Noviembre de 2008

Desde hace dieciocho años, Francisco Jarauta, catedrático de Filosofía en la Universidad de Murcia, ha venido organizando en esta ciudad, durante la última semana de noviembre, un ciclo de conferencias sobre los grandes debates filosóficos, políticos y culturales del mundo contemporáneo. Al principio, este ciclo se denominaba Foro de los Noventa, pero al comenzar el nuevo milenio pasó a denominarse Foro de la Mundialización.

Por este Foro han pasado Jacques Derrida, Jean-François Lyotard, Alain Touraine, Marc Augé, Armand Mattelart, Sami Naïr, Susan George, Mustapha Cherif, Gianni Vattimo, Massimo Cacciari, Giacomo Marramao, Remo Bodei, Roberto Esposito, Omar Calabrese, Ricardo Petrella, Ignacio Ramonet, José Vidal-Beneyto, Ignacio Sotelo, Fernando Vallespín, Mariano Aguirre, Javier de Lucas, etc.

Esta semana, el Foro de la Mundialización ha tenido como temática general “El nuevo escenario internacional”, tras la crisis financiera mundial que ha estallado en octubre del presente año y tras la posterior victoria electoral de Barack Hussein Obama como nuevo presidente de Estados Unidos.

Los conferenciantes invitados han sido: Sami Naïr, que habló sobre “La crisis financiera internacional” (lunes 24), Ignacio Ramonet, que habló sobre “La crisis del siglo y la nueva geopolítica mundial” (martes 25) y Lluís Bassets, que habló sobre “Los retos de la presidencia de Obama” (jueves 27). Bassets acaba de publicar La oca del señor Bush. Cómo los neocons han destruido el orden internacional desde la Casa Blanca (Barcelona, Península, 2008).

Los tres conferenciantes, con quienes Francisco Jarauta, algunos otros amigos y yo mismo pudimos conversar tras sus intervenciones públicas, coincidieron en algunos puntos básicos:

-Estamos ante la “crisis del siglo” (véase el monográfico nº 5 de Le Monde Diplomatique en español, que acaba de aparecer con este mismo título), es decir, la mayor crisis económica desde el crack de 1929 (a pesar de las muchas diferencias entre ambas), sin parangón con las crisis parciales que han tenido lugar en las décadas precedentes, y que sólo han afectado a algunos países o sectores económicos.

-La crisis actual es la primera “crisis global”, la primera que alcanza a todos los países del mundo, pues sólo en las últimas décadas se ha creado un sistema económico plenamente globalizado e interdependiente, debido al fin de la Guerra Fría y a la revolución de las tecnologías del transporte, la información y la comunicación.

-Se trata de una “crisis sistémica”, pues se ha extendido como un virus a todos los sectores económicos: lo que comenzó como la crisis inmobiliaria de las hipotecas subprime estadounidenses, se convirtió rápidamente en una crisis bancaria y bursátil, que a su vez generó una crisis del crédito y del consumo, lo cual ha desencadenado una crisis industrial y laboral, que acabará provocando una crisis social y política. El cierre de empresas y el consiguiente desempleo de miles de trabajadores ha comenzado ya a extenderse desde Estados Unidos hasta China. En el caso español, la crisis general se ha visto agravada por el pinchazo de la inmensa burbuja inmobiliaria, a la que habían contribuido de forma irresponsable tanto las entidades financieras (bancos y cajas de ahorro) como los poderes públicos (los ayuntamientos, las comunidades autónomas y el gobierno central).

-Esta crisis supone el fin de la etapa neoliberal del capitalismo, que se había impuesto en casi todo el mundo durante los últimos treinta años. Esta etapa neoliberal se inició en los años setenta y ochenta, sobre todo con la llegada al poder de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, y supuso el triunfo de las tesis de la llamada Escuela de Chicago, en la que destacaron Paul A. Samuelson, Friedrich Von Hayek y Milton Friedman. Se impuso por todas parte el llamado “fundamentalismo del mercado”, que ha sido profesado como una nueva religión: la liberalización del movimiento de capitales y mercancías, la privatización de las empresas y servicios públicos, la desregulación del mercado laboral, etc. Pues bien, ahora vemos a los gobiernos de los países más neoliberales, como Estados Unidos y Reino Unido, interviniendo masivamente en la economía, aportando grandes cantidades de dinero e incluso nacionalizando bancos. Esta crisis ha supuesto, pues, el fin del neoliberalismo y la recuperación del keynesianismo, es decir, el retorno del Estado como actor político imprescindible y como garante del sistema económico y social.

