colectivo COMPROMISO POR LA REGIÓN, promovido por el Foro Ciudadano, redactado por mi a partir de las propuestas de otras muchas personas y asociaciones, suscrito por más de 30 organizaciones sociales de la Región de Murcia y hecho público el pasado 15 de mayo de 2007, con motivo de las elecciones municipales y autonómicas del 27 de mayo, en las que el PP regional obtuvo el porcentaje de voto más alto de todas las comunidades autónomas españolas.

Durante la mañana del 16 de diciembre, La Región de Murcia patas arriba se presentó a los medios de comunicación, en una rueda de prensa que contó con la participación de Patricio Hernández, presidente del Foro Ciudadano, Alejandro Moreno Lax, coordinador del libro, y José Luis Egio, uno de sus autores.

Por la noche, se celebró una fiesta para presentar el libro a la sociedad murciana. El acto tuvo lugar en EL TXOCO, local de la Asociación Gastronómica Pepe Carvalho. Acudió mucha gente de todas las edades. En la presentación intervinieron tres de los autores: Patricio Hernández, Alejandro Moreno Lax y Josefina Pérez Rodríguez-Patiño. Hubo también comida, bebida, animadas conversaciones y las actuaciones musicales de David de Gregorio, Jesús Cutillas y el grupo de música celta TÚI. A lo largo de la fiesta, se vendieron unos 230 ejemplares del libro. Se ha hecho una primera edición de 1.000 ejemplares, a un precio de 6 euros.

Reproduzco aquí el breve prólogo que Eduardo Galeano ha escrito para este libro:

Gente sin casas, casas sin gente;
la economía crece, sonríen los numeritos,
pero cuatro de cada diez murcianos son analfabetos funcionales,
los títulos universitarios de máster cuestan ocho veces más caros que en París o Berlín,
el paro duplica el promedio español,
los servicios de salud están en segundo lugar de abajo para arriba,
o sea que son los casi peores,
las zonas verdes consisten en unos cuantos bonsáis puestos en fila,
hay cada vez menos agua y cada vez más canchas de golf,
los parkings desplazan a los parques y las calles están ocupadas
por los automóviles y prohibidas para los niños.
Éstas son algunas de las muchas murcianías que en este libro
cuentan veintidós murcianos que retratan, con dolor y con humor,
su Murcia patas arriba.

Eduardo Galeano

Última actualización: diciembre_2008 19/12/2008 01:59

Declaración conjunta de Amnistía Internacional, Intermón Oxfam y Greenpeace

Desde hace unas semanas, los ciudadanos del mundo somos testigos de los esfuerzos de los Gobiernos del mundo para socorrer a las entidades financieras y salvarlas de una quiebra anunciada. Primero el gobierno estadounidense, y después los europeos, han puesto sobre la mesa decenas de miles de millones de dólares y de euros de los contribuyentes para ayudar a estas compañías en profunda crisis. Recientemente, los líderes mundiales se han reunido en Washington para unificar sus estrategias, y continuar actuando en socorro de los bancos y entidades financieras. A estas alturas es ya imposible cuantificar con exactitud cuanto dinero público se está destinando para paliar la crisis financiera global.

Esta situación ha desviado la atención de otras crisis igualmente relevantes para la estabilidad mundial y que afectan directamente a las vidas de cientos de millones de personas: las crisis alimentaria, climática y de derechos humanos. La premura mostrada por los países ricos para atajar el derrumbe financiero contrasta enormemente con su lentitud y sus promesas incumplidas en materia de ayuda al desarrollo, lucha contra la pobreza, derechos humanos y cambio climático, las prioridades centrales para construir un mundo más justo.

Todavía es pronto para prever con exactitud las dificultades que sufrirán los países más pobres como resultado de la crisis financiera y el consiguiente empeoramiento de la situación económica. Pero es evidente que la reducción de las exportaciones a los países desarrollados, la reducción de las remesas, el descenso de la inversión extranjera y la escasez de liquidez internacional, que afectará especialmente a los países con menos acceso al crédito encareciendo la financiación de su desarrollo, derivarán en menos crecimiento y riqueza para repartir y por tanto menos educación y salud para cientos de millones de personas.

Para quienes viven en los países más pobres del mundo esta situación es literalmente una cuestión de vida o muerte. El aumento de precios de los alimentos, y las cada vez más frecuentes sequías, inundaciones y demás catástrofes meteorológicas derivadas del cambio climático, unidas al desmantelamiento de las redes de protección social promovidas por las instituciones financieras internacionales, están agravando las situaciones de pobreza y hambre. A finales de septiembre, cuando empezaron a salir a la luz pública las quiebras de Wall Street, en una cumbre de la ONU se supo que muy pocos gobiernos cumplirán los compromisos financieros necesarios para alcanzar las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio para reducir la pobreza de aquí a 2015.

