Junio de 2023

Reseña del libro: José Luis Moreno Pestaña y Jorge Costa Delgado (coords.), Todo lo que entró en crisis. Escenas de clase y crisis económica, cultural y social, Madrid, Akal, 2023. Pendiente de publicación en el nº 19 de la revista Pensamiento al margen.

En 1993, el sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930-2002) editó la obra colectiva La miseria del mundo (Madrid, Akal, 1999), en la que participaron diecisiete colaboradores suyos, entre ellos Loïc Wacquant, Patrick Champagne, Louis Pinto, Rosine Christin y Abdelmalek Sayad. Esta obra colectiva marcó un hito en los estudios sociales contemporáneos, por dos motivos principales.

En primer lugar, la obra no se centraba en lo que Bourdieu llamó la «miseria de condición», es decir, la «gran miseria» de las desigualdades estructurales entre el Norte y el Sur globales generadas por el capitalismo euro-atlántico desde su nacimiento y su expansión mundial a partir del siglo XVI. Estas desigualdades se redujeron gracias a las luchas de los pueblos colonizados, el movimiento obrero y los colectivos feministas, primero mediante la transformación de las colonias en estados independientes y luego mediante la creación de los «estados de bienestar» en los «treinta años gloriosos» (1945-1973). Pero en el último medio siglo las desigualdades han aumentado hasta extremos brutales, debido a la hegemonía del neoliberalismo contrarreformista a escala mundial.

La obra coordinada por Bourdieu en 1993 se centraba más bien en la «miseria de posición», que es una «miseria relativa» en la medida en que la experimentan las clases trabajadoras y, en particular, los colectivos sociales más vulnerables en el contexto privilegiado de los países ricos del Norte global. Al poner el foco en esta «miseria de posición», se trataba de cuestionar la coartada política que justifica la aceptación de tal miseria al compararla con la gran miseria mundial: «no te quejes, porque hay otras personas que están mucho peor que tú». Los trabajos coordinados por Bourdieu se centraban en la Francia de los primeros años 90 del pasado siglo, cuando la ofensiva neoliberal y la recesión económica mundial de 1991-1993 comenzaron a impactar en la vida cotidiana de numerosos grupos sociales, degradando de uno u otro modo sus condiciones de existencia: el empleo, la vivienda, la salud, la educación, las relaciones afectivas, etc.

En segundo lugar, el método adoptado en la obra no era el análisis estructural de las desigualdades económicas, sociales y culturales mediante la acumulación de datos estadísticos masivos y la elaboración de hipótesis teóricas para dar cuenta de dichos datos. Sin desdeñar la importancia de las estadísticas y de su interpretación teórica, la obra adoptaba una metodología cualitativa basada en entrevistas en profundidad, con el objetivo de dar voz a las víctimas de esa miseria relativa, reconociéndolas así como auténticos actores sociales, pese a su posición social subalterna, y como protagonistas de sus propios relatos autobiográficos. De este modo, se cuestionaba el mito positivista de la objetividad científica y se reconocía que la ciencia social es un saber práctico, como diría Aristóteles, comprometido con los sujetos de los que se ocupa.

Treinta años después, un grupo de veinticinco investigadoras e investigadores españoles de diversas disciplinas académicas (sociología, antropología, economía, trabajo social y filosofía), coordinados por los filósofos José Luis Moreno Pestaña y Jorge Costa Delgado, se han inspirado en La miseria del mundo para realizar un trabajo colectivo centrado en la España posterior a la crisis de 2008 y en el modo en que esa crisis (y las políticas de «austeridad» que la siguieron) fue experimentada en carne propia por veinte personas trabajadoras de diferentes grupos sociales: Todo lo que entró en crisis. Escenas de clase y crisis económica, cultural y social.