-En cuanto a los consecuencias geopolíticas de la crisis, las dos primeras han sido el rotundo triunfo electoral de Barack H. Obama y la quiebra irreparable de la hegemonía estadounidense. Y esto porque la crisis se ha gestado precisamente en Estados Unidos, que hasta ahora era el gran motor económico y la gran potencia militar del mundo.

-La rotunda victoria de Obama se ha debido al voto mayoritario de los afroamericanos, los hispanos, los judíos, los jóvenes, las mujeres, las clases sociales con rentas más bajas y las que tienen rentas muy altas. A John McCain le han votado sólo los WASP (blancos, anglosajones y protestantes de clase media). Los votantes de Obama querían acabar de una vez por todas con los ochos años de la Administración Bush, considerado “el peor presidente de la historia de los Estados Unidos”. A ello se ha añadido una novedosa campaña electoral, basada en una promesa de cambio y de unidad, en la recepción masiva de pequeños donativos y en el inteligente uso de Internet.

-En cuanto a la quiebra de la hegemonía estadounidense, es evidente que la era de los neocon y de sus sueños imperiales ha terminado. La crisis económica, unida al inmenso déficit público estadounidense (sufragado hasta ahora por los chinos, los rusos y los árabes), no va a permitir nuevas aventuras militaristas adoptadas de forma prepotente y unilateral. A partir de ahora, Estados Unidos tendrá que poner en marcha algo parecido al New Deal de Roosvelt, aunque esta vez con un claro componente ecológico, es decir, con una apuesta por las nuevas energías renovables y por el Protocolo de Kioto, no sólo para reducir los efectos del cambio climático sino también para no seguir dependiendo de un petróleo cada vez más escaso y caro, y de los pocos países que lo producen (los de Oriente Próximo y los de Asia Central, a los que se suman Rusia y Venezuela). Por otro lado, Estados Unidos tendrá que volver a la ONU, al multilateralismo y al respeto de los derechos humanos, lo que le exigirá cerrar Guantánamo, renunciar a la doctrina de la “guerra preventiva global contra el terrorismo”, promover la creación del Estado palestino, tomarse en serio la política de no proliferación nuclear, etc.

-Por último, todos estos cambios han revelado la debilidad y la lamentable desunión de la Unión Europea, el desconcierto de los partidos y gobiernos socialdemócratas, e incluso la desmovilización de los movimientos sociales “altermundialistas” europeos. En cambio, ha dado nuevas fuerzas a los movimientos sociales y gobiernos progresistas latinoamericanos, que se habían venido oponiendo frontalmente a las políticas neoliberales, y puede ser también un motivo de esperanza para los pueblos más empobrecidos de África y Asia.

En resumen, entramos en una nueva época, en la que va a producirse una gran crisis económica, social y política, de consecuencias imprevisibles, pero en la que también se abre la posibilidad de crear un nuevo orden internacional, mucho más justo, democrático, pacífico y sostenible.

Última actualización: noviembre_2008 28/11/2008 03:09

Acabo de leer, uno tras otro, los dos últimos libros de mi amiga Lola López Mondéjar, que han aparecido en este mismo año con una diferencia de seis meses. El primero apareció en marzo, es una colección de cuentos y se llama El pensamiento mudo de los peces (Madrid, Páginas de Espuma, 2008); el segundo apareció en octubre, es una novela erótica y se llama Lenguas vivas (Caravaca de la Cruz, Ediciones Gollarín, 2008).

Lola nació en Murcia en 1958 y este año hemos celebrado su espléndido medio siglo. Estudió Psicología en la Universidad de Murcia y completó su formación como psicoanalista en Madrid, Alicante, Milán y París. Es psicoanalista, profesora, ensayista, narradora, articulista de prensa, coordinadora desde 1998 del programa literario La mar de letras (dentro del Festival Internacional de Músicas del Mundo La mar de músicas, que se celebra todos los años en Cartagena, y que se dedica cada año a un país diferente), y directora desde 2005 de varios Talleres de Escritura Creativa en la Biblioteca Regional de Murcia.

