Noviembre de 2014

Desde que el gobierno de Rajoy llegó al poder en noviembre de 2011, los medios de comunicación conservadores y neoliberales están tratando de desacreditar a las universidades públicas españolas, mediante un bombardeo de declaraciones, reportajes y artículos denigratorios, con los que justificar los recortes económicos y las reformas legislativas que los universitarios estamos padeciendo en los tres últimos años, y cuya finalidad principal es la privatización de la educación, la investigación y la cultura, en consonancia con el llamado “capitalismo académico”.

En los últimos días, la polémica sucitada por la beca que la Universidad de Málaga concedió a Íñigo Errejón, uno de los líderes del nuevo partido Podemos, ha sido utilizada para desacreditar no sólo a este partido, que puede ser una amenaza letal para el sistema bipartidista vigente hasta ahora, sino también a la universidad pública en general, aprovechando que varios de los líderes podemistas son profesores universitarios.

Véase, por ejemplo, el reportaje "La endogamia alcanza al 73% de los docentes", publicado por El País el 30/11/2014, en un momento histórico en que el profesorado universitario está sufriendo una política de precarización generalizada. O el lamentable artículo publicado un día después en ese mismo diario por el escritor Félix de Azúa, con el título "Un partido de profesores" (El País, 01/12/2014). Azúa ha pretendido matar dos pájaros de un tiro, desacreditando con las mismas burdas descalificaciones a la universidad pública y al partido Podemos, hasta el punto de equipararlos con la corrupción político-financiera de Bankia. Con estas disparatadas acusaciones, sólo ha conseguido desacreditarse a sí mismo. Es sabido, además, que Azúa ha manifestado públicamente su apoyo a UPyD, otro “partido de profesores” que también pretende acabar con el bipartidismo hegemónico y que ha sufrido un importante retroceso en sus expectativas de crecimiento electoral desde la fulgurante aparición de Podemos.

Pero el episodio de la beca de Íñigo Errejón no es más que un pretexto para reforzar una estrategia política que viene de muy atrás y que tiene un alcance mucho mayor. La lucha contra la enseñanza pública, contra la universidad pública, contra la investigación pública (y, en general, contra todos los servicios públicos del Estado de bienestar), es uno de los objetivos principales del presidente Rajoy y de su ministro de Educación, José Ignacio Wert, desde que ambos llegaron al gobierno. Primero nos impusieron la LOMCE, conocida como Ley Wert, y ahora nos amenazan con una serie de decretos para deteriorar todavía más la situación de las universidades públicas y facilitar todavía más la proliferación de universidades y titulaciones privadas. Por eso, necesitan ganarse el favor de la opinión pública mediante una campaña descalificatoria, ya que la universidad pública es una de las pocas instituciones del Estado que cuenta con el respeto y el apoyo de la ciudadanía española.

Conviene recordar, porque mucha gente no lo sabe, que la universidad pública -incluidos cada uno de sus centros docentes y de investigación, cada una de las titulaciones que se imparten y cada uno de los miembros del personal docente, investigador, administrativo y de servicios- es la institución más evaluada y más fiscalizada de toda la administración pública española, muy por encima de los ayuntamientos, las comunidades autónomas, los ministerios, la monarquía, los partidos políticos, el sistema sanitario, el sistema judicial, etc.

Y también conviene recordar, contra todas las mentiras de la campaña gubernamental y de sus voceros mediáticos, que las universidades públicas españolas, con unos recursos económicos que están muy por debajo de los que poseen las grandes universidades europeas y americanas (y que se han visto reducidos drásticamente durante los tres últimos años, a pesar del crecimiento del alumnado inducido por el paro), han sido capaces de formar a una excelente generación de profesionales e investigadores, que no por casualidad son valorados y contratados en otras universidades y centros de investigación extranjeros. Además, las universidades púlbicas han actuado como un “ascensor social” y han logrado que el porcentaje de españoles con titulación universitaria se sitúe por encima de la media de la OCDE.

Actualmente, los principales problemas de las universidades públicas españolas son la falta de financiación y de apoyo por parte de las administraciones públicas, el drástico recorte de la inversión en investigación (que está causando un golpe mortal a la ciencia española), la imposición de una tasa de reposición de solo el 10% del personal que se jubila (que está bloqueando el relevo generacional del profesorado universitario y precarizando su situación laboral), la elevación de las tasas universitarias y la reducción de la cuantía de las becas (que está expulsando de la universidad a los estudiantes con menos recursos, negándoles el derecho a la educación superior y reintroduciendo así el clasismo en la universidad española), la pérdida casi completa de la autonomía universitaria y el crecimiento rampante de un centralismo burocrático (impuesto por el propio gobierno y por las todopoderosas “agencias de evaluación”), y, por último, la competencia desleal de las universidades privadas (que son ya 32, frente a las 50 públicas, y que en muchos casos cuentan con el apoyo escandaloso del gobierno central y de varios gobiernos autonómicos, sobre todo los del PP).

