Ciudad Ficción. 2011-2012

Ritmo: pulsaciones, latidos, electrocardiogramas, metrónomos… Sin entender muy bien por qué el ritmo se presenta repetitivo y monótono en mi cabeza cuando las variedades posibles a la hora de crear ritmos son infinitas. El ritmo es un concepto que no podría definir como autónomo ya que considero que depende de un gran abanico de variables. Creo que el ritmo funciona hasta cierto punto de forma parecida al espacio. El concepto de espacio alude precisamente a la ausencia física de materia. Es decir que necesita ser complementado por la existencia de ésta para ser comprendido en su totalidad. Es paradójico como, en una misma condición, podemos encontrar, al mismo tiempo, su contraria, en este caso, la noción de lleno y de vacío. Al parecer, no puede manifestarse el hueco de no existir la solidez que lo limita, y viceversa. Con el ritmo ocurre algo parecido ya que para que el ritmo exista tiene que existir el silencio y la pausa. Relacionando estas ideas con “la ciudad” constato que hay al menos dos vertientes generales en su ritmo: el ritmo de crecimiento de las ciudades (tratando la ciudad casi como a un ser vivo que: nace, se alimenta, crece y genera energía) y el ritmo que lleva cada uno de los habitantes de una ciudad. ¿Pero realmente son divisibles? ¿Cómo el ritmo de las ciudades puede afectarnos y de qué modo? El ritmo enajenado y estresante de las ciudades parte de un elemento principal. La repetición, la rutina. Como dice Bartolomé Ferrando: “La repetición de algo desajusta el sentido de este, lo disuelve, lo deshace.”1 Al día hacemos miles de tareas, tanto dentro del hogar como fuera. Desde la democratización de los ordenadores personales e Internet, el hogar ha dejado de ser un lugar de descanso (ha dejado de ser la pausa espacial del ritmo) para convertirse en un lugar donde el trabajo continúa. Nuestra rutina se compone de hechos, sensaciones y comportamientos que se repiten día tras día. A veces son tan intensos que tampoco nos abandonan durante el fin de semana (por lo que también perdemos la pausa temporal y la mental del ritmo). Al perder tanto la pausa espacial, temporal y mental del ritmo de la ciudad que afecta y habita en el individuo, o lo que es lo mismo, al perder la pausa en todos sus aspectos y teniendo en cuenta que la pausa y el ritmo son indisociables, perdemos pues el ritmo cayendo en el establecimiento del caos. Sobre esta contradicción sobre el caos y el orden habla Paul Ardane cuando define la ciudad como “Elemento motor del imaginario modernista, palimpsesto mental que conjuga orden y caos, organización y entropía.”2 Con la repetición de un infrasigno se desajusta el sentido de este, con la repetición de la misma tarea a diario, esa tarea pierde su sentido, y no es que olvidemos su finalidad, sino que la finalidad y el sentido no tienen necesariamente que dirigirse hacia un mismo objetivo. La repetición de una tarea, un pensamiento, una sensación, puede llegar a desencadenar alteraciones severas en la consciencia del individuo que se cuestiona a menudo el sentido de la vida, de su vida, quién es.

1. FERRANDO, Bartolomé. “Del fragmento, la repetición, el ritmo, la permutación, la aleatoriedad y la indeterminación en la poesía fonética y sonora”. Bellas Artes, núm. 6. 2008. p.63.

2. ARDANE, Paul “La ciudad como espacio práctico”, Un arte contextual. Creación artística en el medio urbano, en situación, de intervención, de participación. Murcia: Editorial del CENDEAC. 2006. p.59.

                           1º Premio Concurso Creajoven 2011 - Artes Plásticas

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  • Última modificación: 2013/12/08 19:52
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