En 1997, publicó su primera novela: Una casa en La Habana (Madrid, Fundamentos); en 2000, apareció la segunda: Yo nací con la bossa nova (Madrid, Fundamentos), que recibió el premio Libro Murciano del Año 2000, en la modalidad de narrativa; en 2003, apareció la tercera: No quedará la noche (Murcia, Editora Regional de Murcia). Paralelamente a estas tres novelas, Lola López Mondéjar ha ido publicando también algunos cuentos en diferentes revistas y antologías. A lo largo de este último año han aparecido, como ya he dicho antes, su primer libro de cuentos y su cuarta novela.

He leído todos sus libros de ficción y algunos de sus artículos y ensayos psicoanalíticos. Hace años, la invité a un ciclo de conferencias de la Sociedad de Filosofía (“Los lenguajes de la comunicación”) y a uno de mis cursos de doctorado (“La familia: teoría e historia”), para que hablara sobre algunos de los temas que ella conoce muy bien: el amor, la familia, las relaciones entre hombres y mujeres, etc. Y ella, a su vez, propuso a su amiga Jorgelina Rodríguez O'Connor que me invitara a hablar sobre la violencia en un congreso nacional de psicoanalistas organizado en Málaga por el Centro Psicoanalítico de Madrid.

De la escritura de Lola, lo que más me gusta es la manera en que combina, de una manera aparentemente espontánea, la sencillez expresiva y la profundidad reflexiva, la ternura más delicada y la ironía más acerada, el relato íntimo y la crítica social. Y todo ello aliñado con el recurso a refranes y expresiones coloquiales que dan a sus relatos una frescura indudablemente cervantina.

Esta habilidad narrativa se observa en su ya citada colección de cuentos El pensamiento mudo de los peces, comenzando por el primero de ellos, que tal vez sea el más logrado: “Ley de costas”. En general, aunque los cuentos son muy diversos, en todos ellos se mezclan las situaciones más cotidianas con los acontecimientos más insólitos e inesperados.

En cuanto a Lenguas vivas, es mucho más que una novela erótica. Es un relato divertido, ingenioso, brillante, que parodia el propio género erótico y lo desborda. La protagonista narra la historia en primera persona y lo hace con un gran desparpajo. Es un ama de casa y madre de dos hijos, oriunda de un pueblo de Zamora, separada de su marido homosexual y poco a poco convertida en puta profesional, amante del negro senegalés Solomon, estudiante en una escuela de adultos y escritora aficionada que aspira a ganar un premio de novela erótica.

A lo largo de ciento ochenta páginas, la ilustrada puta va engarzando las anécdotas de su oficio como “terapeuta sexual” y la galería de personajes que va conociendo en él, con las más variadas reflexiones sobre todo lo humano y lo divino, y especialmente sobre el sexo, el amor, los hombres y las mujeres, los padres y los hijos, la vida y la escritura…

El libro concluye con una emotiva declaración de amor a los tres hombres de su vida y a los anónimos lectores y lectoras con quienes ha compartido sus gozos y sus sombras.

Terminaré con un fragmento de Lenguas vivas:

“Es que es lo que yo les digo: no tengo apariencia, ni falsa ni verdadera, soy cada vez más moldeable, me salen todos mis aspectos a la vez, o sucesivamente, de acuerdo con lo que la persona que tengo delante me sugiera. Unos sufren de apariencia y yo de no tener ninguna. Ni puta, ni madre, ni nada, todo a la vez. Ahora soy escritora pero ni me lo creo, lo hago como el que no quiere la cosa, a ratos libres. Me pongo delante del ordenador de mi hijo y escribo, pero eso no me convierte en escritora, como el follar por dinero no me convierte en puta. En el fondo creo que cada vez soy más la niña que cuidaba ovejas en Zamora, o sea, puro proyecto siempre. Nada. Esto no es malo, es que soy así, pero sospecho que algún beneficio tendrá tener apariencia cuando la usa tanta gente” (pp. 105-106).

