Septiembre de 2014

La filósofa estadounidense Nancy Fraser, que en mi opinión es una de las más importantes pensadoras de las últimas décadas, ha publicado un magnífico artículo titulado "Tras la morada oculta de Marx. Por una concepción ampliada del capitalismo". El artículo ha aparecido en el último número de la histórica revista New Left Review (nº 86, mayo-junio 2014, pp. 57-76), cuya versión castellana ha comenzado a ser editada en España por Traficantes de Sueños.

En su artículo, Fraser propone reinterpretar el pensamiento de Marx e inscribirlo en una teoría social más amplia. Esta teoría social ampliada, por un lado, debe revisar críticamente las limitaciones teóricas y los fracasos prácticos del marxismo; por otro lado, debe incorporar las nuevas experiencias emancipatorias y las aportaciones teóricas que las han acompañado a lo largo del siglo XX: feminismo, ecologismo, republicanismo cívico, altermundialismo, etc.; por último, y gracias a todo ello, debe dar cuenta de lo que Fraser llama las “condiciones de fondo” del capitalismo.

Esas “condiciones de fondo”, que no fueron tenidas en cuenta o no fueron suficientemente valoradas por Marx, son tres: en primer lugar, la división sexual del trabajo, tal y como ha sido analizada y problematizada por el feminismo contemporáneo; en segundo lugar, la relación con la naturaleza no humana, tal y como ha sido analizada por la economía ecológica; y, en tercer lugar, el papel de los regímenes jurídico-políticos en la conformación de las reglas de la actividad económica, tal y como fue estudiado en su día por el historiador de la economía Karl Polanyi y como han venido planteando en las últimas décadas los movimientos socio-políticos que reclaman una “democratización de la democracia”, una justicia global y una protección universal efectiva de los derechos humanos.

Desde esta nueva perspectiva teórica, Fraser considera que el capitalismo no es solo un sistema económico sino también un tipo de sociedad, un “orden social institucionalizado”.

Me ha alegrado mucho leer este último artículo de Nancy Fraser, porque su propuesta teórica coincide básicamente con lo que yo mismo he venido defendiendo desde que publiqué Variaciones de la vida humana. Una teoría de la historia (Akal, Madrid, 2001).

En ese libro, yo partía de cuatro “condiciones universales de la vida humana” (el sustento económico, la reproducción sexuada, la regulación de la convivencia política y la comunicación simbólica), proponía una tipología no evolucionista de las sociedades humanas tomando como criterio de comparación el modo en que cada sociedad regula y articula entre sí esas cuatro condiciones básicas, y caracterizaba a la “sociedad capitalista” como un tipo histórico de sociedad sostenido sobre cuatro pilares básicos: la constitución del sistema europeo de Estados-nación soberanos y su hegemonía imperial sobre el resto del mundo, la expansión mundial de los mercados competitivos como un nuevo tipo de economía que adquiere autonomía con respecto a los Estados y las comunidades locales, la familia patriarcal moderna con su correspondiente división sexual de todas las actividades sociales, y la fe prometeica en el poder de los saberes tecno-científicos para conocer y controlar de forma creciente la totalidad de lo real.

Además, en ese libro argumenté que el capitalismo moderno está destinado a perecer y que su crisis no es solamente la crisis de un cierto tipo de economía, sino más bien la crisis del conjunto de la sociedad capitalista y de los cuatro pilares sobre los que se ha sostenido durante los últimos cinco siglos. Por eso, me aventuraba a caracterizar la naciente sociedad global como un nuevo tipo histórico de sociedad (aunque no sabemos aún cuál será su desarrollo a lo largo del siglo XXI), a la vista de los profundos cambios sociales que están teniendo lugar en los cuatro pilares sociales básicos: los límites ecológicos de la biosfera terrestre, la crisis del patriarcado y de la división sexual del trabajo, la formación de actores, legislaciones e instituciones socio-políticas globales que están socavando la hegenomía europea y el poder del Estado-nación soberano, y, por último, el creciente descrédito de la concepción prometeica, evolutiva y eurocéntrica de la historia universal.

Última actualización: septiembre_2014 10/09/2014 19:44


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