Junio de 2009

A finales de junio de 2009, José Alberto Cuesta Martínez presentó en la Universidad de Salamanca su tesis de doctorado, titulada Ecocinismos. El medio ambiente natural y humano bajo la linterna cínica. El director de la tesis era mi buen amigo Luciano Espinosa Rubio. Y yo tuve la suerte de participar en el tribunal, junto con José María García Gómez-Heras, Jorge Riechmann Fernández, Carmen Velayos Castelo y José María Zamora Calvo.

José Alberto Cuesta ya había realizado su Trabajo de Grado sobre el mismo tema, con el mismo director y con el título Filosofía cívica y crítica ecosocial. Lo presentó en diciembre de 2004 y obtuvo un Sobresaliente cum laude. Posteriormente, lo publicó con el mismo título, en Barcelona, Ediciones del Serbal, 2006. Obtuvo, además, en el curso 2004-2005, el Premio de Grado de la Universidad de Salamanca en el Área de Humanidades. Para mí fue una suerte conocer a este nuevo Diógenes, licenciado en Humanidades por la Universidad de Salamanca, pero oriundo de Palencia.

En la tesis de doctorado, José Alberto Cuesta amplia y revisa su trabajo precedente. La principal originalidad de la tesis consiste en relacionar elcinismo antiguo con el ecologismo contemporáneo, es decir, en reivindicar la filosofía y el modo de vida de los cínicos griegos desde una perspectiva ecologista, y en analizar la actual crisis ecológica del capitalismo globalizado con la mirada crítica y burlona de los antiguos cínicos griegos, cuya influencia atraviesa como un guadiana toda la historia del pensamiento occidental. Para ello, el autor se inspira en la obra de Peter Sloterdijk: Crítica de la razón cínica (Madrid, Siruela, 2007, 4ª ed.).

El debate público sobre la tesis fue muy interesante y divertido. Además, contó con la asistencia de un público multitudinario, formado por una amplia representación de la familia y de los amigos del joven ecocínico. Y, para mi sorpresa, luego fuimos invitados a comer los miembros del tribunal junto con todo aquel amplio público, en una especie de celebración nupcial.

A todo ello hay que añadir el placer de pasear una vez más por las calles y plazas del centro histórico de Salamanca, en compañía de mi amigo Luciano, con quien pude conversar largamente, sentados al atardecer en la Plaza Mayor de la ciudad.

Última actualización: junio_2009 08/09/2009 20:34

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