Última actualización: noviembre_2008 17/11/2008 19:45

Como sucede con todas las grandes novelas, he lamentado que mi lectura de Millennium llegara hasta el punto final y que ya no hubiera continuación posible. Y eso a pesar de que es una trilogía de casi 2.000 páginas, compuesta por tres novelas consecutivas con una extensión media de más de 600 páginas: Los hombres que no amaban a las mujeres (Barcelona, Destino, 2008), La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Barcelona, Destino, 2008), y La reina en el palacio de las corrientes de aire (todavía no traducida al español). Pues bien, a pesar de todo, cuando terminé la tercera novela, deseé que hubiera una cuarta. Pero eso no es posible, porque su autor murió en 2004 y ya no podrá escribir las otras siete novelas que al parecer tenía previstas.

El autor de esta maravillosa trilogía es el sueco Stieg Larsson (1954-2004), un periodista y escritor que murió inesperadamente de un ataque al corazón, días después de entregar a la editorial Norstedts el tercer volumen y poco antes de ver publicado el primero. Los tres volúmenes aparecieron entre 2005 y 2007. Al morir Larsson sin hacer testamento, los derechos de autor y los beneficios correspondientes han ido a parar a sus herederos legales: su padre y su hermano, Erland y Joakim, con los que Stieg apenas tenía relación. En cambio, la mujer de Larsson no sólo perdió a su marido sino que se quedó sin derecho alguno sobre sus obras.

Stieg Larsson percibía unos modestos ingresos como redactor jefe de la revista Expo, dedicada a investigar movimientos de intolerancia organizada. Cuando murió, llevaba 32 años unido afectivamente a Eva Gabrielsson, con quien no había llegado a casarse, entre otras razones, para preservarla de las amenazas que recibía de la extrema derecha. Eva, que compartió la vida y las penurias del autor, manteniéndose a su lado hasta el día de su muerte, se vio de repente sola y sin derecho, por carecer de vínculo conyugal, a percibir un solo céntimo de los jugosos beneficios generados por los libros a cuya gestación había asistido desde el principio. La situación no sólo produce asombro, sino que resulta paradójica, habida cuenta de la declarada militancia de Larsson a favor de los derechos de las mujeres.

Eva Gabrielsson dice que ha sido vilmente marginada por unos familiares con los que el difunto Stieg Larsson apenas mantenía relación y que sólo están interesados en cobrar el dinero, para lo que no han dudado en consentir incontables manipulaciones y alteraciones en los textos y una abusiva explotación comercial de la obra más allá de la voluntad del autor, incluida la cesión de derechos audiovisuales a una productora que ya está rodando la primera película basada en la saga. Eva Gabrielsson prepara un libro en el que denuncia todo esto.

Larsson militó en su juventud en la Kommunistiska Arbetareförbundet (Liga Comunista de Trabajadores), a mediados de los ochenta participó en la fundación del proyecto antiviolencia Stop the Racism, al que siguió en 1995 la creación de la Expo Foundation, de cuya revista Expo fue director desde 1999. Luchador plenamente comprometido contra todo tipo de violencia, escribió varios libros de investigación periodística sobre los grupos nazis de su país y sobre las oscuras conexiones entre la extrema derecha y el poder político y financiero.

Gran lector y entusiasta del género negro y de la ciencia ficción, escribía sus novelas por las noches, prácticamente en secreto. Su trágica muerte le impidió ver publicada su trilogía Millennium y truncó el plan de otras siete novelas de la serie, que algunos de sus allegados aseguran que tenía en mente.

En Suecia, con una población adulta de 6 millones de habitantes, se han vendido más de 3 millones de ejemplares de la trilogía. Un éxito similar se ha repetido en el resto de los países nórdicos, en Alemania, en el Reino Unido, en Estados Unidos, en Italia y en Francia (donde se han vendido en pocos meses más de un millón de ejemplares). La obra se ha traducido ya en más de 30 países.

En España, el primer volumen de la trilogía apareció el 5 de junio de 2008 y en poco más de tres meses ha vendido 130.000 ejemplares; el segundo volumen ha sido anunciado por la editorial Destino para el 25 de noviembre. Como yo no podía esperar tanto tiempo, he leido los volúmenes segundo y tercero en la edición francesa, publicada por Actes Sud.

