Abril de 2021

Cuando estuve documentándome para escribir Un lugar en el mundo (2019), en particular la cuarta y última parte del libro, «La Tierra urbanizada y el derecho a la ciudad», leí muchos estudios sobre la historia de la ciudad y sus transformaciones contemporáneas, sobre los grandes problemas a los que se enfrentan las nuevas megalópolis y ciudades-región en la era del Antropoceno, y sobre las novedosas propuestas para hacer efectivo el «derecho a la ciudad».

Esa última parte del libro terminaba con una breve enumeración de propuestas y experiencias concretas, pero en ella no mencioné a Carlos Moreno (Tunja, 1959), un colombiano que migró con apenas veinte años a Francia, en donde desarrolló una intensa carrera profesional como profesor universitario, experto en gestión digital de sistemas complejos y coordinador de equipos interdisciplinares. Su país de adopción le concedió la nacionalidad y lo premió con la Legión de Honor.

Desde 2014, Carlos Moreno asesora a la alcaldesa de París Ana Hidalgo, de origen gaditano y militante del Partido Socialista Francés, para poner en marcha una profunda remodelación de la capital francesa, centrada en reducir los desplazamientos motorizados, aumentar la proximidad entre los ciudadanos, reducir las desigualdades sociales y territoriales, y cuidar del medio ambiente (el suelo, el agua, el aire y la biodiversidad) para responder a los retos del cambio climático. Carlos Moreno ha demostrado que se pueden utilizar los conocimientos digitales más avanzados (Big Data, Inteligencia Artificial, etc.), no para hacer negocio ni para vigilar a la población, sino para gestionar una gran ciudad como París con criterios de eficiencia técnica, justicia social, sostenibilidad ambiental y participación ciudadana.

Actualmente, Carlos Moreno es director de la Cátedra ETI (Emprendimiento, Territorio, Innovación) de la Universidad de París 1 Panthéon – Sorbonne / IAE Sorbonne Business School, y consultor de muchos gobiernos, ayuntamientos, federaciones de ciudades y organismos internacionales, que han adoptado su propuesta de "la ciudad de los quince minutos" como un modelo urbano a la altura de los retos del Antropoceno.

Pero en 2019, cuando escribí Un lugar en el mundo, Carlos Moreno todavía no había publicado los dos libros en los que expone sus novedosas ideas: Droit de cité. De la «ville-monde» à la «ville du cuarto d’heure» (Derecho de ciudadanía. De la «ciudad global» a la «ciudad de los quince minutos»), con prólogo de Richard Sennett y postfacio de Saskia Sassen, y Vie urbaine et proximité à l’heure du Covid-19 (Vida urbana y proximidad en la época del Covid-19), publicados ambos en 2020 por Éditions de l’Observatoire.

En el primer capítulo de Droit de cité, el autor cuenta sus orígenes familiares y los pone en relación con un fenómeno de alcance mundial, del que me he ocupado por extenso en Un lugar en el mundo: el proceso generalizado de desposesión de las comunidades campesinas e indígenas del Sur global y su migración forzosa en dos tiempos sucesivos, primero a las ciudades del propio país y después a otros países más ricos. Estas son sus palabras:

«Soy el hijo de un campesino de la cordillera de los Andes expropiado de sus tierras, como otros muchos millones, convertidos en urbanitas a su pesar. La creación de esos grandes latifundios [en castellano y cursiva en el original] que esclavizan a los antiguos pequeños propietarios, ha engendrado los movimientos forzosos de esos campesinos sin tierra, que se marchan a buscar en los centros urbanos, puestos en situación de emergencia, un modo de vida mejor o simplemente una oportunidad para sobrevivir. Así es como yo nací urbanita, a finales de los años 1950, heredero del amor a los lugares, de la tierra-madre nutricia y del respeto a sus ciclos naturales inscrito en su propia cosmogonía. Esta dicotomía ha estado siempre presente en mi vida, como en la de cientos de millones de otros urbanitas que también han experimentado este cambio.» (pp. 17-18).

Conocí a Carlos Moreno con ocasión de una charla que dio a distancia el 11 de febrero de 2021, organizada por Cartagena Piensa. Esta es la grabación:

La charla de Carlos Moreno me entusiasmó. Inmediatamente visité su página web y leí sus últimas publicaciones.

Sus ideas principales podrían resumirse así:

1. En las últimas décadas estamos asistiendo a un proceso generalizado de urbanización de toda la Tierra, debido a los procesos de degradación de los ecosistemas, cambio climático, mercado global de tierras y conflictos por los recursos naturales. Todo ello conlleva la desposesión de las poblaciones rurales y su migración forzosa a los arrabales sin infraestructuras ni servicios de las grandes metrópolis, sobre todo en el Sur global: más de la mitad de la humanidad vive ya en ciudades y en 2050 se puede llegar al 70%.