La obra comienza con un breve prólogo («Cómo utilizar este libro») y una introducción general («Capital para explotar, recursos para existir»), firmados por los editores del libro. En el prólogo se nos aclara que la obra, aunque inspirada en la que editó Bourdieu, difiere de ella en varios aspectos. Para empezar, los veinticinco autores y autoras no forman una escuela en torno a un maestro, sino que ponen en juego enfoques teóricos muy diversos. El mínimo común es que todos ellos adoptan como marco espacio-temporal la crisis de 2008 en España y se basan en entrevistas a una o varias personas, mencionadas casi siempre con nombres ficticios para preservar su anonimato. Algunas entrevistas fueron realizadas en 2014, pero la mayoría se hicieron entre 2018 y 2020. Además, todos los autores y autoras comparten con Bourdieu el objetivo de «romper la distancia entre el análisis teórico y científico y el debate ciudadano» (p. 7). Por eso, la originalidad del libro está en la transcripción de las diecinueve entrevistas realizadas, junto con su análisis y su contextualización.

En la introducción general, que ha sido revisada por todas las personas co-autoras del libro, se plantea otra diferencia importante con respecto al enfoque de Bourdieu. El gran sociólogo francés elaboró una teoría sobre los diferentes tipos de «capital» que conforman las estructuras sociales y los hábitos de vida: económico, cultural y social. Siguiendo esta teoría, la crisis de 2008 podría analizarse como una crisis múltiple que afectó a esos diferentes tipos de capital: la pérdida de ingresos y de capacidad de consumo; la insuficiencia o la devaluación de los conocimientos adquiridos, tanto en el trabajo como en los demás campos de la vida social; la incapacidad para tejer vínculos sociales que sean valiosos en sí mismos o que se correspondan con el nivel de ingresos y con la formación cultural. Sin embargo, retomando la distinción de Marx entre «valor de cambio» y «valor de uso», los autores de Todo lo que entró en crisis consideran que es preciso diferenciar lo que es «capital» y lo que es un «recurso necesario para mantenerse con capacidad de consumo, de conocimiento o de capacidad de relación con otras personas» (p. 12). Con esta distinción se oponen también a la teoría neoliberal del «capital humano»: «Decir que todos [los trabajadores] son cultivadores de capital humano, o de capital económico, cultural y social, es asimilar la garantía de la supervivencia con la reproducción ampliada de la riqueza, el estatus o los contactos valiosos» (p. 14). Así es como los editores formulan la diferencia entre «recurso» y «capital»:

Llamaremos recursos económicos, culturales o sociales a lo que permite sobrevivir económicamente, ser reconocido como competente en ciertos dominios básicos -que requieren competencias culturales- o mantener las redes necesarias que permiten el acompañamiento necesario para la existencia. Reservaremos la idea de capital económico, cultural o social para quienes se integran en ciclos renovados, pero siempre nuevos, de explotación del trabajo ajeno, de conversión de sus credenciales educativas en rentas de privilegio o de fabricación de contactos de acuerdo con una estrategia de posicionamiento rentable. (p. 14).

No siempre es fácil distinguir entre lo uno y lo otro, porque la adquisición de un recurso vital puede convertirse en la búsqueda de su capitalización, y viceversa: el capital heredado o adquirido puede transformarse, en una situación de crisis, en un mero recurso para la supervivencia. Pero esta diferencia y esta transmutación siempre posible entre los recursos y los capitales (económicos, culturales y sociales) puede ayudar a entender las experiencias vitales narradas en las entrevistas.

La crisis de 2008 «surgió de un intento de compaginar los bajos salarios con el consumo conspicuo» (p. 19). Mientras que las políticas keynesianas se habían basado en «la intervención pública en la economía para mantener la demanda, compaginado ello con la pacificación de la lucha de clases por medio del pacto social entre capital y trabajo» (p. 19), las políticas neoliberales rompieron el pacto social de la posguerra y reactivaron la acumulación de capital mediante la bajada de impuestos, la privatización de servicios públicos, la globalización y liberalización de los mercados de capitales, mercancías y personas, la precarización de las condiciones laborales, salariales y sindicales, y el mantenimiento de la capacidad de consumo por medio del acceso masivo al crédito, con el consiguiente endeudamiento de familias y empresas. Esta «financiarización» de la economía hizo posible el boom inmobiliario, que estalló con la crisis de las hipotecas basura y la multiplicación de impagos, desahucios y cierres de muchos pequeños negocios. Estos impactos sociales son los que afloran en los relatos de las personas entrevistadas.