En la influyente web cultural francesa evene.fr, se ha descrito a Larsson como una “figura legendaria, cuyo extraordinario genio literario ha creado una de las obras literarias más importantes del siglo XXI (…) Las tres novelas constituyen un auténtico fresco de la sociedad moderna que no puede compararse a lo que ningún escritor de novela criminal ha hecho nunca antes”.

Es posible que el mejor retrato de Stieg Larsson sea el que él mismo nos ha dejado, a través del protagonista principal de su trilogía, Mikael Blomkvist, periodista de investigación y editor de la revista independiente Millennium, que da título a la trilogía.

El periodista Mikael Blomkvist y su extraña amiga la hacker Lisbeth Salander son los dos protagonistas de una trilogía por la que desfilan otros muchos y muy bien perfilados personajes. La colaboración detectivesca entre Blomkvist y Salander va poniendo al descubierto una serie de tramas delictivas de las que ellos mismos son víctimas y en las que se mezclan fraudes financieros, negocios sucios, secretos familiares, crímenes sexuales, trata de blancas, corrupción de policías, psiquiatras, abogados, periodistas y servicios secretos… Y, a través de todo ello, Millennium es también una hermosa historia de amor, de amistad y de compromiso con la justicia.

En junio de 2009, coincidiendo con la Feria del Libro de Madrid, aparecen en los diarios El País y en Público nuevas noticias sobre el éxito de Millennium y una nueva entrevista con la mujer del autor.

Última actualización: noviembre_2008 14/06/2009 18:54

George W. Bush, presidente de Estados Unidos desde enero de 2001 hasta enero de 2009, ha sido “el peor presidente de la historia del país”, según el juicio de la mayor parte de los historiadores y periodistas que se han ocupado de este patético personaje. Y eso no es lo más grave: dado que Estados Unidos es la mayor potencia política, económica y cultural del mundo, la era Bush ha sido una de las más nefastas desde la Segunda Guerra Mundial.

Con Bush llegaron a la Casa Blanca los llamados neocon, es decir, una explosiva combinación de tres elementos:

1. El imperialismo político-militar basado en la fuerza bruta y en el desprecio de los derechos humanos, tanto en política internacional como en política interior. La estrategia de la “guerra preventiva global contra el terrorismo” ha sido utilizada como la gran coartada para justificar el rechazo a la legitimidad de la ONU, la transgresión del Derecho Internacional, el boicot al Tribunal Penal Internacional, la oposición a toda política basada en principios jurídicos universales y en organismos multilaterales, las invasiones militares de Afganistán y de Irak, las detenciones y cárceles ilegales de la CIA, las torturas de Bagram, Abu Ghraib y Guantánamo, el agravamiento de la ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel, el espionaje a los propios ciudadanos norteamericanos autorizado por el Acta Patriótica, la perpetuación de la pena de muerte, la defensa del uso privado de las armas, la criminalización de los pobres, los inmigrantes y las mujeres, la privatización de las cárceles, el recurso a ejércitos mercenarios como Blackwater, etc.

2. El neoliberalismo económico más salvaje y más depredador, que ha tratado de imponerse tanto en el interior del país como en el resto del mundo, y cuyas consecuencias han sido devastadoras: la Administración Bush ha dilapidado la hacienda pública, convirtiendo el superávit fiscal heredado del período Clinton en un déficit multimillonario, ha rebajado los impuestos a los más ricos, ha deteriorado los servicios públicos esenciales, ha agudizado las desigualdades sociales, ha aumentado las bolsas de marginación y de pobreza, ha reducido las ayudas a los países empobrecidos, ha bloqueado las negociaciones para una regulación más equitativa del comercial mundial en el marco de la OMC, ha impedido la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para erradicar la pobreza y el hambre en el mundo, ha desregulado la economía financiera hasta provocar la mayor crisis de los últimos ochenta años, ha permitido que siga incrementándose el expolio de los recursos naturales del planeta, ha negado la gravedad del cambio climático, ha rechazado la firma del Protocolo de Kioto, ha tratado de hacerse con el control de los reservas petrolíferas de Oriente Próximo mediante el uso de la fuerza, etc.

