Noviembre de 2023

Ante la próxima COP28, es decir, la cumbre anual sobre el clima organizada por la ONU como Conferencia de las Partes (COP), cuya edición número 28 se celebrará en Dubái entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre de este año, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) hizo público el lunes 20 de noviembre el denominado Informe sobre la brecha de emisiones 2023.

Según este informe, la temperatura media de la atmósfera se dirige a un calentamiento global de entre 2,5 y 2,9 ºC, casi el doble del límite de 1,5 ºC fijado por el Acuerdo de París de 2015.

La razón de esta «brecha» es muy sencilla: los gobiernos de los 193 países firmantes del Acuerdo de París no sólo no lo están cumpliendo sino que muchos de ellos siguen financiando la extracción, el comercio y el consumo de combustibles fósiles, con lo que las emisiones de efecto invernadero continúan creciendo. Si sigue esta tendencia, muchos científicos advierten que nos encaminamos a toda velocidad a un humanicidio de proporciones gigantescas, mucho más terrible y devastador que cualquiera de los genocidios cometidos hasta ahora por los gobiernos mediante la violencia armada.

Por eso, son ya muchos los juristas, organizaciones ecologistas, comunidades indígenas, instituciones académicas e incluso gobiernos que proponen reformar el Estatuto de Roma que dio nacimiento a la Corte Penal Internacional, para convertir el «ecocidio» en el quinto crimen tipificado por el derecho internacional humanitario y, por tanto, susceptible de ser juzgado por la CPI.​

En muchos países, la negación -o la justificación- del holocausto de los judíos por parte de los nazis está tipificada legalmente como delito, sea de manera específica o como concreción de un delito más genérico: el «discurso de odio». Lamentablemente, no sucede lo mismo con otros genocidios, como el que viene cometiendo Israel contra el pueblo palestino. Es el doble rasero de Occidente. Con el mismo criterio humanitario, y ante la amenaza de un colapso civilizatorio cada vez más probable, todos los políticos que niegan el cambio climático, se oponen a ponerle freno y alientan el capitalismo fósil, deberían ser imputados como responsables por negligencia temeraria de un crimen de lesa humanidad y, como mínimo, deberían ser inhabilitados para el ejercicio de cualquier cargo público. En lugar de ello, cada año se persigue e incluso se mata a los activistas climáticos y ambientales. En España, la Fiscalía pide 21 meses de cárcel y 3.300 euros a los 15 activistas de Rebelión Científica que en abril de 2022 se manifestaron ante el Congreso de los Diputados para pedir medidas urgentes contra el cambio climático. Entre los acusados están el filósofo Jorge Riechmann, la ambientóloga Marta García Pallarés y el director del Observatorio de la Sostenibilidad, Fernando Prieto. Es el mundo al revés. Es el «lawfare» en acción.

Cuanto más se acelera el cambio climático y se intensifican sus impactos biofísicos y sociales (olas de calor, sequías, huracanes, inundaciones, deshielo de los polos y los glaciares, acidificación de los océanos, elevación del nivel del mar, reducción de las cosechas, aumento de las pandemias, agotamiento de los acuíferos, cambio del eje de la Tierra, migraciones climáticas, etc.), cuanto más necesarios son los consensos políticos y sociales en todas las escalas territoriales (desde la más local a la más global) para adoptar medidas urgentes y efectivas hacia la descarbonización, el decrecimiento y la justicia social, más aumenta la virulencia de las fuerzas ultraderechistas, negacionistas, suicidas y ecocidas, financiadas por las grandes corporaciones financieras y empresariales, y alentadas por sus poderosas redes mediáticas.

Esta es la gran tragedia a la que nos enfrentamos. Este es el gran reto político de nuestro tiempo. Por eso es crucial alcanzar acuerdos básicos entre las diversas tradiciones ilustradas y humanistas, desde el liberalismo y el socialismo hasta los nuevos movimientos emancipatorios: pacifismo, ecologismo, feminismo, decolonialismo, etc. Por eso necesitamos tejer alianzas entre los pueblos del Norte y del Sur globales, y entre todos los grupos sociales -rurales y urbanos, viejos y jóvenes, hombres y mujeres- afectados de uno u otro modo por los grandes impactos ecosociales del Antropoceno.

Tenemos que comenzar a reconocernos como una sola «humanidad terrestre», y asumir entre todos la enorme responsabilidad que nos corresponde ante los colectivos humanos más vulnerables, ante las generaciones futuras que han de sucedernos y ante los demás seres vivos con los que habitamos la común morada terrestre.