2. Las ciudades se han expandido de manera incontrolada en las últimas décadas, conforme a un patrón cada vez más insostenible: diversificación funcional y fragmentación espacial de las distintas actividades sociales (residencia, trabajo, comercio, educación, salud, cultura y ocio), expansión geográfica ilimitada que artificializa cada vez más el suelo rural y borra la diferencia entre el campo y la ciudad, creación de un desequilibrio creciente entre el centro y la periferia, agudización de las desigualdades sociales y territoriales, proliferación de zonas suburbiales sin infraestructuras y servicios adecuados, una movilidad diaria y masiva a grandes distancias por medio de vehículos privados a motor, una primacía de la ciudad mineral (asfalto, hormigón, acero, etc.) sobre la ciudad vegetal y acuática, unas vidas sometidas a un tiempo frenético y agotador, unos espacios públicos saturados de tráfico, ruido, contaminación, conductas incívicas, etc.

3. Carlos Moreno, inspirándose en otros urbanistas y en varias experiencias concretas, como la de la ciudad colombiana de Medellín, plantea la necesidad ineludible de diseñar otro tipo de espacio urbano, donde convivan el campo y la ciudad, donde se mezclen lo gris, lo azul y lo verde, donde la tierra, el agua y el aire sean limpios y acojan las más diversas formas de vida, donde se reduzcan las desigualdades sociales y territoriales, donde la asimetría entre el centro y la periferia deje paso a una ciudad policéntrica en la que cada barrio cuente con todas las infraestructuras y servicios necesarios para satisfacer las distintas funciones sociales, donde todos los desplazamientos puedan realizarse a pié o en bicicleta en un tiempo máximo de quince minutos (para los barrios más compactos) o de media hora (para los suburbios más dispersos), donde los espacios públicos estén libres de coches y vuelvan a ser lugares de convivencia, de mezcla social, de creatividad cultural, y, por último, donde la ciudadanía participe activamente en la remodelación y revitalización de la ciudad.

A pesar de que no mencioné la labor de César Moreno en Un lugar en el mundo, al oir su charla y leer sus publicaciones he podido comprobar que muchas de sus fuentes de inspiración son también las que yo utilicé para escribir el último capítulo de mi libro, entre ellas Jane Jacobs, Lewis Mumford, Henri Lefebvre, Elinor Ostrom, Bruno Latour, Edgar Morin, Zygmunt Bauman, Richard Sennett, Saskia Sassen, Jason W. Moore, IPCC, ONU-Habitat III, CGLU, C40 Cities, etc.

Como dice Richard Sennett en el prólogo de Droit de cité:

«La densidad es la virtud de la ciudad; la distancia es su vicio […] La densidad significa que personas diferentes están físicamente juntas, estimuladas por su mutua presencia. Y la densidad es la condición previa de la democracia […] La distancia es el vicio de la ciudad. Cuanto más extendida y separada está una ciudad, más aumentan las desigualdades […] Porque la distancia separa a las clases, las razas y las culturas en el espacio, y refuerza las identidades fijas […] En la ciudad moderna, la densidad ha sido subordinada a la distancia. Carlos Moreno propone invertir esta relación.» (pp. 7-8).

En el postfacio, Saskia Sassen subraya la gran novedad y el gran éxito de las propuestas urbanísticas de Carlos Moreno:

«París ha logrado realizar lo que todos los expertos de la ciudad habían considerado imposible: la transformación fundamental de una gran ciudad donde se circula las 24 horas del día. Es una hazaña. Lo más importante es que esto recuerda al mundo que podemos transformar nuestras grandes ciudades. Y sí, es posible cambiar la circulación de diferentes maneras, lo que sin embargo muchos expertos habían considerado imposible […] Ana Hidalgo, la admirable alcaldesa de París, y su brillante equipo, asesorado por Carlos Moreno, nos han demostrado que eso era posible. “Sí, se puede” [en castellano y en cursiva, en el original], como dirían los activistas en América Latina, al evocar un reto muy diferente […] Los responsables parisinos han sabido escuchar a los habitantes y no únicamente a los “expertos”, como suele ser lo habitual […] París nos ha demostrado que era posible, como ninguna otra gran ciudad ha sabido hacerlo. La ciudad se ha transformado en un laboratorio viviente […] Actualmente, un número creciente de ciudades tratan de aprender del ejemplo de París y están dispuestas a desarrollar algunos de estos cambios. La “ciudad de los quince minutos” se ha convertido en un modelo […] La diferencia principal está en haber tenido en cuenta las necesidades de los habitantes, en lugar de focalizarse en la cuestión de la circulación.» (pp. 171-175).


Última actualización: abril_2021 2021/04/04 12:44

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  • Última modificación: 2021/04/04 22:51
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