3. El fundamentalismo religioso más fanático y sectario, que ha pretendido volver a supeditar la política a la religión, como en la tradición teocrática medieval. Por un lado, los teocon han recurrido al Dios judeocristiano para presentar a Estados Unidos como el “pueblo elegido”, para legitimar su política belicista e imperialista, para resucitar la vieja idea de “cruzada” o “guerra santa” (opuesta y a la vez idéntica a la doctrina yihadista de Ben Laden), y para llevar a la práctica la tesis del “choque de civilizaciones” teorizada por Samuel Huntington. Esta tesis o propuesta estratégica pretende promover la “defensa del Occidente judeocristiano” frente a la civilización árabe-musulmana y a la civilización del sudeste asiático, que vendrían a ocupar el papel de enemigo dejado vacante por la extinta Unión Soviética. Por otro lado, los teocon han tratado de limitar las libertades civiles de las mujeres y de otros grupos sociales discriminados (mediante la persecución del aborto, la homosexualidad, la eutanasia, etc.), han negado ayuda a las ONGs que fomentan la emancipación sexual y reproductiva de las mujeres, han promovido la enseñanza del creacionismo en las escuelas, han procurado frenar la investigación científica relacionada con las células madre, etc.

Con estos tres elementos (el imperialismo político-militar, el neoliberalismo económico y el fundamentalismo religioso), los neocon y teocon norteamericanos no sólo han querido destruir las tradiciones más progresistas de su propio país, sino que al mismo tiempo han querido imponer en todo el mundo un todopoderoso Imperio global basado en la fuerza bruta, el expolio social y ecológico, y la civilización judeocristiana.

Pero su fracaso ha sido estrepitoso en todos los frentes. Han fracasado las guerras de Afganistán e Irak, y el terrorismo islamista no sólo no ha disminuido sino que ha extendido sus redes de apoyo; la desregulación neoliberal ha incrementado la pobreza y el hambre en el mundo, ha acelerado la crisis ecológica global y ha provocado una profunda crisis financiera que puede desembocar en una recesión económica mundial; el fundamentalismo judeocristiano ha retroalimentado a los fundamentalismos de las otras religiones, y entre todos han fomentado la xenofobia, la intolerancia y los conflictos interculturales, pero el mundo, a pesar de todo ese fanatismo sectario, es cada vez más móvil, interdependiente, plural y mestizo.

Con la rotunda victoria electoral de Barack Obama y del Partido Demócrata, que acaba de conocerse hoy, no sólo han acabado los ocho nefastos años de la era Bush, tal vez hayan acabado también los treinta nefastos años de la oleada neoliberal y neoconservadora, que se iniciaron con el gobierno de Margaret Thatcher en el Reino Unido (1979-1990) y con la presidencia de Ronald Reagan en Estados Unidos (1981-1989).

Tal vez por eso el recién elegido Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos, ha despertado tantas esperanzas, no sólo en su propio país sino también en el resto del mundo. Para muchos estadounidenses, se trata de rescatar lo mejor de la herencia de Franklin D. Roosevelt y de John F. Kennedy. Es posible que esas esperanzas sean excesivas, pero lo cierto es que los cambios que Obama promueva a partir de ahora en la política interior y exterior de Estados Unidos (sean muchos o pocos, grandes o pequeños), van a tener una gran influencia en el conjunto de la sociedad global, y pueden favorecer el inicio de un nuevo ciclo de transformaciones políticas, económicas y culturales.

La crisis financiera que ha estallado en octubre de 2008 no sólo ha afectado a los bancos y a las bolsas de las grandes capitales del mundo, sino que también está provocando una profunda recesión de la economía mundial que acabará perjudicando a todos los países y a todos los sectores sociales, y especialmente a los más empobrecidos de la Tierra. Se avecinan tiempos de desempleo, de pobreza y de hambre. Estamos ante la crisis económica más grave de los últimos ochenta años. Hay que remontarse al crack financiero de 1929 para encontrar un precedente similar. Aunque hay una diferencia decisiva: ahora estamos ante la primera gran crisis económica de la naciente sociedad global.