La reciente victoria de Javier Milei en Argentina es una terrible noticia para los demócratas de todo el mundo. Envío desde aquí un fuerte abrazo a las amigas y amigos argentinos, porque sé que están desolados.

Este triunfo electoral de un iluminado neofascista es un episodio más de un «retroceso civilizatorio» que viene produciéndose en todo el mundo -no sólo en las democracias occidentales- desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 y desde la crisis financiera, económica y social de 2007-2008. Basta pensar en el Brexit y en líderes políticos como Trump, Putin, Xi Jinping, Bolsonaro, Orban, Meloni, Sunak, Netanyahu…

En todos los rincones del planeta -incluida la España de PP y Vox- estamos asistiendo a la alianza estratégica entre la derecha neoliberal y la ultraderecha neofascista. Ambas se autodenominan «liberales» (el partido de Milei se llama La Libertad Avanza) y comparten cuatro objetivos básicos: defender los privilegios de las élites económicas evasoras de impuestos y destructoras del planeta, privatizar los servicios públicos universales, explotar sin límites a las personas y a los ecosistemas, y recortar las libertades y los derechos conquistados por los trabajadores, las mujeres, los ecologistas, las personas migrantes, los colectivos LGTBI+, etc.

La nueva Internacional Reaccionaria es radicalmente anti-democrática y anti-ilustrada: contraria a los derechos humanos y a la Agenda 2030; enemiga del pluralismo político y el debate respetuoso; negacionista de los saberes científicos, del cambio climático antropogénico, del incremento de las pandemias, en fin, de una degradación acelerada de los ecosistemas que está poniendo en riesgo el porvenir de la humanidad.

En 2017 se publicó un volumen colectivo titulado El gran retroceso. Un debate internacional sobre el reto urgente de reconducir el rumbo de la democracia (Barcelona, Seix Barral, 2017), en el que participaron diecisiete intelectuales estadounidenses, indios y europeos (tres de ellos españoles). Los autores se referían no sólo al «gran retroceso» de la democracia liberal sino de todos los ideales civilizatorios de la modernidad. En 2018 publiqué el ensayo «La crisis de la democracia en la era global», recogido en mi libro Mundo, nosotros, yo. Ensayos cosmopoliéticos (Barcelona, Herder, 2018), en el que trataba de analizar las razones de fondo de este gran retroceso político y civilizatorio.

El pasado mes de enero, el prestigioso Instituto Variedades de Democracia (V-Dem Institute), de la Universidad de Gothenburg (Suecia), publicó su informe anual con el título Informe sobre la Democracia 2023. Desafío frente a la Autocratización. Según este informe, los avances democráticos que se dieron tras el final de la Guerra Fría «se han esfumado». El 72% de la población mundial, unos 5.700 millones de personas, viven hoy bajo regímenes «autocráticos», una proporción que nos devuelve a los años anteriores a 1986. Como conclusión de su informe, el V-Dem Institute alerta sobre «la actual ola de autocratización en el mundo» y señala que coincide con el inicio de una nueva Guerra Fría en la que las grandes potencias y sus aliados compiten tanto en el terreno económico como en el geopolítico, con el fin de controlar los territorios y los recursos naturales del planeta.

Conviene tener en cuenta este sombrío contexto político global para valorar como se merece la vuelta de Lula en Brasil, o el hecho de que dos países de la Unión Europea, como Polonia y España, hayan puesto freno a la Internacional Reaccionaria. Creo que hemos de alegrarnos de que, a partir de hoy, contemos en España con un gobierno Psoe-Sumar ya constituido.

Por eso, lamento que los dirigentes de Podemos sigan anclados en la nostalgia de un poder que los electores les negaron el 28M, y en el rencor hacia la izquierda plural que ha logrado coaligarse en Sumar, impedir la amenaza de un gobierno PP-Vox y posibilitar que el propio Podemos siga teniendo representación parlamentaria.

El pasado 26 de octubre, en el X Congreso de la Sociedad Académica de Filosofía celebrado en Granada, presenté una ponencia sobre todas estas cuestiones, titulada: «La democracia: ¿ideología o utopía?». El texto será publicado próximamente en la revista Pensamiento al margen (nº 19, 2023).


Última actualización: noviembre_2023 2023/11/22 13:27

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  • Última modificación: 2023/11/22 20:09
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