El libro consta de trece capítulos agrupados en tres partes diferentes: la primera parte aborda «La experiencia de la crisis en el nuevo y el antiguo proletariado»; la segunda se plantea «¿Qué queda de media en la clase media?»; y la tercera, titulada «Marcajes étnicos y ciudadanía laboral», se ocupa de los colectivos discriminados y racializados de inmigrantes extraeuropeos. Cada una de estas tres partes comienza con una breve introducción que contextualiza y conecta entre sí los capítulos agrupados en ella.

La primera parte es la más extensa. Reúne seis de los trece capítulos del libro. Todos ellos se ocupan de personas de clase trabajadora autóctonas, excepto uno de los entrevistados que es de origen argentino. En todas las entrevistas se narra la degradación de las condiciones de vida en los años posteriores a la crisis. El primer capítulo («Cartografías del laberinto. Repertorios ante la esclavitud limitada y la autonomía heterónima»), firmado por David Casassas y Julio Martínez-Cava, se basa en tres entrevistas a otras tantas personas con trayectorias biográficas muy diferentes (Roser, Jorge y Santiago), aunque las tres experimentan la creciente precariedad laboral y la pérdida de control sobre el propio trabajo, tanto en la situación de asalariado como en la de autónomo, y sueñan con una vida de rentistas que les exima de la esclavitud del trabajo. Algo análogo sucede en el segundo capítulo («Perdiendo en la crisis»), firmado por Alberto Garzón Espinosa, en el que el trabajador entrevistado (Francisco) procede de una familia de pescadores y albañiles, encadena uno tras otro distintos empleos precarios y sin embargo se ha derechizado con respecto a sus padres, al entender que los inmigrantes son los culpables de la precariedad que sufren los autóctonos.

El tercer capítulo («Acoso sindical en el trabajo»), firmado por Luis Enrique Alonso, Carlos J. Fernández Rodríguez y Rafael Ibáñez Rojo, muestra cómo las empresas españolas han ido reprimiendo de manera cada vez más directa la actividad sindical de sus trabajadores, basándose en la restrictiva reforma laboral puesta en marcha por el gobierno de Mariano Rajoy, del Partido Popular. Los dos sindicalistas entrevistados (E. y K.) reflejan dos situaciones muy diferentes: la de una gran empresa industrial con una tradición de sindicatos fuertes, y la de una empresa del nuevo sector del conocimiento en el que apenas ha tenido presencia la actividad sindical.

El cuarto capítulo («La soledad de los incurables del amianto»), firmado por Andrés Pedreño Cánovas, se ocupa de un aspecto fundamental de las condiciones de trabajo, especialmente en lo que Ulrich Beck llamó la «sociedad del riesgo»: las enfermedades profesionales derivadas del uso de maquinaria pesada, materiales contaminantes y sustancias tóxicas para la salud. En particular, se centra en los numerosos casos de enfermedad y de muerte debidos al contacto con el amianto o asbesto, primer cancerígeno laboral. Según la OMS, cada año mueren en el mundo más de 100.000 personas por enfermedades relacionadas con el amianto. El caso analizado es el de Ricardo, un trabajador de un astillero de construcción naval en Cartagena, que una vez jubilado se convierte en el presidente de una asociación de afectados y emprende una obstinada lucha contra la empresa, los médicos y los jueces, para conseguir que a él y a sus compañeros se los reconozca como afectados por una enfermedad profesional y, en razón de ello, se les indemnice debidamente.

