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2.1 El qué
A menudo sabemos de qué queremos hablar y sabemos también, con frecuencia, qué queremos conseguir . Pero eso no significa que sepamos qué debemos decir para tratar el tema de una manera adecuada a nues- tro propósito . Si tratamos de comunicar algo, necesitamos que eso que queremos decir haya tomado forma previamente en nosotros . Podemos ir perfilando la idea fundamental, retocarla, sustituir una versión por otra, hasta que lleguemos a una formulación de nuestro pensamiento que nos deje satisfechos . No podemos estar seguros de que sabemos lo que que- remos decir mientras no tengamos un texto, parcial o total, con sentido completo . En el qué hay distinguir cuatro componentes:
1 .o El marco: situación, lugar, destinatarios, tiempo, relaciones perso- nales, etc .
2 .o El objetivo que se persigue .
3 .o El tema: aquello a lo que queremos referirnos .
4 .o El núcleo . No podemos permitirnos el lujo de ir divagando, buscan- do poco a poco nuestro pensamiento .
2.2 El cómo
La idea que tenemos que comunicar ha de llegar a los demás y ser en- tendida . No solo esto . Necesitamos que sea entendida de la mejor manera posible . Debemos aspirar, por lo menos, a que se acepte que es una idea que tiene sentido y que responde a una situación o a una actitud que me- rece respeto y atención . Si es posible, que la idea provoque en el receptor el asentimiento que lleva a la acción . En el cómo se distinguen tres com- ponentes .
2 .2 .1 Tono
No aludimos al tono en el sentido físico, sino psicológico o moral, en el mismo sentido que se emplea cuando se dice, por ejemplo: «No me hable usted en ese tono», «Empleó un tono intolerable», «Fue el tono lo que me convenció», «Me lo pidió en tono tan amable que no pude negar-
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