La crisis económica que siguió al crack de 1929 provocó efectos muy diversos en los distintas potencias dominantes: en la Europa continental, desencadenó el auge de los fascismos, la caída de varios regímenes democráticos (como la República de Weimar y la II República española) y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, precedida por la Guerra Civil española; en Estados Unidos, en cambio, dio origen al New Deal de Franklin D. Roosevelt, un presidente que gobernó su país durante doce años (1933-1945), puso en marcha una política de reactivación pública de la actividad económica inspirada en las ideas de John M. Keynes, apoyó a las democracias europeas frente al eje militar de Alemania, Italia y Japón, y promovió la creación de la ONU.

Como resultado de estas dos respuestas tan diferentes a ambos lados del Atlántico, las potencias de Europa occidental, desgarradas por la guerra y por los regímenes totalitarios, perdieron su posición hegemónica en el mundo y fue Estados Unidos quien pasó a ejercer ese papel dominante, aunque para ello tuvo que enfrentarse a la rivalidad de la Unión Soviética, gobernada con mano de hierro por Iósif Stalin entre 1922 y 1953. Y así comenzó la Guerra Fría entre los dos bloques militares de la OTAN y el Pacto de Varsovia.

Sólo después de la Segunda Guerra Mundial, y durante los primeros treinta años de la Guerra Fría (1945-1975), los llamados "treinta años gloriosos", se adoptaron en Europa occidental políticas keynesianas que dieron origen a los Estados de bienestar europeos y a la gestación de esa gran alianza política, económica y cultural que es hoy la Unión Europea.

Pero a finales de los años setenta y durante la década de los ochenta del siglo XX, tras la crisis del petróleo, se inicia la gran ofensiva neoliberal y neoconservadora, con Ronald Reagan y Margaret Thatcher a la cabeza. Ambos pretendieron desmantelar el modelo socialdemócrata del New Deal norteamericano y del Estado de bienestar europeo, preservar la hegemonía político-militar de Estados Unidos e imponer en todo el mundo los intereses del capitalismo anglosajón, frente a los países petrolíferos del Golfo Pérsico y frente a las nuevas potencias emergentes: la Unión Europea, Japón, Corea, China, India, etc.

La actual crisis financiera mundial ha sido considerada por muchos analistas como el final de estos últimos treinta años de capitalismo neoliberal o “contrarreformado” (como lo ha llamado Antoni Domènech). Es posible que la gravedad y la novedad de esta crisis sea también un indicio del final del moderno sistema capitalista tal y como lo hemos conocido hasta ahora, es decir, como una economía “mundializada” que desde su origen ha convivido con una política “nacionalizada” (como puso de manifiesto Immanuel Wallerstein en su obra El moderno sistema mundial). Es posible que en los próximos años asistamos a una nueva articulación global entre la política y la economía, en donde la segunda comience a ser regulada por la primera a través de nuevas instituciones multilaterales o intergubernamentales de ámbito mundial.

De hecho, los principales gobiernos del mundo (agrupados en el G-8 y el G-20) parecen dispuestos a reformar y reforzar los organismos reguladores internacionales, para evitar que vuelva a repetirse una situación como la actual. El creciente proceso de globalización de todas las relaciones sociales hace cada vez más inevitable la instauración de un cierto gobierno político del mundo, aunque la etapa de Bush haya sido un paréntesis o, más bien, un intento desesperado por oponerse a ese proceso histórico de gran alcance, que indudablemente pondrá fin a la dominación hegemónica ejercida por Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XX. Así lo expuse hace ya varios años en mi libro Variaciones de la vida humana. Una teoría de la historia (2001) y así he vuelto a repetirlo en mi última obra: El concepto de lo político en la sociedad global (2008).

El reto de los próximos años y de las próximas décadas consistirá en conseguir que el gobierno político de la naciente sociedad global se organice de una forma democrática (mediante nuevas instituciones que aún están por inventar), y que además se rija por los principios de justicia y de sostenibilidad proclamados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la Carta de la Tierra.

Última actualización: noviembre_2008 05/11/2008 09:09


Derechos de reproducción

Todos los documentos publicados por Antonio Campillo Meseguer en esta web (libros, capítulos de libros, artículos, ponencias, materiales educativos, grabaciones, etc.) pueden ser reproducidos bajo la licencia Creative Commons

  • noviembre_2008.txt
  • Última modificación: 2009/06/14 18:59
  • (editor externo)