Concepción Castrillo, Carlos de Castro, María Arnal y Paz Martín son las autoras del quinto capítulo: «Cuando lo que se hereda es la pobreza: género, vulnerabilidad y crisis». La protagonista es Marta, una mujer de 32 años que procede de una familia muy pobre, comienza a trabajar a los 14 años y a los 18 se queda embarazada. Su vida transcurre en un barrio periférico del sur de Madrid, entre trabajos precarios de camarera, limpiadora y cuidadora de personas mayores, solicitudes infructuosas a los servicios sociales públicos, ayudas asistenciales de organizaciones humanitarias y la crianza de sus dos hijos. Invierte sus ahorros en un pequeño bar, con la pretensión de ser una «emprendedora», incurre en una serie de deudas que no puede pagar y finalmente tiene que cerrar el negocio y volver a su vida de empleada precaria y madre sin apenas ayuda de su segunda pareja. La crisis no modifica sustancialmente una vida de pobreza que había heredado desde su nacimiento. Y no confía en que «ellos» (los políticos) vayan a mejorar sus condiciones materiales de vida.

Mario Ortí, María Gómez Garrido y Héctor Gil Rodríguez son los autores del quinto capítulo: «Camareras de piso. Sobrevivir, organizarse en la normalidad postcrisis». Las protagonistas son Carmen y Rosa, dos camareras de piso que proceden de la provincia de Cádiz, pero que trabajan en hoteles de Mallorca. Describen la dureza y la arbitrariedad de sus condiciones de trabajo, en el marco económico español del turismo de sol y playa, pero también el proceso personal por el que comenzaron a cultivar su autoestima y a movilizarse sindicalmente, gracias al movimiento de las Kellys, que ha logrado dar visibilidad al trabajo de las camareras de piso en España.

La segunda parte del libro, como ya he dicho, gira en torno a la pregunta «¿Qué queda de media en la clase media?», y consta de cuatro capítulos. El primero («Vivir y trabajar en el medio rural») lo firma Sergio Andrés Cabello. Es una aproximación a la llamada «España vaciada», y en concreto a la zona de montaña y media montaña de la Rioja, uno de los territorios más afectados por la despoblación y por el envejecimiento de sus habitantes. El capítulo se basa en tres entrevistas a tres personas con perfiles diferentes (aunque en una de ellas participa también la pareja del entrevistado): Juan, un joven ganadero de ovino con estudios superiores y perfil de «neorrural», que vive con su pareja y dos hijos pequeños en una casa de alquiler, en un pueblo de menos de quinientos vecinos; Martín, un hombre maduro y con estudios superiores, ganadero de bovino y carnicero, nacido en el mismo pueblo donde reside (menos de cien habitantes), con una casa de su propiedad, casado con una mujer que ejerce una profesión cualificada fuera del municipio, y con tres hijos mayores que también han estudiado fuera; Mari Mar y Ángel (nombres reales), una pareja de «neorrurales» con estudios superiores que dejaron sus trabajos cualificados en la ciudad para regresar al pueblo de sus padres en el que solían pasar los veranos, tienen un hijo preadolescente, se han construido una casa nueva y han montado un negocio de gastronomía, salud, formación, etc. Todos ellos han elegido vivir en el campo, pero reconocen las muchas dificultades con las que se encuentran y denuncian la falta de políticas públicas que faciliten la vida en las zonas rurales.

El segundo capítulo de la segunda parte («Valores financieros y valores morales») lo firma José Luis Moreno Pestaña, uno de los coordinadores del libro, y se basa en una entrevista a Antonia, una licenciada en ciencias empresariales procedente de una familia de clase media, que en muy poco tiempo consigue ser directora de una sucursal bancaria en el noroeste de España, reivindica su ética profesional meritocrática y al mismo tiempo su condición de empleada bancaria, y recuerda de forma muy ambivalente el boom inmobiliario, la crisis de los impagos, la protesta de los desahuciados, etc. El tercer capítulo («En el corazón del IBEX 35») lo firma Miguel Rubiales Pérez y se basa en la entrevista a María, una alta ejecutiva de grandes empresas españolas que vive en el barrio más caro de Madrid, percibe unos ingresos anuales que en 2014 superaban los 200.000 euros, y está satisfecha de haber ascendido por sus méritos profesionales y sus contactos sociales.