Para comprobar la reciente multiplicación de universidades privadas en España, véase el documento Datos básicos del sistema universitario español, curso 2013-2014, disponible en la web del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Como se dice en el propio informe del MECD, “el número de universidades privadas está proliferando en los últimos años, en concreto, desde el año 2001 se han creado 14 universidades privadas, es decir, prácticamente una universidad por año”. Lo que no dice el informe del MECD es que la calidad de la mayor parte de esas universidades privadas es ínfima y que por ello no suelen figurar en ninguno de los grandes rankings mundiales de universidades, mientras que la mayoría de las universidades públicas españolas se encuentran dentro del 5% de las mejores universidades del mundo (que suman ya un total de 21.000, según el Ranking Mundial de Universidades en la Web, elaborado por el Laboratorio de Cibermetría del CSIC).

El jueves 27 de noviembre, se celebró en la Universidad de Murcia una conferencia titulada "La universidad española ante la economía del conocimiento", en la que se ofreció una visión mucho más ecuánime de la situación de las universidades públicas españolas, basada en una gran cantidad de datos que desmienten muchos de los tópicos descalificatorios difundidos por el gobierno y sus medios de comunicación afines. La conferencia la dio Juan Francisco Juliá Igual, ex rector de la Universidad Politécnica de Valencia y miembro de la dirección ejecutiva de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). Aquí puede verse el video de la conferencia.

Estos días acabo de escribir un artículo académico titulado “La universidad en la sociedad global”, que aparecerá publicado en un próximo número monográfico de la revista Isegoría, titulado “Filosofía y ethos universitario”. Reproduzco aquí el resumen de presentación del artículo:

“La universidad fue una invención europea y desde su origen en el siglo XIII ha tenido un papel decisivo en la formación de la Europa moderna y en su expansión al resto del mundo. Pero, a partir de 1945, Europa pierde su hegemonía y las universidades se globalizan. Además, en las cuatro últimas décadas se ha impuesto el neoliberalismo y, con él, el llamado capitalismo académico o educativo. En este artículo se hace un balance de las grandes transformaciones de la institución universitaria y, siguiendo la inspiración de José Ortega y Gasset, Jacques Derrida y Boaventura de Sousa Santos, se esbozan algunas propuestas sobre el papel que debería desempeñar en el siglo XXI.”

Sobre el “capitalismo académico”, del que ya me ocupé en este mismo cuaderno de notas en abril de 2010 y en junio de 2013, me limitaré a recomendar las siguientes publicaciones:

-Michael Gibbons, Camille Limoges, Helga Nowotny, Simon Schwartzman, Peter Scott y Martin Trow, La nueva producción del conocimiento. La dinámica de la ciencia y la investigación en las sociedades contemporáneas, Barcelona, Pomares-Corredor, 1997.
-Sheila Slaughter y Larry L. Leslie, Academic Capitalism: Politics, Policies, and the Entrepreneurial University, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1997.
-Sheila Slaughter y Gary Rhoades, Academic Capitalism and the New Economy: Markets, State, and Higher Education, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 2009.
-Boaventura de Sousa Santos, La universidad en el siglo XXI. Para una reforma democrática y emancipatória de la universidad, La Paz, Plural Editores, 2007.
-Luis Alegre y Víctor Moreno (coords.), Bolonia no existe. La destrucción de la universidad europea, Hiru, Hondarribia (Gipuzkoa), 2009.
-Martha C. Nussbaum, Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades, trad. de M.V. Rodil, Katz, Buenos Aires / Madrid, 2010.
-Michael Billig, “Academic Words and Academic Capitalism”, en ¿Qué (nos) está pasando en la universidad?, monográfico coordinado por José Enrique Ema, José García Molina, Sonia Arribas y Germán Cano, y editado por Athenea Digital. Revista de pensamiento e investigación social, vol. 13, nº 1, marzo 2013, pp. 7-12.
-María José Guerra, “Política y educación en la universidad española. Neoliberalismo, burocratización y sociedad del control”, en sinpermiso, 10 (2011), pp. 33-48. Una versión posterior y más breve ha sido publicada en la edición electrónica de la revista: "Crisis y desmantelamiento de la universidad española", en simpermiso.info, 17/06/2012.
-Vicente Manzano-Arrondo, La universidad comprometida, Hegoa, Vitoria, 2012.

Última actualización: noviembre_2014 07/12/2014 13:34


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