En lo que se refiere a los derechos humanos, las previsiones no son buenas. No sólo los derechos económicos y sociales –incluido el derecho a la vivienda, la salud y la educación– son objeto de una presión cada vez mayor, sino que existe el peligro de que se perpetren más violaciones de derechos humanos. Si se produce una recesión económica prolongada y los países se aprietan el cinturón, las personas migrantes y refugiadas, y las personas que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad en todos los Estados se verán sumidas en situaciones insostenibles. Podrían aumentar las tensiones sociales, y el consiguiente nerviosismo de los gobiernos podría conducirlos a reprimir la disidencia y a imponer políticas de seguridad pública muy estrictas que restringirían las libertades civiles. La crisis actual podría debilitar aún más a Estados ya frágiles y sumirlos de nuevo en la inestabilidad y la violencia.

En cuanto al cambio climático, también los compromisos comienzan a debilitarse. El liderazgo de la Unión Europea se tambalea, y los acuerdos para una reducción ambiciosa de emisiones podrían peligrar, condenando al mundo a un cambio climático irreversible y de consecuencias catastróficas que afectaría especialmente a las poblaciones más pobres y vulnerables.

Peores cosas podrían suceder aún si los países ricos decidieran utilizar la crisis financiera como un pretexto para disminuir las ayudas y los intercambios comerciales. La historia no da pie para el optimismo. Durante la recesión registrada en 1972 y 1973, el gasto mundial destinado a ayudas disminuyó un 15 por ciento, hasta alcanzar sólo 28.800 millones de dólares. Entre 1990 y 1993, el gasto de los países donantes se redujo en un 25 por ciento durante cinco años, hasta llegar sólo a 46.000 millones de dólares, y hasta 2003 no se volvió a alcanzar el nivel de 1992. La ayuda humanitaria –lo que nos gastamos para ayudar a las víctimas de conflictos y desastres naturales– disminuyó también de forma muy sensible durante un periodo similar como consecuencia directa de la recesión registrada entre 1990 y 1993 (esta tendencia sólo se frenó durante los conflictos de Ruanda y Kosovo). En cuanto a los intercambios comerciales, por ejemplo, los países reaccionaron al desplome de Wall Street de 1929 y a la depresión económica mundial levantando barreras aduaneras, y el comercio mundial se redujo casi en un 70 por ciento.

Si en 2009 se repitiera este patrón, estaríamos ante un desastre de magnitudes extraordinarias para las personas de los países pobres, que pagarían un coste elevadísimo por el descontrol de la burbuja crediticia en Norteamérica y Europa. A ello se une el impacto que ya está teniendo la reducción en los flujos de remesas, que para algunos países, como Bolivia o Bangladesh, constituyen hasta el 10% del PIB.

España no es una excepción a esta deriva global. Mientras la crisis económica y financiera ocupa la agenda del gobierno de manera prioritaria y casi única, se desdibujan a la misma velocidad los compromisos del gobierno en materia de medio ambiente y derechos humanos y se anuncia el congelamiento en el incremento de la ayuda al desarrollo para 2009.

Los derechos humanos no son un lujo propio de épocas de prosperidad. En tiempos de recesión económica, las obligaciones de derechos humanos de los Estados ni se extinguen, ni se atenúan. Los derechos humanos deben ser una prioridad si la recuperación económica se pretende que sea sólida y sostenible. Por otro lado, la inacción ante el cambio climático no es una opción viable. Y en cuanto a la pobreza, hay que asumir que la pobreza global es la negación de todos los derechos, y además una amenaza a la estabilidad mundial. Los países ricos deben dejar de mirarse el ombligo y asumir su responsabilidad sobre el desarrollo global, ya que son los responsables de la actual crisis y por tanto de sus consecuencias para los más pobres.

No es sólo una cuestión de dinero, sino de atención sostenida, colaboración internacional y decidida voluntad política de abordar los grandes problemas. En el marco del 60º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, los gobiernos deben garantizar a través de una regulación sensata, la adecuada protección de los derechos de las personas que pertenecen a los grupos más vulnerables para prevenir un incremento de la pobreza y una sostenibilidad medioambiental a largo plazo. Deben dar muestras de una capacidad de liderazgo sin precedentes para construir una economía global que sea respetuosa con el medio ambiente y en la que la mejora de la vida y de los medios de subsistencia de todas las personas prime sobre un sistema que beneficia sólo a unos pocos privilegiados.