El cuarto y último capítulo de la segunda parte («Tras la burbuja inmobiliaria. Vida cotidiana, clase social y dobles vínculos en las nuevas periferias urbanas»), firmado por Inés Gutiérrez Cueli, David Prieto Serrano y Marina Requena-i-Mora, se ocupa del proceso de «financiarización» de la economía, y en particular del endeudamiento de la clase trabajadora para acceder a una vivienda en propiedad. Las autoras se centran en los PAU (Programas de Actuación Urbanística) que en plena burbuja inmobiliaria se construyeron en la periferia de Madrid, concretamente en el de Carabanchel, conocido como «La Peseta». Entrevistan a dos mujeres, Ruth y Ana, que son representativas de las muchas parejas jóvenes que trataron de ascender socialmente al adoptar el modo de vida de la clase media en urbanizaciones cerradas, con piscina propia y otros servicios comunitarios.

La tercera parte del libro («Marcajes étnicos y ciudadanía laboral») consta de tres capítulos y se centra en las personas trabajadoras que proceden de países extraeuropeos. El primer capítulo («Cuerpos racionalizados»), firmado por Roser Manzanera y Camila Gama, da voz a dos estudiantes universitarias (la guineana Sara y la colombiana Mayte) que viven en una ciudad del sur de España y narran las violencias sufridas por su género y por el color de su piel. El capítulo siguiente («Lo que permanece. Navegar en la condición de inmigrante»), firmado por Alberto Martín Pérez y Monserrat Ferrás Murcia, tiene como protagonista al argelino Khalil, de origen bereber o kabyle, que se exilia por motivos políticos, reside en una ciudad catalana, encadena trabajos precarios, monta un negocio de limpieza de vehículos que acaba cerrando tras la crisis, se casa con una española y tiene con ella una hija, estudia Ciencias Políticas, se considera un «ciudadano musulmán», participa en la asociación de padres y madres de la escuela de su hija, es un activista socio-político muy crítico con las comunidades musulmanas cerradas sobre sí mismas, y sin embargo sigue siendo tratado como un inmigrante y sobrellevando una vida laboral precaria.

El último capítulo del libro («El trabajo doméstico interno. Las sombras del familiarismo español») lo firman Inés Campillo y Jorge Sola. En él se analiza el papel decisivo desempeñado por las mujeres inmigrantes en los trabajos de cuidados de las familias españolas. Es la llamada «cadena global de cuidados» en la que se revela la desigualdad entre el Norte y el Sur globales, y que por tanto conecta de manera estructural la «gran miseria» de los países pobres con la «miseria relativa» de los países ricos. La protagonista es Gloria, una inmigrante latinoamericana muy pobre que se ve obligada a dejar a su marido y a sus hijos en su país de origen para conseguir un «buen» trabajo en Madrid, donde es contratada como asistenta interna en varios hogares de clase media (primero sin papeles y luego con papeles) para cuidar a distintas personas mayores hasta su fallecimiento.

He enumerado todos los capítulos y todas las entrevistas que se transcriben en ellos, para poner de manifiesto que Todo lo que entró en crisis es una obra sociológica de gran alcance, en la que se nos ofrece un mapa muy amplio y muy representativo de las clases trabajadoras en España (proletariado, clases medias urbanas y rurales, y colectivos inmigrantes), y se nos muestra cómo experimentaron la crisis de 2008 y las posteriores políticas de precarización de la existencia.

Además, es una obra polifónica en la que se entretejen la teoría y la práctica, la ciencia y la experiencia, las veinticinco voces de profesionales de las ciencias sociales que analizan las consecuencias de la crisis económica, cultural y social en la España posterior a 2008, y las veinte voces de las personas trabajadoras que narran y reflexionan sobre su propia experiencia vivida.


Última actualización: junio_2023 2023/06/21 10:43

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  • Última modificación: 2023/07/19 11:22
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