Seis propuestas concretas para el gobierno español

Por todo ello, Amnistía Internacional, Greenpeace e Intermón Oxfam, desde nuestros respectivos ámbitos de trabajo a favor de los derechos humanos, en defensa del medio ambiente y en la lucha contra la pobreza, instamos al Gobierno español a:

-Adoptar un Plan estatal contra el racismo que ataje el posible incremento de la discriminación, el racismo y la xenofobia en el contexto de la recesión económica. La administración central debe aprovechar la revisión de la Ley de Extranjería para garantizar el respeto de los derechos humanos de las personas extranjeras, independientemente de su situación administrativa y especialmente de las mujeres inmigrantes víctimas de violencia de género. Igualmente, la revisión de la Ley de Asilo debe garantizar el acceso a la protección internacional para las personas que la necesiten.

-La lucha contra la violencia de género debe ser una prioridad para el Gobierno español también en tiempos de crisis. Se debe convocar con urgencia la Conferencia de Presidentes de las Comunidades Autónomas sobre la violencia de género, que ha sido pospuesta sin fecha.

-Asumir el compromiso en el marco de la Unión Europea de una reducción efectiva de las emisiones de CO2, hasta alcanzar una reducción del 30% en el año 2020 (respecto a 1990).

-Introducir los cambios necesarios en la política energética para la sustitución progresiva y completa de las energías fósiles y nuclear, por energías renovables.

-Cumplir el compromiso europeo de destinar el 0,56% del PNB a la AOD en 2010, y el de alcanzar el 0´7% del PNB en 2012.

-Promover y apoyar la reforma profunda del FMI y el Banco Mundial. En el futuro, estas instituciones deberían abandonar la imposición de las políticas neoliberales a los países en desarrollo, políticas que han contribuido a generar la actual situación de crisis.

Última actualización: diciembre_2008 13/12/2008 02:01

Hace ya treinta años que leo al poeta murciano Eloy Sánchez Rosillo, cuya obra poética sobresale como pocas en el conjunto de la poesía española contemporánea.

En 1978 leí su primer libro, Maneras de estar solo (Madrid, Rialp, 1978), que acababa de recibir el Premio Adonais 1977. Me conmovió la claridad y la cadencia de sus versos. El libro comenzaba con una cita de otro poeta muy querido por mi, el portugués Fernando Pessoa, de cuyas palabras tomaba el título: “Ser poeta no es una ambición mía: es mi manera de estar solo”.

Desde entonces, he leído uno tras otro todos los libros de poemas que Eloy Sánchez Rosillo ha ido publicando: Páginas de un diario (Barcelona, El Bardo, 1981), Elegías (Madrid, Trieste, 1984), Autorretratos (Barcelona, Península/Edicions 62, 1989), La vida (Barcelona, Tusquets, 1996, 9ª ed. 2007) y La certeza (Barcelona, Tusquets, 2005). Este último recibió el Premio Nacional de la Crítica en 2005. También leí su traducción de una Antología poética del poeta italiano Giacomo Leopardi (Valencia, Pre-textos, 1998, 2ª ed. 2004). Y la recopilación de sus primeros cinco libros de poemas, con numerosas correcciones y algunos poemas inéditos: Las cosas como fueron. Poesía completa, 1974-2003 (Barcelona, Tusquets, 2004).

La poesía de Eloy Sánchez Rosillo ha tenido siempre una claridad tan diáfana como su amada luz mediterránea, una cadencia tan serena como el paso de los días y de las estaciones, y una añoranza elegíaca hacia todos los dones que la vida le ha ido ofreciendo y arrebatando en el curso de los años.

Ese tono elegíaco se fue haciendo más triste, a medida que los contratiempos de la vida le conducían al sufrimiento más hondo y al espanto de la más oscura noche. Pero poco a poco recobró de nuevo la mirada y la alegría, la capacidad de “oír la luz”, el amor a la belleza, a los amigos, a la vida.

Ahora, treinta años después, Eloy Sánchez Rosillo nos ha regalado un nuevo libro de poemas: Oír la luz (Barcelona, Tusquets, 2008). Con este motivo, ha concedido una entrevista al diario La Verdad de Murcia, donde explica su manera de entender la poesía y la evolución que ha seguido en el curso del tiempo. Me limitaré a citar uno de los poemas de su último libro, que como todos los suyos está fechado:

Fábula del tiempo

Lo que sin detenerse
desde muy lejos viene y ya se acerca
e intensamente brilla unos momentos
junto a nosotros y nos hace ser
parte de su fulgor inusitado
y después va alejándose y nos deja
para siempre anhelantes en la sombra
pero con la conciencia de que ardimos.
El amor, la belleza, el existir:
este sueño que somos.

13 de febrero de 2007

Última actualización: diciembre_2008 05/12/2008 00:55

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